No es la primera vez que comentamos que la higiene es saludable pero un exceso de esta puede llegar a perjudicarnos. Lo hicimos cuando compartimos una información de Mónica Salazar sobre contaminantes domésticos, y también cuando hemos hablado sobre las consecuencias de un exceso de higiene corporal en los niños.
Como madre me preocupo por nutrir, cuidar, acompañar y proteger a mis hijos, pero esa protección no incluye que los suelos brillen hasta parecer espejos o que la casa huela a ambientador. La complejidad química de los productos de limpieza actuales puede convertirlos en perjudiciales para el medio ambiente. No así el bicarbonato, el vinagre y el jabón casero que se utilizaban hace tan solo 50 años.
Este artículo de la Colla (algo así como “el grupo”) ecologista la Carrasca de Alcoi (Alicante), se llama ‘Obsesión por el brillo’, y lo siento porque el enlace parece estar sólo en catalán. De todas formas yo lo voy a resumir un poco.
Obsesión por la limpieza
Vivimos rodeados de productos químicos que utilizamos en nuestro hogar (y eso sin contar con los detergentes habituales), tales como insecticidas, desatascadores, etc. Muchos de ellos contienen sustancias innecesarias e incompatibles con la vida.
Los residuos peligrosos y especiales son complicados de tratar a no ser que se disponga de instalaciones para ese uso, esto es en nuestro país porque fuera de las fronteras la conciencia medio ambiental es superior.
Por lo tanto entre las opciones que tenemos para reducir nuestro impacto sobre el entorno natural al utilizar estos productos, están soluciones sencillas como agotar los envases por completo antes de desecharlos y utilizar la mínima cantidad posible. También deberíamos seleccionar lo que realmente es imprescindible para tener la casa limpia.
Los detergentes son un poco especiales ya que de la evolución del “jabón de siempre” ha surgido todo un ejército de productos ‘super, híper, mega, plus’ con megaperlas, ultraagentes limpiadores y oxigeno activo. Una acaba preguntándose si cabe la ropa en el tambor después de todo eso
¿Existen alternativas a convertir nuestro entorno en tóxico?
Pues claro que sí, al fin y al cabo mi abuela también vivía en una casa (quiero decir que no estoy hablando de la Prehistoria) y la tenía perfectamente limpia y perfumada sin utilizar tantas botellas con ingredientes extrañísimos. Una situación ideal sería quizás realizar una selección de lo que necesitamos y complementarlo con productos naturales.
Desde este grupo ecologista nos cuentan que los fosfatos no son imprescindibles para limpiar (y además contribuyen a agotar el oxígeno de lagos y ríos). Como detergente habitual se puede utilizar el jabón de escamas.
Limpiar y aromatizar el inodoro con vinagre blanco y aceites esenciales nos evita la utilización de otras sustancias mucho más peligrosas.
Se puede desinfectar con una mezcla de bórax disuelto en agua (las proporciones están en el artículo original), lo utilizaremos en suelos, paredes, bancos de cocina y fregaderos. Yo personalmente prefiero el bicarbonato, creo que aún es más inocuo.
Jabón verde para el horno, sosa para los desagües… creo que si hay alguien que tenga interés en reducir el impacto que suponen algunos productos, puede informarse y probar, todo es cuestión de proponérselo.
La limpieza nos permite sobrevivir pero puede acabar dañando nuestro entorno. La proliferación de productos de limpieza es tal, y su composición tan agresiva en algunos casos que una agradable sensación de pureza en nuestro baño se puede transformar en peces flotando sobre la superficie de un lago
Yo sí que he comprobado la eficacia de las soluciones naturales aunque no he prescindido del todo de otros productos industriales. Me siento más tranquila por el medio ambiente y por no tener tantos químicos en casa.
Imagen | go_greener oz
Fuente | Colla Ecologista La Carrasca
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