Una de las cosas que sorprenden cuando vas a ver en vivo una cabalgata de Reyes es el lanzamiento de caramelos y otras chuches a los asistentes al evento y en especial a los niños que asisten atónitos en la primera fila viendo a sus personajes favoritos y esperando a los Reyes Magos al final. Aunque en muchas ocasiones los caramelos acaban en las alforjas, bolsas, bolsos e incluso en los paraguas invertidos que se llevan muchos asistentes, es cierto que muchos caen al suelo y no se pierden porque enseguida se producen remolinos de niños y mayores para recogerlos especialmente los que caen a los pies.
Ante esta situación y en una decisión muy cuestionable, más que nada porque tratar a los asistentes a las cabalgatas con un sentido me parece que excesivamente protector, la Alcaldía de Madrid, a través del delegado del área de Gobierno de Seguridad y Emergencias, ha dicho que hay que extremar las medidas de seguridad en aquellos tramos en los que no exista vallado de protección en las cabalgatas. Aunque eso sí, ha dicho que habrá cabalgatas, que el lanzamiento de caramelos estará permitido en todas las cabalgatas, siempre que halla vallado, y que aquellas personas que vayan a pie acompañando las carrozas sí podrán repartir dulces y otros obsequios entre los asistentes aunque el recorrido no esté protegido por vallas.
Así que me parece que esta será la solución, animar a los que viajan en las carrozas lanzando caramelos, en muchas de las carrozas son niños los que lo hacen, a bajarse y a dejar caer los caramelos en las bolsas de los niños que asistan. Aunque también han comentado que si los niños están abajo puede ser peligroso para ellos porque se distraen, se pueden extraviar y es muy difícil que aguanten toda la cabalgata paseando.
La cabalgata de Madrid tiene la característica de que está vallada en todo el recorrido aunque son las cabalgatas de otros distritos, y que finalmente van a celebrarse, donde las cabalgatas no tienen el espacio protegido.
Esperemos que la noticia no vaya mucho más allá y que no se quite la ilusión a los niños con medidas excesivamente proteccionistas y esperando que todos los que asistimos nos comportemos de la mejor forma posible vigilando a nuestros peques y prestándoles la mayor atención. El objetivo es pasar una tarde muy divertida llena de sueños e ilusiones y que finalmente tenga su sentido a la mañana siguiente al ver las caritas de los niños abriendo sus regalos.