Tan sólo hace tres días que Amanda Todd se ha suicidado, era una niña canadiense que tenía 15 años, a la que sus compañeros la habían sometido a un continuo hostigamiento, con agresiones físicas intencionadas incluidas.
En España, el primer caso de suicidio a causa del acoso escolar fue el de Jokin, quien se tiró desde la muralla de Hondarribia porque no soportaba la idea de tener que volver a la clase dónde le humillaban y golpeaban. Fue en 2004, y creo que ya es hora de que todos nos mentalicemos de que estas cosas ocurren y de que la responsabilidad de evitarlas es conjunta. Sé que resulta más cómodo mirar a otro lado cuando leemos este tipo de noticias, pero ¿de verdad es lo más saludable para la sociedad?, y ¿qué me decís de las víctimas y sus familiares?, ¿no merecen ni tan sólo una pequeña reflexión por nuestra parte?
El vídeo que encabeza este post fue grabado por Amanda Todd una semana antes de quitarse la vida… una débil señal de auxilio mediante la que relataba lo que le estaba ocurriendo.
Y ¿sabéis que?, aunque no es posible ver el lado positivo de todo esto, si que podemos educar a nuestros hijos. Enseñarles que si son acosados pueden encontrar ayuda contándolo, y que no deben convertirse en acosadores ni tampoco en espectadores.
Y queda la esperanza de que sean los propios niños los que se presten apoyo unos a otros, y lejos de callar, más allá del miedo, demuestren a los que acosan que las víctimas nunca estarán solas. En este sentido me gusta mucho este vídeo que pongo a continuación:
"Libre, oh libre mis ojos seguirán aunque paren mis pies", fueron las palabras que Jokin escribió en Internet horas antes de morir. Para mí es una frase que nos invita a convertirnos en miembros activos de una sociedad que rechaza el bullying, en personas receptivas que sabrán escuchar a los niños que se convierten en víctimas de estas situaciones.
Vía | Contra el acoso escolar En Peques y Más | 'Después de Lucía': una película para abrir los ojos y volver la mirada hacia el bullying, Estrategias para prevenir el suicidio en adolescentes