Los niños concebidos por técnicas de reproducción asistida tienen un 50% más de probabilidades de padecer anomalías congénitas respecto a los concebidos de forma natural, según estudios recientes.
La noticia llega de la mano de la Sociedad Española de Cardiología (SEC): nos cuentan también que la incidencia de malformaciones cardiacas congénitas establecida por distintos estudios epidemiológicos es de entre cinco y ocho casos por cada 1.000 recién nacidos con vida, mientras que en los niños nacidos por técnicas de reproducción asistida es más alta, de entre 10 y 15 casos por cada 1.000 recién nacidos vivos. Uno de los trabajos más recientes que demuestra este riesgo es el estudio poblacional francés basado en el Registro de Malformaciones Congénitas de París y publicado en European Heart Journal.
Las causas de esta mayor incidencia de anomalías cardiacas en niños nacidos gracias a una FIV con o sin ICSI no se conocen con exactitud. Podría ser la edad de los progenitores, la esterilidad que ha conducido a la reproducción asistida, e incluso algunos problemas relacionados con las propias técnicas. Incluso se pueden valorar como causas los tratamientos hormonales o la existencia de antecedentes familiares
Malformaciones cardíacas en niños concebidos por técnicas de reproducción asistida
Las malformaciones cardiacas mencionadas pueden ser de muchos tipos y de una gran variabilidad, es decir, de muy poca a mucha gravedad. Pueden afectar a los tractos de salida de los vasos que salen del corazón, la arteria aorta y pulmonar, así como a la comunicación intraventricular. La doctora Dimpna Calila Albert (miembro de la SEC y médico adjunto del Hospital Materno – Infantil Vall d’Hebron / Barcelona), ha mencionado estas y otras malformaciones.
Las anomalías congénitas del corazón se pueden detectar de forma precoz, entre la semana 14 y 16 de gestación, gracias a las ecocardiografías fetales. Las mujeres que se quedan embarazadas tras someterse a una técnica de reproducción asistida son objeto de un seguimiento más continuado y estrecho, a fin de detectar estas malformaciones ya en el embarazo.
“La mayoría de los casos se pueden corregir con cirugía después de nacer y, a veces, incluso antes del nacimiento, en el útero de la madre, de forma exitosa”, expone la Dra. Albert.
La primera técnica de cirugía cardiaca para corregir una cardiopatía congénita se llevó a cabo en 1938 en Boston. La cirugía cardiaca de estas cardiopatías congénitas a corazón abierto comenzó a practicarse alrededor de 1950. En 1953, los doctores Gibbon, marido y mujer, desarrollaron el oxigenador de membrana, que es el pulmón que permite parar el corazón y hacer la circulación extracorpórea. Y, recientemente, en la década de los 80-90, esta cirugía ha experimentado avances espectaculares que han mejorado notablemente sus resultados, sobre todo con la cirugia neonatal
Al ser una cirugía reciente se desconoce la esperanza de vida global de los pacientes intervenidos. No obstante, actualmente el 85% de los pacientes con una cardiopatía congénita llega a la vida adulta y, gracias a la cirugía cardiaca, se ha conseguido reducir la mortalidad de estos pacientes a solo un 2%, en los casos más complejos.
Faltan más estudios prospectivos y registros
Todavía no está suficientemente estudiada la asociación entre riesgo aumentado de cardiopatías congénitas en niños fruto de una FIV u otras técnicas de reproducción asistida. Y esto es porque faltan estudios para determinar las causas exactas de este mayor riesgo y estudios prospectivos: de seguimiento de los hijos fruto de una técnica de reproducción asistida desde un momento puntual en adelante.
También se deberían realizar registros poblacionales de malformaciones cardiacas, donde se incluya el tipo de técnica efectuada.
Imagen | mahalie Fuente | Sociedad Española de Cardiología