Hay noticias que realmente nos dejan espantados y nos hacen preguntarnos cómo es posible que suceda algo así. Pero lamentablemente ha sucedido con consecuencias fatales. Una bebé prematura murió el pasado mes de enero y otro ha sufrido secuelas por un "error farmacológico" de la Unidad de Neonatos del hospital Donostia de San Sebastián.
Las recién nacidas venían evolucionando bien después del parto, y habían mostrado un cambio de actitud “movida y vital”, pero mientras permanecían ingresadas en la incubadora se les suministró durante dos días un potente anestésico en lugar del suero alimenticio que les correspondía.
Una de ellas nació el 21 de noviembre, con 800 gramos a las 25 semanas, y ha logrado sobrevivir con secuelas, mientras que la otra nació el 27 de diciembre, con 600 gramos en la semana 24, y falleció el 8 de enero.
Según El Diario Vasco, las dos mostraron un gran decaimiento a partir del 2 de enero, cuando se sospecha que pudo producirse la equivocación. Tres días después, el 5 de enero, fueron los propios sanitarios del área de Neonatología quienes detectaron que había ocurrido un cambio de medicamentos, ya que el envase del anestésico y el del alimento son muy similares, y así se lo comunicaron a los padres.
Una de ellas falleció tres días después y al realizarle los análisis, estos mostraron que poseía una gran cantidad del anestésico Propofol en sangre.
La otra niña necesita una sonda permanente de oxígeno, aunque se desconoce todavía el alcance de las secuelas que puede haberle dejado el fármaco. La pequeña había sido operada tres veces previamente y había remontado.
Un error injustificable
El Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) ha reconocido el cambio de medicamentos en un informe que ha entregado a las familias.
El abogado Carlos Gómez Menchaca, que representa a los padres de las niñas, señala que a pesar de que las cajas de los medicamentos sean muy parecidas y eso pudo ser el motivo, se trata de un error "absolutamente injustificable", ya que el Propofol, que "tiene un circuito especial para su dispensación y debe ser autorizado por un anestesista" no debería estar en una unidad de neonatos.
Los padres reclaman una indemnización que oscila entre los 150.000 euros para cada uno de los padres de la niña fallecida, 60.000 para la madre de la niña que ha sobrevivido con secuelas y 400.000 para ella.
Vía | El Diario Vasco
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