Desde siempre, los humanos hemos buscado la receta definitiva. Llámese "de la vida eterna", "de la longevidad", "de la belleza", "del éxito". Sea cual sea el apellido, nos obsesionamos con ese elixir que nos haga efectiva esa promesa tan deseada.
Conseguir piel perfecta es una de ellas. El mundo de la cosmética mueve cantidades ingentes de dinero de personas que quieren ver la perfección cuando se miran al espejo y gracias la frase "eres lo que comes", la búsqueda se ha ampliado al mundo culinario.
Y claro, tanto oír hablar de colágeno, ha hecho que al final muchos se hayan ido a su fuente más primaria: bienvenidos a la moda del "caldo de huesos", una receta milenaria que siguen haciendo muchas abuelas y que famosas como Gwyneth Paltrow o Halle Berry no paran de recomendar como el "elixir de la piel perfecta".
Obviamente este reclamo puede calar hondo por las imágenes de quienes lo mencionan: mujeres de más de 50 años que lucen unas pieles preciosas y sin arrugas, pero que no hablan sobre el arsenal de cremas y tratamientos punteros con el que atenúan de una forma muy efectiva cualquier signo del paso del tiempo.
Pero, ¿qué dice la ciencia sobre esta tradicional receta?
Qué es el caldo de huesos
El caldo de huesos es una receta que obviamente incluye agua, huesos y algunas verduras. La idea fundamental de esta receta es que debe hacerse a fuego lento (de hecho muchas personas lo hacen en una olla de cocción lenta), hasta que se haya extraído todo el colágeno posible.
Aquí nadie ha inventado la rueda. Las recetas más ancestrales de la gran mayoría de culturas del mundo tienen los huesos como una de las fuentes favoritas para hacer caldos y fondos, así que simplemente se está rescatando una antigua tradición.
Sin embargo, esta moda surgió a partir del libro Nourishing Broth: An Old-Fashioned Remedy for the Modern World, el cual le atribuye diversos beneficios para la salud debido a la gelatina y el colágeno que están presentes en el caldo de huesos real (con real se refiere al que preparamos en casa y no a los procesados).
Nourishing Broth: An Old-Fashioned Remedy for the Modern World
Según su autora, este caldo contiene una combinación única de aminoácidos, minerales y compuestos de cartílago que contribuyen a una rápida recuperación de enfermedades y cirugías, curación del dolor y de la inflamación, aumento de energía gracias a una mejor digestión, disminución de las alergias, recuperación de la enfermedad de Crohn y disminución de los trastornos alimentarios. De hecho afirma que es capaz de curar enfermedades como la osteoartritis, osteoporosis, psoriasis, enfermedades infecciosas, trastornos digestivos, incluso cáncer, y puede ayudar a que nuestra piel y huesos se mantengan jóvenes. Con esos reclamos al menos dan ganas de probarlo, ¿no?
¿Qué dice la ciencia sobre el caldo de huesos?
Tal y como reza el libro, los supuestos beneficios que ofrecen este caldo provienen de su ingrediente principal, ya que a través de una cocción lenta y prolongada de los huesos, se extrae colágeno, médula ósea, aminoácidos y minerales.
Sin embargo, y según The Center of Nutrition Studies, la afirmación de que consumirlos beneficiará directamente a los huesos y articulaciones humanas es infundada: "Cuando los humanos consumen colágeno, este se descompone en aminoácidos individuales, minerales, etc. Estos aminoácidos y minerales pueden actuar como cualquier aminoácido o mineral consumido, pero no existe evidencia de una ventaja de consumirlos al provenir de caldo de huesos a diferencia de otros alimentos".
De hecho hay muy poca investigación al respecto, ya que generalmente los estudios apuntan más al caldo de pollo (que generalmente contiene huesos), ya que tiene un mayor contenido de aminoácidos y menos cantidad de grasa que el caldo de huesos de vacuno.
De hecho un estudio realizado por investigadores del Centro Médico de Nebraska y publicado en una importante revista médica en 2000 (Chest) descubrió que “la sopa de pollo puede contener una serie de sustancias con actividad medicinal beneficiosa”. Los investigadores observaron que las personas que comían sopa de pollo parecían experimentar una leve reducción de la inflamación y ayudó a reducir los síntomas de infección respiratoria. Sin embargo, la sopa de pollo real en este estudio contenía una gran proporción de vegetales (cebolla, batata, chirivía, nabo, zanahoria, apio y perejil).
En enero de 2016, la revista TIME publicó un artículo titulado: “Science Can’t Explain Why Everyone is Drinking Bone Broth” (La ciencia no puede explicar por qué todo el mundo bebe caldo de huesos). Allí el Dr. William H. Percy, profesor asociado y científico biomédico de la Universidad de Dakota del Sur, quien ha pasado más de tres décadas estudiando las formas en que el intestino humano descompone y absorbe los alimentos que comemos, afirmó que "La idea de que el caldo de huesos contiene colágeno y que ese de alguna manera se convierte en colágeno en el cuerpo humano no tiene sentido. De hecho el colágeno es en realidad una fuente bastante pobre de aminoácidos".
Básicamente, el cuerpo toma los nutrientes de los alimentos que consume y los envía a donde más se necesitan, y ni existen caldos con super poderes, ni súperalimentos que nos garanticen una larga y saludable vida. Lo mejor es hacer caso al sentido común, tener una dieta variada que incluya todos los grupos de alimentos e intentar tener una vida lo menos sedentaria posible. La ecuación es sencilla y los atajos generalmente no funcionan.