"Gerardo y los cuentos de la abuela" o la unión hace la fuerza. Una reflexión sobre cómo se resuelven los conflictos

"Gerardo y los cuentos de la abuela" o la unión hace la fuerza. Una reflexión sobre cómo se resuelven los conflictos
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¿Os acordáis de cuándo os contábamos sobre que Narval había recibido un premio Telva?, en esa ocasión relacionábamos algunas de las lecturas de la editorial que más nos han gustado, y anticipábamos que habría más.

Pues eso, este es el principio de ese “más”, y se llama “Gerardo y los cuentos de la abuela”. Os lo traemos casi casi recién editado (es de principios de abril), y los responsables de la historia e ilustraciones (respectivamente) son Cristobal Pagán y María Serrano. Este cuento (y el sustantivo se queda corto, aviso) fue finalista en la XV edición del Premio de cuentos Ilustrados de la Diputación de Badajoz en 2012. De él podría decir que es sorprendente, emocionante, divertido, entretenido….; pero sobre todo diré que esconde un mensaje dentro de uno o varios de los pequeños ‘cuentos’ que se han dejado atrapar por este Cuento. ¡Uf! que lío, pensaréis, pues eso no es nada; pero que nadie se asuste porque una trama aparentemente compleja para niños es convertida en todo un reto muy asequible para peques de más de 10 años, por obra y gracia de Cristóbal.

Empezaré por el principio y no sé como acabaré (pero lo haré, prometo). Gerardo tiene una hermana pequeña, se llama Ariadna, es un poco pesada como corresponde a su posición en la familia, le gustan las princesas y desordenar los juguetes del mayor, ya sabéis. También tiene cuatro abuelos y dos padres con profesiones muy interesantes, quienes no pueden competir en lo tocante a entretener a sus hijos, con Pilar (una de las abuelas), quien enseña al nieto a pasarse pantallas en la videoconsola (hecho que me hace quedar a la altura del betún) y se inventa cuentos maravillosos.

El caso es que un día la faringitis deja a Gerardo en la cama, y llega Pilar para cuidarlo, y como a Ariadna aún no la han llevado al colegio, el cuento debe tener algo de príncipes y princesas; aunque también tiene mucho de reinos enfrentados por un enemigo común, de discordias, desencuentros, y pocas ganas de hacer las cosas bien… casi como en la vida real.

Cuando a mitad de cuento Ariadna se marcha, Gerardo ya está tan ‘pillado’ por la trama que no protesta. Y yo no sé si os debería contar algo sobre los cuentos que hay dentro del cuento que relata la abuela, pero a saber que Érythro y Chrysa son los herederos de esos dos países tan diferentes entre sí como los colores con los que está hecho absolutamente todo, y que caracterizan a animales, personas, plantas, objetos y ‘TODO’ (a saber: el rojo y el amarillo respectivamente).

Y también es interesante saber que no se ponen de acuerdo ni para nombrar a la ‘bestia’ contra la que luchan (eso es lo que creen, porque en verdad los somete). Así que al Dragón de Niebla unos lo llaman, Terio y otros Tyela

No va mal encaminada Chrysa en la sospecha de que la solución es olvidar diferencias para conseguir fuerza y unión, pero si no llega a ser por el anciano marrón y los encantadores habitantes de Cromatia, poco se podría haber hecho, porque para contar los impedimentos que surgen a los príncipes, no hay bastante con los dedos de las dos manos. Eso sí, la gesta es de lo más arriesgada, primero porque las diferencias convierten a las personas en orgullosas de sí mismas e incapaces de colaborar (lo que os decía: como la vida misma), y segundo porque el dragón medirá así como una colina, ¡como para atreverse!

La solución estaba en el naranja, no os digo más. O sí, os digo además que esa solución da lugar a un mundo cromático que si no llega a ser porque más de uno se quita el velo de los ojos, no se hubiera mostrado.

¿A quién gustará este cuento? a padres que creen que los conflictos se resuelven con el diálogo y la tolerancia, a los niños que devoran libros con avidez, y a los que emocionan las aventuras, a las niñas a las que la novela de aventuras no ‘dice nada’ pero las princesas y los príncipes sí. A los padres que creen en la idoneidad de acercar diferentes géneros literarios a los hijos; y a aquellos a los que no les importa perder 30 minutos cada día leyendo o inventándose historias para sus retoños. A los abuelos y abuelas que leyeron a los que hoy somos padres y…

“Gerardo y los cuentos de la abuela”, o lo que es lo mismo: deja de ver el mundo de dos colores, porque hay muchas más posibilidades. Ya estáis yendo a la librería a por él.

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