Las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes, están asociadas a regalos, decoraciones, un ‘plus’ de postres azucarados, y algo de interés por que los niños tengan mucho protagonismo. Todas estas celebraciones tienen un origen pagano, que explica a la perfección cada una de las tradiciones (aunque la verdad, en el mundo actual, estas han quedado un poco desvirtuado).
Reencontrarnos con familia y amigos y tener deseos de compartir comidas con ellos, es normal, el arraigado sentimiento comunitario (no hace tanto que nos hemos vuelto individualistas) forma parte de la convivencia social. Intercambiar regalos como muestra de afecto, también entre dentro de lo razonable, siempre que no entremos en el consumismo desmedido de regalar por regalar sin tener en cuenta las necesidades del otro, y sólo por el afan de ‘demostrar’. No es difícil que los niños ‘se impregnen’ de las pseudo verdades que les cuenta la publicidad sobre los juguetes, e incluso si queremos confiar en la bondad de las campañas de marketing, tendremos que reconocer, que resultándoles complicado escoger, tienden a pedir sin demasiado criterio. Por eso recordábamos el otro día que más regalos no es igual a más felicidad.
¿Cómo conseguir el equilibrio entre el ‘apego’ a lo material, y las cosas que realmente importan?
Con un poco de sentido común se puede lograr que nuestros hijos reciban el espíritu fraternal (y lo conserven); a la vez que entenderán lo afortunados que son simplemente por poder degustar comidas típicas de Navidad en casa y tener juguetes nuevos. Otros no lo tienen tan fácil, y aunque parezca duro, es un buen ejercicio de reflexión, al que no todos se prestan
Además es necesaria cierta dosis de persistencia por parte de los padres, y sería deseable que fuera así en todos los hogares. En la práctica lo que ocurre es que los regalos se entregan a veces como una especie de contrato: yo te doy y tú ‘te portas bien’; y esto es una trampa enorme por muchas razones, pero la principal es que (lo he visto y oído con mis propios sentidos) hay muchos niños que deciden tener un comportamiento más acorde con los deseos de los adultos en los dos días previos a Navidad y Reyes, y después no lo mantienen.
Lo importante debería ser la capacidad de entrega (anteponiéndose incluso a la de recibir) de los niños, que los padres podemos potenciar con mensajes y acciones sencillos:
Ayuda a tu hijo a que le de significado a la Navidad
Regalos: podemos escribir la carta a los Reyes con ellos, interesándonos por los motivos que tienen en querer recibir tal y cual regalo. Debemos, así mismo, invitarles a ir acortando la lista hasta que quede en un número de peticiones que sea razonable. No vale pensar ‘que pida, que ya le traerán lo que se pueda’, porque le estamos enseñando a priorizar y tomar decisiones.
Más sobre regalos: con niños más grandes a los que queda lejos ‘el gran secreto’, podemos ir a ferias de artesanía a comprar regalos para los abuelos, y mejor aún si parte de los beneficios de la compra van destinados a fines benéficos.
No se puede tener todo lo que se desea: aunque la publicidad nos haga creer lo contrario. Más allá de las propiedades de determinados productos, y que se ajusten o no a lo que se anuncia sobre ellos, todos debemos tener claro antes de comprar nuestras necesidades, y a los niños les hacemos bien cuando les enfrentamos a este dilema.
Dinero: la mayoría de niños reciben dinero de sus abuelos o tíos por Navidad. A mí mi madre me lo guardaba todo en una libreta del Banco. Mis hijos tampoco tienen capacidad de administrar cantidades grandes para ellos, así que puede que les quede un poco para que repongan el material escolar roto, o se compren en alguna ocasión una merienda especial.
Del resto además deben aportar para gastos suyos que no queremos cubrir íntegramente nosotros: este año les hemos indicado que se van a pagar parte de la excursión de fin de curso. Y finalmente pueden decidir sobre lo que queda a sabiendas de que si desean comprarse una bici nueva que no les han regalado, u otro video juego, lo tendrán que pagar ellos; esto está condicionado a que los adultos valoremos la idoneidad de la compra.
Y siempre está la opción de que ahorren para gastos futuros, creo que está bien que aprendan a valorar lo que tienen, y sobre todo a esforzarse para lograr metas (renunciar a algún gasto previsto), no vaya a ser que dentro de unos meses necesiten algo de verdad, y los padres pidamos una contribución.
- Hacer uno mismo las cosas: los niños se sienten importantes si confeccionan las felicitaciones para la familia, o escriben un cuento que entregar al abuelo enfermo, o cuando les indicamos que deben sacar tiempo para llamar por teléfono a los amigos que viven lejos. Sólo debemos estar pendientes de estos pequeños regalos y recordárselos.
El tiempo de amar debería extenderse a todo el año, no reducirse solo a las Navidades, pero ya que todos realzamos este significado, está bien que los peques piensen en su familia, para averiguar cómo hacer del tiempo que pasan juntos, un espacio más feliz y más productivo para todos.
Imágenes | rjones0856, Paul Hamilton En Peques y Más | Navidades con un mismo propósito y diferentes formas de celebrar, Este año los europeos celebraremos unas Navidades con más moderación pero la misma alegría