Entre nuestros temas de hoy hemos escogido “de nuevo” hablar sobre las relaciones entre hermanos, especialmente sobre la manifestación de celos. En esta ocasión os acercamos algunos detalles de la serie “Escuela de Padres” del Ministerio de Educación, Cultura y Educación, invitándoos a conocer el resto de temas que en este site se abordan.
No sé si coincidiréis conmigo, pero las expectativas que los padres tienen cuando esperan su segundo hijo, no se suelen cumplir, en lo tocante a las relaciones fraternales. No este aspecto algo negativo puesto que los niños son personas que tienen su propia forma de ser, y su comportamiento / emociones no tiene por qué coincidir con lo que esperamos. Por eso siempre recomiendo a las mamás que esperan su segundo hijo que no se sorprendan si el “mayor” se muestra más nervioso, inseguro e incluso agresivo, siempre que sea temporal, todo se supera dedicándoles tiempo, siendo comprensivos y mostrándoles nuestro amor.
Supongo que a partir del tercero puede ocurrir algo parecido sólo que se deben atender a más de dos niños, aunque la capacidad organizativa para entonces ya ha aumentado. Si algún día llego a tener tres hijos, que es algo que deseamos, os lo podré contar de primera mano. Nos cuentan desde Escuela de Padres que ante la llegada de un nuevo miembro en la familia, los padres además de pensar que sus hijos se beneficiarán aprendiendo unos de otros, sienten inseguridad de que se enfrenten y surjan conflictos. La rivalidad es algo normal, es una competencia por obtener el cariño de los padres que sin sobrepasar un cierto grado ocurre con normalidad en todas las familias.
Hay etapas en las que los niños pueden sentirse especialmente vulnerables, y esta sensación se acreciente debido a la llegada de un hermanito. En la publicación mencionan el destete, el comienzo de la escolarización, etc. Yo creo que la vulnerabilidad puede continuar dándose aunque crezcan los peques, sólo que más adelante tendrán más recursos para afrontar la situación y expresar sus emociones. De hecho no imagino el crecimiento como algo lineal, sino con un proceso en el cual los retrocesos son posibles, pero los padres estamos para darles seguridad.
Los celos en sí mismos suponen que el niño cree perder lo que piensa que ha tenido. También existen los celos con envidia que sería querer conseguir lo que el niño cree no tener porque lo tiene el otro. Hay padres que consideran “malo” que el niño sienta celos y creen que esto es un defecto. Pero debemos conocer que los celos son universales, es decir, forman parte de las características de todo el ser humano y que pueden atenuarse con el paso del tiempo
Manifestación de los celos:
Son tan múltiples las formas como los individuos o las familias. Pero desde Escuela de Padres señalan algunos comportamientos fácilmente observables y frecuentes:
Rivalidad abierta, se manifiesta de forma verbal.
Actuaciones agresivas hacia el bebé.
Hostilidad hacia la madre.
Hostilidad hacia sí mismo.
Regresiones
¿Son normales las peleas?
En todas las familias se producen roces, fricciones y peleas que suelen molestar a los padres. Cuando la diferencia de edad entre los hermanos es poca se producen mayores conflictos. Por regla general cuanto más celosos se sientan los hermanos entre ellos, más tendencia tendrán a discutir y pelear.
Siempre que no haya consecuencias graves es bueno dejar que solucionen ellos mismos los conflictos en la familia para que luego sepan resolverlos también fuera de ella. Sólo se ha de intervenir si el daño que pudiera hacerse fuera grande. Se deberá procurar no proceder injustamente, escuchando ambas versiones y sin aventurar hipótesis sobre quién comenzó. Es importante que puedan expresarse verbalmente, mostrar sus desacuerdos, sin llegar a pegarse.
Para que la inquietud del niño dure lo menos posible es muy bueno hablar sobre estos sentimientos. Hablar supone que los niños son conscientes de lo que les está pasando y que también tienen confianza en que sus padres podrán ayudarles. Además, tendrá un efecto relajante al saber que no son los únicos a los que les ocurre algo así
En parte, la buena marcha de una relación fraternal depende de los padres: de la aceptación de los celos, de que hayan sido capaces de comunicarse con el hijo ya desde el embarazo, de que no rechacen al hijo mayor porque cambia su comportamiento, de que le dediquen momentos en exclusiva, de procurar que su cotidianidad no cambie drásticamente, etc.
Imagen | stevedepolo Fuente | Escuela de Padres En Peques y Más | ¿A quién quieres más? o la pugna por la atención de mamá, ¿Debemos tratar a todos los hijos igual?, Libro sobre relaciones entre hermanos: "Jo, siempre él", Cuando el hijo único se convierte en hermano mayor