Sucede en pleno siglo veintiuno y en Estados Unidos, aunque parezca mentira. Debido a la política de inmigración de tolerancia cero de Trump, los niños que llegan con sus padres de forma ilegal al país están siendo separados de ellos forzosamente en la frontera. Ayer hemos conocido unas angustiosas grabaciones salidas a la luz que registraron el sufrimiento de estos niños llorando desconsoladamente al ser separados de sus familias.
Bajo cualquier circunstancia, los menores de edad deben estar siempre junto a sus familias siempre que no sea contraproducente para ellos. Estos niños se encuentran solos, enjaulados y aislados en centros de detención fronterizos, viviendo una situación traumática y sin saber qué será de ellos. Son tratados como delincuentes y ni siquiera pueden ser tocados o abrazados por los agentes de inmigración para darles consuelo. Pero no son delincuentes, son niños, y no deberían ser jamás separados de sus padres.
Un derecho fundamental del niño
Estados Unidos es el único país en el mundo que no ha firmado y ratificado la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños. Y claramente, se lo han saltado a la torera. Dicho convenio expresa en su artículo nueve lo siguiente:
"Los Estados Partes velarán porque el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en casos particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o descuido por parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño".
Separarlos contra su voluntad es una violación de sus derechos y desde luego, es inhumano que niños pequeños, algunos de ellos bebés, sean arrebatados de sus padres.
Como si todo esto fuera poco, en medio de la crisis humanitaria, Estados Unidos acaba de anunciar además que abandona el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
No son delicuentes
Los mayoría de los padres que se arriesgan a cruzar con sus hijos la frontera de los Estados Unidos están huyendo de la guerra y la violencia en sus países de origen. No son delincuentes, y mucho menos lo son los niños.
Los menores ya están atravesando de por sí una situación de estrés, por lo que son niños que merecen ser protegidos y permanecer con sus familias en todo momento hasta que se encuentre una solución.
Unicef ha denunciado a Estados Unidos
La directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Henrietta Fore, expresó en un comunicado que "parte el corazón ver como niños, algunos de ellos bebés, y que buscaban refugio en Estados Unidos, son separados de sus padres".
Los niños NO deben ser separados de sus familias por su estatus migratorio.
— UNICEF en español (@UNICEFenEspanol) 19 de junio de 2018
El interés superior de los #niños refugiados y migrantes debe primar en la aplicación de los procedimientos y leyes de asilo de #EstadosUnidos → https://t.co/i5P5TTLtue#AnteTodoSonNiños pic.twitter.com/CCrGvobAD6
Por su parte, el portavoz de Unicef, Christophe Boulierac dijo que "no es aceptable" tener a los menores encerrados y separados de sus progenitores y subrayó "que es terrible no ser capaz de consolar y ayudar a un niño tocándolo, porque los niños necesitan afecto y cariño". Recordamos que las personas que cuidan de los niños en dichos centros no están autorizados a tocar, acariciar o abrazar a estos menores.
El trauma de ser separados de sus padres
Aproximadamente dos mil menores inmigrantes han sido separados de sus familias en la frontera con México en las últimas seis semanas. La detención de estos niños y la separación de las familias "son experiencias traumáticas que pueden exponer estos niños a explotación y abuso", añadió Fore, además de "generarles un estrés tóxico".
El trauma que causa a un niño ser separado a la fuerza de sus padres es evidente y ha sido ampliamente estudiado por psicólogos.
Os sonará el trastorno de ansiedad por separación, un síndrome que la mayoría de los niños experimentan como parte natural de su desarrollo emocional alrededor de los siete u ocho meses ante el temor de reconocer que son personas independientes. Es frecuente que al no ver u oír a su madre/padre, el bebé sienta angustia y llore desconsoladamente pues siente que lo han abandonado; todavía no es consciente de que solo te has ido a la habitación de al lado.
En algunos niños, la angustia de separación puede volver a hacer presencia ante distanciamientos puntuales de sus padres. Como comentamos, aunque el bebé lo vive con mucha angustia forma parte de del desarrollo de su individualidad, y hay diversas estrategias para sobrellevarla de la mejor manera posible para que el niño no sufra.
Las consecuencias de ser separados de su familia
Esa misma sensación de desolación, pero aumentado al ser más consciente, experimenta un niño que es separado forzosamente de sus padres de forma traumática. Ser arrebatado de su familia es uno de los mayores traumas infantiles, una situación que el niño vive con gran angustia y ansiedad, y puede condicionar su salud mental a futuro.
A corto plazo siente miedo, incertidumbre, desconcierto, ya que es arrebatado de la seguridad que la proporcionaba su figura de referencia, papá, mamá o el familiar con el que se encuentre. A largo plazo, haber sido separado forzosamente de su familia, afectará la manera de relacionarse con los demás en el futuro y predispone al niño a sufrir problemas psiquiátricos en la edad adulta.
“Cualquier separación forzada es muy estresante para los niños y puede causar traumas de por vida, así como un mayor riesgo de otras enfermedades mentales, como depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático”, manifestó la doctora Altha Stewart, de la Asociación Americana de Psiquiatría.
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