Las cifras de accidentes infantiles y sus consecuencias son un problema cultural a corregir. Entrevista con M. Angeles Miranda

Las cifras de accidentes infantiles y sus consecuencias son un problema cultural a corregir. Entrevista con M. Angeles Miranda
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Hoy tenemos con nosotros a M. Angeles Miranda, que es experta en prevención de accidentes y seguridad vial, se ha especializado en instalaciones destinadas a la infancia, creando las auditorías de seguridad infantil/evaluaciones de riesgo infantiles, en centros educativos y de ocio, además del Sello de Calidad S+. Nuestra invitada es también Socia fundadora y Vicepresidenta de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil e integrante del Comité Técnico de Normalización AEN/CTN 172/SC4 Material, servicios y centros destinados a la infancia.

Desde el año 1990 he dedicado mi vida profesional al mundo infantil, tras un largo camino formándome en diferentes ámbitos, mis objetivos movidos por una pasión desbordante a mi trabajo se centran en la especialidad de seguridad y prevención de accidentes infantiles

En su haber cuenta con otros méritos que nos dan mucha confianza, y por eso le hemos pedido que nos hable sobre Seguridad Infantil, un tema tan importante como olvidado en ocasiones.

Los accidentes son la primera causa de mortalidad infantil en países desarrollados

Peques y Más.- Probablemente el verano sea la época en la que más accidentes infantiles suceden por diversas circunstancias, ¿es así?. Y, al margen de la temporada estival, ¿cuáles son los tres tipos de accidentes que con más frecuencia ocurren durante la infancia?

M. Angeles Miranda.- Efectivamente en la época estival los accidentes infantiles aumentan un 20%. Las vacaciones, la relajación, el aumento de trayectos en automóvil y sobre todo no prevenir situaciones de riesgo en los entonos desconocidos o poco habituales como son los destinos vacacionales, son las causas de este crecimiento.

En cuanto a los accidentes más frecuentes en la infancia, estos son:

Las caídas al mismo o distinto nivel: intervienen como factores de riesgo los periodos de transición evolutiva (desarrollo motriz, adquisición de habilidades), y la curiosidad infantil.

Las asfixias por inmersión y/ o por obstrucción de cuerpo extraño, la falta de supervisión y de educación son los agentes principales de que se produzcan.

Las intoxicaciones, los niños son curiosos por naturaleza, la falta de dispositivos para evitar el acceso a sustancias tóxicas da vía libre al menor para experimentar.

Se deben promover políticas de salud que generen espacios adecuados a los niños

En todos ellos, la adaptación de los espacios y la supervisión adulta son las medidas de prevención más eficaces. Con ambas podemos conseguir que los niños se desarrollen sin riesgos: deben caer, pero sin consecuencias graves, deben disfrutar de elementos como el agua, pero sin riesgos, deben investigar, tocar, probar, etc., pero con elementos adecuados a sus necesidades.

PyM.- Un accidente es un suceso imprevisto, por supuesto, pero ¿crees que es posible reducir la cantidad de accidentes infantiles que suceden, e incluso de minimizar las consecuencias mediante la prevención?

MAM.- Según la OMS “Un accidente es un hecho eventual, anómalo e involuntario del cual resulta daño físico o psíquico, como consecuencia de una falta de prevención o defecto de seguridad”.

De esta definición podemos concluir que con medidas preventivas que eliminen el riesgo o minimicen las consecuencias, los accidentes son evitables. En el caso de la infancia las características y necesidades de los niños en función de su desarrollo evolutivo han de incorporarse a la prevención para poder adoptar las soluciones más eficaces.

PyM.- El volumen de accidentes y su consecuencias, ¿son preocupantes en los países de nuestro entorno? ¿de quien es la responsabilidad de evitar, prevenir, incidir (familias, gobiernos, sistema educativo, sociedad...).

Decía Einstein que “Dar ejemplo no es una manera de educar, es la única manera”

Los accidentes son la primera causa de mortalidad infantil en países desarrollados como el nuestro. A este dato debemos sumar las consecuencias para darnos cuenta de la magnitud del problema: Según datos del European Child Safety Alliance (ECSA), el 70 % de los accidentes infantiles precisa de algún tipo de atención o cura, dentro de este grupo entre el 30% y el 48% necesita además traslado y asistencia en un centro hospitalario, las mismas fuentes nos indican que por cada menor fallecido, 160 niños necesitan ingreso hospitalario y 2000 son atendidos en los servicios pediátricos de urgencias.

