Blaze nació con un defecto cardíaco congénito. Pasó por quirófano solo tres días después nacer y, de nuevo, a los ocho meses. Y aún le queda una tercera operación, entre los tres y los cinco años.
Angela Farnan trabajaba como enfermera en la UCI del Hospital de Illinois (EE.UU.) donde estaba el pequeño cuando la madre de Braze la pidió que le acogiera entre las dos operaciones porque vivía lejos y no podía cuidarle en casa como necesitaba.
El día de su segunda cirugía, la mamá de Blaze preguntó a la enfermera si ella y su marido adoptarían oficialmente a su hijo. No lo dudaron. Hoy el pequeño tiene unos padres que le adoran y ríe feliz.
Siempre quiso ser madre
Angela Farnan trabaja como enfermera en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) del Centro de Enfermedades Congénitas del Corazón del Hospital Infantil de OSF en Peoria, Illinois (EE.UU.) desde hace 32 años.
Cuando conoció a la madre de Blaze, que había nacido con una cardiopatía congénita, se convirtió rápidamente en su familia. La madre de Blaze no vivía cerca del hospital, no podía pagar toda la atención que necesitaba en casa, ni cuidar de él con la total dedicación que requería su condición médica. Así que le pidió a su persona de más confianza en el hospital, su enfermera, si podía cuidarle.
Angela y Rick, su marido, llevaron a Blaze a su casa y le proporcionaron los cuidados intensivos que necesitaba. Pero el día de su segunda cirugía (marzo de 2018), la madre de Blaze le preguntó a Farnan si ella y su esposo considerarían adoptar oficialmente a su hijo. Así cuenta la mamá enfermera el momento:
"Tomó una decisión dura al preguntarnos si estaríamos dispuestos a quedarnos con él de manera permanente. Fue un momento emotivo, ella estaba llorando. Por dentro estábamos exultantes y tristes al mismo tiempo porque esta madre se sentía perdida".
Rick reconoce que ya se habían enamorado de Blaze y que no dudaron en adoptarlo.
El pequeño se ha recuperado y ahora ya camina y monta en bicicleta, y tiene una familia que le adora. Pero no fue el único que se benefició de la adopción.
Angela siempre quiso tener hijos, pero cuando se casó con Rick hace once años descubrió que no podía quedarse embarazada. Aunque asegura que ella se sentía madre, porque tenía a sus niños de la UCI pediátrica.
"Cuando alguien me pregunta cuántos hijos tengo, les digo que depende del día. A veces 15 o 20. He estado trabajando en UCIP por mucho tiempo, y en mi corazón, sé que ahí es donde Dios quiere que esté. Trabajar aquí es duro, puedes tener casos desgarradores. Siempre me quedo. Me quedo por los niños."
Una familia feliz
Angela se emociona cuando OSF Health Care le pregunta cómo se siente al ser madre:
"Me acuesto todas las noches y doy gracias a Dios por la oportunidad de ser madre. Rezo por Blaze todas las noches. Él es realmente una bendición. Hay veces que me despierto y me sorprende tenerlo".
Incluso dice que regresar a casa después de un día estresante en el trabajo ha cambiado. Muchas madres se identificarán con estas palabras (al menos así ha sido en mi caso).
"Solía llegar a casa y necesitaría media hora para desconectar. Ahora, llego a casa y él está tan emocionado de verme, que me hace olvidar todo. Ya no necesito esa media hora. Solo necesito esa cara y esa sonrisa. Puedo tener el peor día y todo lo que quiero hacer es volver a casa y verlo. Hace que todo sea mejor".
Una agridulce historia que nos ha conmovido. Si quieres conocer más sobre la historia del pequeño, que en mayo cumplirá dos años, y sus padres, puedes ver este vídeo de Good Morning America.
Vía y Fotos | OSF Health Care
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