Inducción del parto: en qué casos se realiza, cuándo y qué riesgos supone

Inducción del parto: en qué casos se realiza, cuándo y qué riesgos supone
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La polémica en torno a la conveniencia de adelantar o no el parto, en lugar de esperar a que se produzca de manera espontánea, es recurrente.

Por un lado están quienes creen que se induce con demasiada asiduidad, incluso por capricho de los médicos o las madres, para lograr que el parto tenga lugar cuando les venga bien. Y critican los problemas que puede causar al niño esta práctica.

Pero también están los profesionales, que recurren a inducir el parto si creen que la vida de la madre o el bebé está en peligro. Esta opción incluso puede evitar que el parto termine en cesárea.

Inducir el parto es, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO),

“la iniciación del trabajo de parto mediante procedimientos médicos o mecánicos antes del comienzo espontáneo del mismo”.

El estudio “La Atención del parto en España”, difundido por la Universidad de La Rioja, describe y analiza la variabilidad de la atención perinatal existente en nuestro país, y concluye que:

“El resultado de un parto depende mucho más de factores como la zona geográfica o de si el centro hospitalario es público o privado, que del propio proceso de parto de la mujer”.

Esto nos sirve para entender la dificultad de generalizar cómo se atiende el parto y saber si hay tendencia o no a la inducción en los hospitales.

Por esa razón, intentaremos ser lo mas objetivos posible y atender a las recomiendan de los organismos oficiales de la salud por los que nos regimos en España: la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Sanidad.

La OMS, en contra de instrumentalizar el embarazo

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó hace pocos meses una guía que incluye nuevas recomendaciones para una experiencia de parto positiva. Su objetivo: "reducir las intervenciones médicas innecesarias" y ofrecer a las madres un mayor poder de decisión sobre el proceso del parto.

Según el informe de la OMS, la mayoría de los 140 millones de partos anuales en el mundo se producen sin complicaciones. Sin embargo, en las últimas décadas ha habido:

"un aumento sustancial en la aplicación de una variedad de prácticas médicas para iniciar, acelerar, finalizar, regular o monitorear el proceso fisiológico del parto".


Por eso, en la nueva guía se presentan 56 recomendaciones sobre atención al parto, orientadas mayoritariamente a reducir al mínimo la intervención médica en partos de bajo riesgo y en los que no se presenten complicaciones. Entre ellas: la de no acelerar el parto innecesariamente mediante la aplicación rutinaria de oxitocina u otros mecanismos.

La Estrategia de Atención al Parto Normal en España

Parto 5

La mayoría de las recomendaciones de la OMS están recogidas en la Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal, publicada por el Ministerio de Sanidad en 2010.

En relación a la posibilidad de inducir el parto, establece que se controle el bienestar fetal por monitorización, pero sin realizar una amniotomía (rotura de la bolsa amniótica) o colocar vía venosa periférica de rutina.

El empleo de oxitocina se limitará a los casos de necesidad y se respetará el proceso normal de rotura espontánea de membrana para evitar posibles complicaciones.

Sin embargo, no existen datos oficiales de Sanidad para comprobar si estos estándares se cumplen o no en los hospitales.

A falta de datos más recientes, nos basamos en los recogidos en el Informe de a Estrategia de Atención al Parto Normal del Sistema Nacional de Salud, revisado en 2015 (página 19).

Según el informe: en el 53,3 % de los partos naturales se utilizan oxitocina (frente al estándar previsto por la estrategia de buena práctica (entre 5-10 %) y el 19,9 de los partos fueron inducidos, frente al 10% máximo que recomienda la OMS y en el 46,6 por ciento de ellos se recurrió a la rotura artificial de la bolsa.

¿Qué dice al respecto el Ministerio de Sanidad?

Las recomendaciones sobre la posibilidad de inducción del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad se encuentran reflejados en la Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, del 2011 (páginas 99 y 100). 

  1. Estimar adecuadamente la edad gestacional por medio de ecografía en el primer trimestre, sin basarla solo en la fecha del último periodo menstrual, que tiende a sobreestimarla conduciendo a un mayor número de intervenciones por embarazo prolongado.

  2. Informar a las gestantes de que en un 5-10% de casos el embarazo se prolonga más allá de las 42 semanas. Explicar que a partir de las 40 semanas empiezan a aumentar muy lentamente los riesgos para el feto y la tasa de cesáreas. La evidencia no indica de forma categórica la necesidad de inducir el parto a partir de una fecha concreta, porque no reduce algunos de los riesgos y puede aumentar otros.

  3. Ofrecer a la gestante a partir de la semana 41+0 de gestación la posibilidad de esperar el inicio espontáneo del parto o de realizar una inducción de parto a lo largo de la semana 41, con el mejor método disponible y la adecuada información.

  4. Cuando la mujer rechace la inducción a partir de la semana 41, ofrecer vigilancia frecuente mediante dos controles semanales con técnicas de valoración del bienestar fetal.