El tributo a pagar por los accidentes infantiles no queda aquí, porque además de las cifras resultantes en el gasto sanitario, se deberían añadir otros gastos y daños morales como los años de vida potencialmente perdidos en caso de fallecimientos, las limitaciones, minusvalías, desfiguraciones, amputaciones, afectaciones psicológicas, sufrimientos morales y físicos, tanto de los niños como de los familiares y cuidadores, el absentismo escolar, el absentismo laboral de las familias que de cuidar de su recuperación, etc.

Evitar estas cifras y sus consecuencias es de base un problema cultural que se debe corregir mediante concienciación e incorporando la cultura preventiva de forma natural en nuestras vidas, dejando atrás el “a mí no me va a pasar” por la autoprotección.

A nivel legislativo tenemos dos ejemplos en los que fijarnos por los excelentes resultados obtenidos reduciendo considerablemente la siniestrabilidad en ambos casos:

  • Por un lado las LPRL, el punto de partida para generar cultura preventiva en el trabajo como un derecho, hasta tal punto que los trabajadores valoran que sus centros y puestos sean seguros y por lo tanto saludables.

  • Por otro las estrictas normativas de tráfico, basadas en penalización económica y de puntos han impulsado una mayor concienciación de los riesgos al llevar un volante. 
Con estos dos ejemplos se determina que la responsabilidad es de todos, por parte de los responsables en legislar, se deben promover políticas de salud que generen espacios adecuados a los niños, por parte de las familias debemos concienciarnos de que un accidente infantil no es un hecho fortuito, adquiriendo medidas preventivas son evitables, educando en prevención las futuras generaciones incorporaran esta cultura de forma natural.

Peques y Más.- Ahora, han empezado las clases y los intereses de los padres se desplazan, también las preocupaciones; los niños pasan mucho tiempo en el colegio, pero también deben llegar hasta él. ¿Cómo valoráis desde la asociación la seguridad de los accesos a las escuelas en nuestro país? ¿qué condiciones deben cumplir para que las entradas / salidas del cole sean seguras?

MAM.- Solo 3 de cada 10 colegios españoles disponen de un entorno seguro, la mayoría de los accesos siguen el mismo patrón que las ciudades: están hechos por y para adultos, prevaleciendo el automóvil al peatón, por este motivo, mayoritariamente las familias de hoy llevamos a los niños al colegio en este sistema de transporte, es la consecuencia de esta estructura urbanística.

Por suerte cada vez más se intenta pacificar el tráfico creando espacios más habitables, desde la asociación impulsamos y fomentamos esta transformación, aunque muchas veces topamos con nuevos desafíos estructurales que siguen sin tener en cuenta las necesidades de los menores. Una ciudad sin niños, es una ciudad peligrosa, en el caso contrario toda la sociedad sale ganando (peatones, ancianos, discapacitados, etc).

En cuanto a los requisitos de seguridad para que las entradas de los colegios (y centros destinados a la infancia) sean seguras, disponemos de un decálogo específico donde se tienen en cuenta las necesidades y características del colectivo infantil.

Remarcamos mucho la importancia de que la seguridad vial infantil es una responsabilidad compartida, de los municipios, de los centros y por supuesto de las familias que desde que bien pequeños los acompañan diariamente en las entradas y salidas. Pensemos en el impacto de un niño que acaba de recibir educación vial cuando a la salida del centro, el adulto lo espera en tercera fila, obstaculizando el tráfico y haciéndole pasar entre automóviles para llegar hasta él. Los adultos debemos ser conscientes de la repercusión que nuestro modelo de conducta tiene en nuestros hijos, la coherencia de criterios entre lo que decimos y los que hacemos debe ser la base de la formación en prevención, en cualquiera de los ámbitos en los que se desarrolle el niño.  PyM- Qué asignatura pendiente tienen nuestros colegios en materia de seguridad infantil?

Solo 3 de cada 10 colegios españoles disponen de un entorno seguro, la mayoría de los accesos siguen el mismo patrón que las ciudades: están hechos por y para adultos, prevaleciendo el automóvil al peatón

MAM.- Los centros infantiles en materia de seguridad se rigen con unas normativas generalizadas que en función del centro y de la edad de los menores a los que acoge no son eficaces. Los responsables de los centros y servicios destinados a la infancia son especialistas en educar, en gestionar, etc., de la misma forma que el colegio debe externalizar a especialistas en la prevención de riesgos laborales tal y como marca la legislación vigente en seguridad laboral, este mismo centro no reúne profesionales de la prevención de accidentes infantiles, cuando los niños son usuarios del colegio como los mismos trabajadores.

