Hace algunos años que distintos profesionales de la salud infantil están alertando sobre la excesiva sexualización / erotización en nuestra sociedad acomodada. Las consecuencias de todos los estímulos inapropiados que reciben los niños, y muchos padres aceptan como válidos, no se dejan esperar: niñas que desean aparentar ser adultas, menores de 16 años que desfilan como modelos profesionales, pequeñas que son sometidas a los caprichos de la estética por sus propias madres, …
Estamos ante un problema de gran alcance ante el cual poca gente reacciona, pero ¿es que nos parece saludable que niñas de solo cuatro años reciban un mensaje relacionado con el triunfo mediante la imagen, en lugar de aprender a apreciar sus propias cualidades?
Al margen de que, por supuesto, los niños deberían pensar en pocas más además de jugar, aprender y ser felices. Hablamos hoy sobre hipersexualización, y debemos saber que se trata de un concepto que hace años creó la sexóloga canadiense Jocelyne Robert. Pretendía acuñar una palabra que permitiera ajustarse al significado de ‘representar’ al niño como una especia de adulto sexual en miniatura.
Chicas sexy en cuerpo de niñas pequeñas
Quiero dejar claro que no sólo son las niñas las que reciben estos mensajes, también se observa empeño en convertir a pequeños aventureros en auténticos hombrecitos. Sin embargo, en el caso de las chicas se deja entrever un trasfondo preocupante: muchas veces se las convierte en meros objetos sexuales, y peor aún, puede que incluso lo asuman con naturalidad, como afirmaba Olga Carmona en esta entrevista para Bebés y Más.
Hay un interés creciente por parte de ciertos sectores de la moda y la imagen, en borrar el desarrollo natural de la infancia, para ‘adelantar’ etapas, y que los niños se vean abocados a crecer antes de tiempo, sin que ellos hayan ejercido su poder de decisión (al menos conscientemente).
Se ha venido promoviendo el estereotipo de niña – mujer, obviando las consecuencias que ello pueda tener para la salud de las pequeñas. En primer lugar se inhibe la adquisición de criterio propio, y el ejercicio de las libertades reales, y se hace tan sutilmente que una niña de siete años que quiere vestirse como una adolescente y moverse como un personaje de su serie para chicas de 15, cree ser libre y estar tomando decisiones.
La niñez es una etapa crucial en el desarrollo de la persona, y durante ella – aprovechando que se goza de la protección y el cuidado de los padres -, los peques deben aprender habilidades sociales, resolución de problemas, empatía; también desarrollar su motricidad, despreocuparse por lo que se lleva puesto y concentrarse en jugar libremente… entre otras cosas. Pero desde luego no a maquillarse en exceso, a subirse encima de unos tacones, ni a participar con poses eróticas en la práctica del sexting.
Creo que las consecuencias son impredecibles, aunque las podemos intuir, como es el caso de la aparición de trastornos de la alimentación (y cada vez más pronto), pero de lo que no me cabe duda es que interferir en el desarrollo saludable de un niño puede acarrearle problemas serios en la edad adulta.
Según la profesora Amparo Moreno (de la Universidad Autónoma de Madrid), se ha producido una aceptación social del papel de mujeres que en realidad son niñas. Emulando imágenes a las que han accedido a través de los medios de comunicación, las niñas se animan a proporcionar imágenes y comportamientos, que por edad no les corresponden.
¿Pero no es verdad que somos seres sexuados desde la infancia?
Antes de mostrar algunas actuaciones encaminadas a frenar esta tendencia, me gustaría dar una respuesta clara para todos los que no ven problema en la hipersexualización de niñas y niños, alegando que la sexualidad existe en todas las etapas de la vida.
Esto es verdad, pero sus manifestaciones mientras los niños son pequeños (y pequeños desde mi punto de vista lo son hasta que tienen como mínimo 11 / 12 años), se traducen en la curiosidad, el conocimiento y la aceptación de uno mismo, la exploración del cuerpo, el aprendizaje del respeto hacia los demás, ...
Más adelante, cuando son grandes, sigue siendo necesario realizar educación sexual, pero no desde luego poniendo el énfasis en las relaciones coitales y los métodos anticonceptivos, sino integrando esta información en un contexto más amplio que dé respuesta a las emociones y las vivencias particulares.
Ejemplos de responsabilidad
En el año 2007, la Asociación de Psicología Americana un extenso documento en el que denunciaban la tendencia sexualizadora de las sociedades modernas. Hace seis años ya existía preocupación por el hecho de que ropa, juguetes, vídeo juegos, etc. se centren demasiado en el erotismo.
Hace dos años Reino Unido tomó las riendas, y se habló de proteger a los más pequeños prohibiendo la venta de ropa infantil sensual, los anuncios eróticos, y hasta los vídeos musicales insinuantes. Se empezó a recomendar la restricción en la divulgación de imágenes eróticas en lugares u horarios que afectaran a los niños.
En el año 2012 la senadora francesa conservadora Chantal Jouanno, propuso prohibir que modelos menores de 16 años posaran para marcas de moda o concursaran en certámenes de belleza.
Y también en Canadá se está interviniendo, puesto que desde las escuelas se pretende despertar conciencia. En la provincia de New Brunswick han empezado a organizar proyectos y publicar material de apoyo.
Catalina Ferrer, académica en la Universidad de Moncton, afirma que ‘La idea es que los padres se unan y decidan, junto a sus hijos, mínimos éticos sobre las conductas sexuales adecuadas a la edad de los jóvenes’.
Entre las soluciones que a nivel particular se pueden adoptar está la educación desde la familia. Si somos conscientes de que, como consumidores, podemos decidir entre las diferentes ofertas que encontramos mientras hacemos la compra, también deberíamos discernir la idoneidad de las imágenes, contenidos e informaciones que permitimos recibir a nuestros hijos. Pero sin duda, toda solución debe empezar mediante una reflexión individual acerca del problema, y de cómo queremos que sea la infancia de nuestros hijos.
Desde luego no sería nuestro papel como padres promover conductas de contenido erótico en los niños, aunque, claro está, no tiene nada de malo que una niña coja el lápiz de labios de su madre y maquillarse para imitarla, como hace la peque de la segunda foto.
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