Tal como os anunciábamos hace dos días, hoy es el Día Internacional de la Mujer (o de la Mujer Trabajadora). Las efemérides tienen el objetivo de poner el énfasis en aspectos concretos de la vida social y cultural, o de recordar causas concretas que afectan a distintos colectivos, la verdad es que en este caso, cualquier día del año es bueno para festejar que somos mujeres y podemos ser madres, y también para pedir que queremos tener las mismas oportunidades que los hombres.
En mi opinión el alejamiento de los roles tradicionales ha tenido cosas buenas, aunque deberíamos encontrar la forma de recuperar nuestra esencia femenina, y de buscar ocasiones para conectarnos con nuestros hijos, es difícil cuando estamos tan ocupadas ¿verdad? Un estudio de Clearblue publicado esta misma semana nos cuenta que una de cada diez mujeres españolas afirma que se ha planteado dejar su trabajo al decidir tener hijos. Se refieren (claro) al trabajo remunerado que desenvolvemos fuera del hogar, porque el hecho de cuidar de la familia ya supone en sí una ocupación, y no necesariamente se debe considerar como una carga, sino de forma satisfactoria.
Yo lo veo así (muchos pensaréis ‘¡qué idea tan anticuada!’): cuando cuidamos en exclusiva de los hijos y del hogar (que no de la casa) también nos ocupamos directamente del futuro. En cambio al salir a trabajar, además de perdernos parte de la crianza y la educación de los peques, puede que estemos sometidas a horarios que no queremos o a las ocurrencias de nuestros superiores.
Pero mirando todo este asunto de una forma más global, soy consciente de al trabajar fuera de casa muchas mujeres se sienten realizadas, además cualquier trabajo tiene una utilidad para la sociedad, y es bueno sentirse parte del engranaje. Por otra parte ¿no es una suerte hoy en día poder decir ‘tengo trabajo’?
¡Qué bueno sería poder escoger! ¿verdad? sin ningún tipo de condicionamiento: quiero dedicarme a la crianza y educación de mis hijos, prefiero realizarme profesionalmente sabiendo que mi pareja está con los peques, tengo la suerte de poder conciliar, dejo mis ocupaciones laborales durante unos años, y después las reprendo, etc.
El estudio de Clearblue también habla sobre el aplazamiento de la decisión de tener niños por motivos profesionales o de estudios (esto nos ha pasado a muchas, incluida a mí, y creedme, me resulta duro reconocer que he racionalizado un hecho tan natural como el de la reproducción).
Fijaros qué curioso, cuando se habla de ‘reloj biológico’, hacemos referencia a la necesidad de ser madre, y asumimos como si de una verdad absoluta se tratara, que ‘no empieza a sonar’ hasta que la mujer no tiene 30 años. Creo que no es cierto en absoluto, porque la edad fértil empieza mucho antes: la Naturaleza es sabia, y conoce el hecho de que una mujer de 24 años tiene más energía y salud para criar a un hijo, que cuando ya ha cumplido los 35.
Pero no nos alarmemos, porque tenemos derecho a ser madres, aunque nos demos cuenta tarde, lo único que pretendo es llamar la atención sobre este hecho, además los hijos te hacen sacar fuerza de dónde sea. Evidentemente existen ventajas y desventajas de tener bebés a unas u otras edades, pero me sorprende que un tercio de las mujeres encuestadas para el estudio piensen que por encima de los 45 todavía pueden quedarse embarazadas. Como vimos hace poco los embarazos tardíos conllevan una serie de riesgos, empezando por la dificultad de concebir, pensemos que el cuerpo a los 40 ya lleva 25 años produciendo óvulos, y estos ya no tienen la misma calidad que cuando se es más joven.
Para finalizar, quiero volver a ese porcentaje que nos dice que una de cada diez mujeres ha pensado en dejar su trabajo (a veces porque el jefe pone mala cara cuando se anuncia el embarazo), y transmitirles que no se van a sentir fuera de la sociedad si se dedican sólo a los niños, y además la experiencia de ser madre en exclusiva es inigualable, ¡merece la pena!
Imagen | Krisztina.Konczos En Peques y Más | La conciliación laboral y familiar en época de crisis, Los hijos se ven como una carga tanto económica como logística que nos hacen perder nuestro tren de vida. Entrevista con Núria Otero Tomera