Desde la Asociación Nacional de Seguridad Infantil creemos que la misma eficacia que nos ofrece la normativa en riesgos laborales se debe aplicar a la infancia, por ello promovemos las Auditorias de riesgo infantiles, siempre desde un prisma positivo, analizando las instalaciones, los hábitos, la franja de edad, las actividades ofertadas, se consiguen centros seguros y adaptados a las necesidades de los niños y de la instalación, logrando además muchos más beneficios para todos los usuarios.

PyM- Teniendo en cuenta por otra parte que los peques pasan parte de su tiempo también en otros contextos según la edad (parques, paseos con los amigos en bicicleta, etc.), ¿qué aspectos concretos relacionados con la seguridad nos deberían preocupar más a los padres?

MAM.- De nuevo volvemos a marcar la relevancia de la base que generará cultura preventiva en nuestros pequeños, y es que como en todo, las semillas que vamos plantando en los niños irán germinando a medida que este vaya adquiriendo autonomía.

Me gustaría ilustrarlo con un ejemplo representativo y muy actual últimamente: cuando salimos con nuestros hijos pequeños en bicicleta, los llevamos con el casco de seguridad, sin embargo por cultura social o por ausencia de normativas, los adultos prescindimos en general de este sistema de protección. Esta contradicción supone que a medida que el niño sea más autónomo y pueda salir solo con la bicicleta tampoco utilizará el casco, es lo que hemos inculcado, “serás mayor y no lo utilizaras” aunque nunca lo hayamos expresado literalmente.

Por otro lado los padres y cuidadores deben examinar los espacios, públicos o privados, donde vayamos con nuestros hijos, y por supuesto no eximir nuestra responsabilidad: en la playa el socorrista no debe vigilar a nuestros hijos, en un parque el municipio debe mantenerlo pero no siempre es así, en un centro comercial los vigilantes no son los responsables de que se pierdan,...la supervisión y la anticipación que generen medidas preventivas son de las familias y cuidadores.

Evitar las cifras de accidentes infantiles y sus consecuencias es de base un problema cultural que se debe corregir mediante concienciación e incorporando la cultura preventiva de forma natural en nuestras vidas, dejando atrás el “a mí no me va a pasar” por la autoprotección

PyM.- ¿Qué podemos corregir los adultos para prevenir los accidentes infantiles?

La adaptación de los espacios y la supervisión adulta son las medidas de prevención más eficaces. Con ambas podemos conseguir que los niños se desarrollen sin riesgos

MAM.- Cada vez que ocurre un accidente infantil debemos plantearnos que ha pasado y sobre todo como poder evitarlo o minimizar las consecuencias en caso de que vuelva a ocurrir. Los accidentes en la infancia, como en todos los ámbitos, son prevenibles.

Generar políticas de concienciación y formación tanto a padres como a niños, crear espacios seguros donde los más pequeños se desarrollen sin riesgos, inculcar la autoprotección desde la más tierna infancia, y sobre todo dar ejemplo, pueden reducir la alta tasa de lesiones en la infancia y lo que es más importante, que las próximas generaciones tengan esa cultura preventiva asumida de forma natural, evitando la sobreprotección por un extremo o la ausencia de seguridad por otro.

Desde el nacimiento todos queremos que nuestros hijos alcancen su plena autonomía, para llegar a ese objetivo organizar, planificar, anticiparse a los riesgos y sobre todo dar ejemplo para inculcarle esa autoprotección que le resultará de gran valor en su vida autónoma.

Decía Einstein que “Dar ejemplo no es una manera de educar, es la única manera

Le tenemos que dar las gracias a Mari Angeles por colaborar con nosotros, teniendo en cuenta que la prevención de accidentes infantiles debería estar presente en todos los hogares. La hemos invitado precisamente para crear conciencia, y que todos nos demos cuenta de que más allá de las víctimas de estos accidentes y sus familiares, se deben poner las miras en el trabajo colectivo de toda la sociedad.

Ha sido un placer entrevistar a esta experta, gracias a la que hemos podido contar con información de calidad.

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