Hablar de la menstruación hoy en día es algo muy común, aunque todavía existen algunos tabús. Sin embargo, éstos no se comparan con las creencias antiguas que se tenían sobre la regla, específicamente sobre la sangre menstrual.
Civilizaciones antiguas, siglos antes de los conocimientos de medicina que tenemos en la actualidad, se mostraban temerosas y asombradas en cantidades iguales ante la menstruación. En general, había dos posturas: o la veían como una bendición y algo casi sagrado; o era considerada algo sucio, negativo y hasta de mal augurio.
En el caso de los segundos, este pensamiento daba pie a toda clase de creencias y rituales cuya finalidad era contener y contrarrestar los supuestos efectos negativos y devastadores de la sangre menstrual, como encerrar a las mujeres.
Las mujeres menstruantes: impuras y peligrosas
Se cree que esta percepción negativa surgió desde la prehistoria, cuando los cazadores temían que la sangre menstrual aumentara el riesgo de ser atacados, pues podría atraer animales y depredadores. Pensamientos como éste, y las creencias que mencionamos previamente, fueron los que dieron como resultado que durante siglos se pensara que era sumamente importante mantener a las mujeres menstruantes alejadas y encerradas.
Esta práctica tiene un nombre: reclusión o aislamiento menstrual y se han encontrado evidencias de su presencia en diversas culturas a lo largo de la historia:
- En el Antiguo Egipto existían "casas de mujeres", unas estructuras comunales a las que las mujeres se trasladaban para permanecer aisladas durante su menstruación y donde realizaban una ceremonia o ritual de purificación para descontaminarse.
- Para los persas del siglo VIII a. C., según lo explica el ginecólogo José Luis Iglesias-Benavides en una investigación sobre la menstruación, la mujer que estaba menstruando era impura y debía ser aislada por cuatro días o más.
- En la religión ocurría algo similar siglos atrás: musulmanes, católicos y judíos consideraban que no se debía tener ninguna clase de contacto físico con las mujeres durante la menstruación. Los primeros la consideraban como una enfermedad de la que debían purificarse posteriormente, los segundos creían que la menstruación convertía a la mujer en una persona inmunda y que transmitía esta especie de desgracia a todo aquello que la rodea, y los últimos evitaban todo contacto físico con las mujeres menstruantes por el riesgo de ser contaminados, señalando que éstas eran impuras hasta por siete días.
La sangre menstrual, responsable de desgracias comunales
Mucho tiempo atrás, la pérdida mensual de sangre en las mujeres también era vista por algunos pueblos como algo temible y a lo que se le atribuían efectos mágicos y peligrosos: desde agriar el vino nuevo y hacer que la fruta cayera de los árboles, hasta contagiar rabia a los perros y hacer que las cosechas se volvieran estériles.
Aunque los médicos y filósofos de la Antigua Grecia fueron algunos de los primeros en intentar encontrar una explicación científica para la menstruación -relacionándola con el embarazo y señalándola como una excreción de residuos-, seguían pensando que el contacto con la sangre menstrual ocasionaba toda clase de plagas y desastres.
Durante el Imperio Romano se tenía una fuerte percepción negativa sobre la menstruación. En su enciclopedia 'Historia Natural', el historiador Plinio el Viejo recogió algunas creencias que se tenían sobre ella en el siglo I d.C., donde la gente percibía la menstruación como una desgracia personal y colectiva, responsable de las calamidades en plantas y animales mencionadas previamente.
Estas creencias fueron transmitidas de generación en generación hasta la Edad Media, una época en que las mujeres todavía eran discriminadas durante su menstruación, por lo que hacían lo posible por ocultar que se encontraban en "esos días" para evitar ser vistas con desprecio por otros.
Algunos de los pensamientos curiosos que se tenían acerca de la menstruación en este periodo han sido recogidos en un documento sobre los aspectos socioculturales de la menstruación en la edad media, donde destacan creencias como:
- Si las mujeres menstruantes tocaban la carne o la mantequilla, éstas ya no eran comestibles.
- La mujer en el período menstrual puede transmitir veneno a través de la mirada, y se le asociaba con el basilisco, animal al que se le atribuía la propiedad de matar con la vista.
- Se creía que pasar por encima de la sangre menstrual de otra mujer o untarse con ella funcionaba como anticonceptivo.
- En diversos países y regiones se creía que engendrar un hijo durante la menstruación tendría consecuencias negativas y devastadoras sobre él, desde nacer con el pelo rojo y todas las connotaciones peyorativas que se vinculaban a ese color, hasta tener epilepsia, varicela y lepra debido a que la sangre era considerada venenosa.
- En algunas regiones de España, se pensaba que la mujer durante la regla era capaz de provocar con sus ojos acciones maléficas por infección, y era habitual pensar que si una menstruante miraba o tocaba a un niño, le producía “mal de ojo”.
Un proceso natural sin efectos colaterales
Aunque todavía se puede encontrar algunas tribus o aldeas en las que se aísla a las mujeres durante este periodo y hay algunas creencias sobre los supuestos efectos negativos de la sangre menstrual en algunos pueblos o ciudades pequeñas, actualmente y gracias a los avances en medicina sabemos que la menstruación es un proceso normal, natural y esperado del cuerpo humano - y que la sangre menstrual no representa ningún peligro para la humanidad.
Es verdad que aún rondan algunos misterios alrededor de ella (¿encontraremos algún día una respuesta definitiva sobre por qué somos uno de los pocos mamíferos que menstrúa?), pero por lo menos sabemos con certeza que la menstruación no es ninguna maldición ni condición mágica negativa que requiera aislar a la mujer del resto del mundo.
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