Os acordáis de cuando os contábamos cómo proteger la salud de los niños a la llegada del frío?, bueno pues hoy ahondaremos un poco más en los resfriados para entender cómo se contagian, cuáles son los posibles tratamientos y qué podemos esperar cuándo un niño enferma.
En primer lugar me gustaría aclarar cuál es la diferencia entre el catarro (o resfriado) y la gripe; encontramos en Canal Salud Mapfre que ‘el resfriado es una infección vírica de las vías respiratorias altas, mientras que la gripe es una enfermedad respiratoria aguada causada por el virus ‘influenza’.
Aclarado esto (muchos ya lo sabíais ¿verdad?), hay que añadir que a cuando a la rinorrea, congestión nasal, estornudos o irritación ocular, se suman la fiebre, dolores musculares, cansancio… estamos hablando sin duda de una gripe que puede durar entre cinco y 10 días, frente al catarro que seguramente se curará en no más de una semana. Y ahora si que nos centramos en el resfriado, visitante intruso (que no invitado) en tantísimos hogares españoles durante los meses fríos (y a veces también en verano). Los padres experimentados ya sabemos que la enfermedad es autolimitada, y que aunque no hiciéramos nada se curaría. Pero ¿qué clase de madre sería yo si no intentara aliviar los síntomas cuando mis hijos cogen un catarro?
El origen del resfriado.
He leído que se pueden encontrar más de 100 tipos diferentes de virus causantes, de entre ellos los más frecuentes son los rinovirus. Sabiendo de esto, entenderemos que no sea posible vacunarse contra el resfriado, además las defensas de nuestros hijos también tienen que trabajar, supongo.
Los catarros son una causa de visita al pediatra y al Servicio de Urgencias, aunque de no haber complicaciones, se puede curar perfectamente sin moverse de casa. ¿Qué hay fiebre? (por que sí, esta molesta pasajera del organismo no es exclusiva de las gripes), pues entonces repasemos estas recomendaciones para actuar frente a ella sin miedo.
Hemos dicho que al contrario de lo que pasa con la gripe, no hay vacuna para el resfriado, pero ¿se puede evitar?. Bueno, teniendo en cuenta de que los niños pasan muchas horas en contacto unos con otros y las vías de contagio (que detallamos más adelante), la evitación no sería imposible pero si complicada.
Resulta que sí, podemos desarrollar esta enfermedad inhalando partículas de virus que anden (mejor vuelen) por el aire después de que alguien haya tosido o estornudado, pero también por contacto directo (niños que se besan o abrazan, o que toquen superficies contaminadas y después se lleven las manos a la boca). ¿He dicho tocar?, bien pues nuevamente el lavado de manos puede ayudar a prevenir, así que a lavarse siempre que entran en casa (y después de comer o ir al baño, ya sabéis.
Por lo demás, se pueden ir acostumbrando desde pequeños a taparse la boca al toser o estornudar, pero es fácil que no se acuerden, o que les falle la sincronización: ‘toso y después me tapo’, estas cosas pasan.
Cuidar a un niño enfermo.
Los padres deberán estar pendientes para evitar complicaciones, que (estas sí) deberían ser observadas y tratadas por un médico: sinusitis, otitis, conjuntivitis purulenta, neumonía. Pero no creáis que os estoy diciendo que no tenéis que ir a la consulta salvo que hayan problemas asociados, no. Porque cualquier padre o madre preocupados o con dudas para resolver, son bienvenidos frente a la mesa del pediatra.
Vamos a intentar detectar esas posibles complicaciones: si hay mucosidad amarillenta o verdosa que dura más de 10 días, si el niño está decaído, si le cuesta respirar, si ha aparecido fiebre hace tres o más días, si le duelen los oídos… no lo dudes y vete al médico.
El catarro es de origen viral, por lo tanto nada de antibióticos (y mucho menos sin indicación médica). Lo mejor que podemos hacer es lavar las fosas nasales con frecuencia, extremar la higiene, y proporcionar muchos líquidos para evitar deshidratación (zumos de cítricos, agua, caldos). Eso y quizás utilizar antitérmicos si hay fiebre, mantener al enfermo cómodo y abrigado (pero no excesivamente caliente). También cuidaremos la piel de la cara que se estropea con tanto moco y estornudo,
Por supuesto ¡nada de fumar en casa!, lo digo en serio, porque ser fumador pasivo aumenta las posibilidades de contraer resfriados, y no ayuda nada en la recuperación. Mantener una alimentación equilibrada con mucha presencia de frutas y verduras (aunque sean en zumo o puré para que traguen mejor) ayuda muchísima; y no descartemos los masajes para aliviar dolores musculares.
Dicen que los ‘cuentos de viejas no son ciertos’, y que los niños no se resfrían por no ir bien abrigados por la calle o salir con el pelo mojado. Pero ¿qué queréis que os diga?, ya sé que la causa de un catarro es un virus, pero es un riesgo desproteger al organismo frente a los cambios de temperatura. Yo (ssshhh, que no lo oigan mis hijos) soy de salir con el pelo mojado, y alguna que otra vez me he llevado un disgusto (digo un resfriado) como consecuencia.
Imagen | Matteo Bagnoli En Peques y Más | Cómo combatir los resfriados de toda la familia: medicina general, remedios naturales u homeopatia