El pasado viernes el Consejos de Ministros aprobó el anteproyecto de Ley Orgánica de Protección de la Infancia, y como mínimo me gustaría comentar dos aspectos concretos, comenzando hoy mismo por la ‘obligación de que los niños ayuden en casa’. Se fija que ‘los menores deben participar y corresponsabilizarse en el cuidado del hogar y en la realización de tareas domésticas', de acuerdo con su edad y con independencia de género.
Sí, habéis oído bien, si ese anteproyecto se convierte en Ley, los padres lo tendremos fácil. Si el niño dice que no tiene ganas barrer, y la niña dice que prefiere jugar antes que hacerse la cama, podemos recordarles que son tareas de obligado cumplimiento, y si se desentienden, nos queda el recurso de llamar a la policía, que es lo que se hace cuando se observa un incumplimiento de la Ley. Alguien debería decirles a los que nos gobiernan, que nuestros hijos no necesitan ese tipo de leyes, porque lo podemos solucionar con mucho amor, paciencia y presencia de los padres (de acuerdo, a veces también firmeza, pero sabemos hacerlo); en cambio ¿será posible que legislen para que exista de una vez la conciliación laboral y familiar?
Este anteproyecto se nos está presentando como un compendio de Derechos para los menores, sin embargo también hay obligaciones. Y sobre las obligaciones a mí me gustaría pensar que en general las personas las asumimos en pro de una mejor convivencia social, sin embargo en muchos casos se deben regular por ley para evitar males mayores (el caso de las relacionadas con el tráfico). ¿Pero obligar a los niños a ayudar en casa?
¿Tan incompetentes se nos considera a los padres?, quiero decir ¿es que no saben que podemos pedir amablemente, negociar, e incluso condicionar un beneficio a la realización de las tareas?
¿Respeto por Ley?
Porque en el fondo de este interés, está la premisa de que los niños deben respetar a sus padres y hermanos, y también a otros familiares con los que se relacionan, hasta ahí de acuerdo (siempre que quede claro que los demás les deben respetar a ellos). Pero ¿el respeto se impone o se gana?
Por una parte creo en la necesidad de que el sistema legislativo se vaya actualizando (y de hecho me gusta que se aborde claramente el tema de las denuncias por abusos, mañana hablaremos sobre ello). Aunque por otra parte veo a la sociedad muy lejos de las necesidades genuinas de la infancia (el juego, la cercanía de los padres, la seguridad, el contacto con la Naturaleza…).
No sólo a la familia
Establece el texto del anteproyecto, que no sólo a los padres, sino también a compañeros de escuela, profesores, el entorno, incluso a uno mismo
La verdad es que como he comentado más arriba, en todo lo que está relacionado con las relaciones interpersonales, la regulación por ley debería quedarse al margen; y más aún cuando las instituciones en las que los niños se desarrollan ya tienen sus propios mecanismos para actuar con contundencia cuando es necesario (por ejemplo - y aunque a veces no lo parezca porque no se ponen en marcha - en el tema del acoso escolar.
Porque para respetar hay que conocer al otro, e interactuar con él, también empatizar con sus necesidades… es un trabajo puede que costoso, pero los caminos largos son los más seguros.
Y claro está, todos entendemos la necesidad de estudiar durante el periodo obligatorio (aunque se nos acumulen las dudas sobre nuestro sistema educativo), ¿pero qué significa tener una actitud positiva del aprendizaje? y mejor aún ¿cómo se hace eso si se está en condiciones desfavorables?
Se menciona también el respeto al entorno y al mobiliario urbano, es necesario también, y la familia de nuevo puede educar para conseguir el objetivo.
¿Qué Derechos tienen los niños?
Ya tenemos una Declaración Universal de Derechos de la Infancia, que fue necesario instaurar, puesto que los más vulnerables tienen muchas dificultades en hacerse oír y valer. Además cada país debe establecer mecanismos para asegurar el cumplimiento de Derechos.
Me gustaría rescatar ahora dos puntos de un libro llamado Birth Rights de Richard Farson (un psicólogo y educador nacido en Chicago en 1926), los he encontrado en ‘Una de los Antiguos Niños’. Uno habla sobre el ‘derecho a la libertad de castigo físico' (aludiendo a evitación del maltrato familiar); y otro sobre el ‘derecho a una sociedad que responda a sus necesidades, debiendo esta acomodarse y ser segura para los menores, para que no se necesite tanto control por parte de los adultos.
Aclaro que sé que el texto de Farson, habla de 'liberación de los niños', pero parte de su contenido me gusta muchísimo, y me hace pensar que a veces sería justamente lo que necesitarían. Liberarse de los adultos, en el mejor sentido de la palabra, teniendo en cuenta los problemas que a veces les damos.
ACTUALIZACIÓN: La actualización es para añadir algo que olvidé apuntar, y es que no me gusta nada que el Estado sea tan intervencionista. Porque las cosas de la familia quedan en familia, y así debería seguir, a no ser que se tenga un problema irresoluble, en cuyo caso para eso hay profesionales expertos en terapia familiar, o abuelas a las que preguntar 'cómo lo harían ellas'.
No digo que no se deba hablar de las obligaciones, pero garanticemos primero los Derechos más básicos, y sobre todo en la situación en la que estamos, con unas tasas de pobreza infantil cada vez superiores. Mañana seguimos.
Imagen | Dave Jones Vía | El Diario, Una de los Antiguos Niños En Peques y Más | El nuevo Plan de Infancia y Adolescencia acoge algunos de los temas necesarios para la protección de los niños