  5. La inducción del trabajo de parto es un procedimiento invasivo y doloroso. Con el fin de tomar una decisión informada y dar su consentimiento, las mujeres requieren información suficiente y fiable, así como tiempo para tomar su decisión. Deben conocer el método de inducción, lugar, detalles, opciones de apoyo y alivio del dolor.

  6. Identificar mediante cardiotocograma a aquellos fetos que están en una situación comprometida, de modo que se puedan poner en marcha las medidas apropiadas para evitar un daño irreversible. Comenzar el estudio del bienestar fetal después de la semana 40 en gestaciones de bajo riesgo.

  7. Finalizar la gestación ante cualquier signo de compromiso fetal.

A partir de la semana 41 de gestación

Precisamente en el primer punto de las recomendaciones del Ministerio de Sanidad "la edad gestacional" es una de los puntos que generan mayor controversia sobre la inducción al parto.

La asociación El parto es nuestro advierte de que los hospitales españoles inducen por protocolo el parto en torno a la semana 41+3, cuando la duración de un embarazo va desde las 37 semanas hasta la 42 (tal y como señala la OMS).

Pero, ¿realmente hay tantos embarazos prolongados? El problema real en un gran número de casos es el desconocimiento de la fecha exacta de la última regla (FUR), por lo que esta se suele obtener de la ecografía del primer trimestre de embarazo, "método lleno de errores ya que se establece en función del tamaño del bebé", según el Parto es Nuestro.

Estudios a favor de la inducción

Tripa de embarazada

Sin embargo, inducir un parto no es siempre una opción negativa, según la misma asociación 'El parto es nuestro'. Además, explican los estudios relativos a esta práctica.

Hasta 2003 no se habían realizado estudios científicos completos que compararan los riesgos de una inducción frente a los de esperar a que se desencadene el parto de forma natural, aunque sea después de la 42 de embarazo. 

Lo que sí estaba demostrado es que:

"una inducción en la semana 41 evitaba una muerte por cada 500 partos, y que a partir de esta fecha cada día aumentaba el riesgo de mortalidad, incluso con control diario de monitorización".

También se aceptaba que la inducción rutinaria cerca de la semana 42 de gestación se asociaba con un incremento de la necesidad de cesárea y con una mayor pérdida de bienestar fetal.

Sin embargo, una revisión de la red de investigadores Cochrane del año 2012, que incluye 22 ensayos sobre el tema, concluyó que:

"Una política de inducción del trabajo de parto comparada con conducta expectante se asocia con menos muertes perinatales y menos cesáreas".

Y añade que: "Con una política de inducción del trabajo de parto postérmino también se redujeron algunas morbilidades de los neonatos como el síndrome de aspiración de meconio".

Y con estas conclusiones, la investigación señala que:

"A las mujeres se les debe aconsejar de forma apropiada para que hagan una elección informada entre la inducción programada del embarazo postérmino o la monitorización sin inducción (o inducción retardada)".

Acorde con estas conclusiones se muestra un nuevo estudio de la Universidad Northwestern (Illinois, EE.UU.), publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM). Señala que:

“Inducir el parto a las 39 semanas de gestación puede reducir significativamente las posibilidades de que una madre primeriza necesite una cesárea”.

En la investigación participaron más de 6,100 mujeres en 41 lugares diferentes de Estados Unidos. Las mujeres inducidas a las 39 semanas experimentaron menos nacimientos por cesárea, menores tasas de complicaciones maternas y fetales, menos recién nacidos con necesidad de ayuda para respirar y una menor incidencia de preeclampsia.

Y la cesárea, aunque también necesaria en ocasiones por motivos médicos, sigue siendo una intervención, con los riesgos que supone. Por eso, es mejor procurar el parto natural siempre que sea posible.

Los investigadores concluyen que:

"los resultados de este nuevo estudio refutan la creencia previa que sugería que inducir el parto antes de las 41 semanas aumentaba el riesgo de parto por cesárea y la probabilidad de complicaciones graves".

Motivos médicos para inducir el parto

Madre y bebé en el paritorio

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda finalizar el embarazo cuando “los riesgos maternos y fetales son menores al riego de continuar con el mismo”.

Los protocolos de la SEGO indican la inducción al parto en caso de:

También contempla la inducción voluntaria por motivos no clínicos (sin especificar cuáles son), nunca antes de la semana 39 de embarazo.

Esta práctica estaría contraindicada si hay:

¿Cómo se sabe si es necesaria la inducción?

La Federación de matronas explica que se utiliza el test de Bishop para valorar el cuello uterino en el trabajo de parto y predecir si será preciso una inducción del parto.

La puntuación total se logra mediante la evaluación de estos parámetros en el examen vaginal:

  • Dilatación cervical

  • Borrado cervical

  • Consistencia cervical

  • Posición cervical

  • Encaje fetal

Una puntuación que supera los 8 puntos significa que la mujer tiene más probabilidades de lograr un parto vaginal.

Una puntuación de 6 o menos sugiere que el trabajo del parto es poco probable que empiece sin inducción.

Más de 9 o más indica que probablemente comenzará de forma espontánea.

Una puntuación de un Bishop baja indica que la inducción es poco probable que tenga éxito. Solo una puntuación de 8 o más predice una inducción exitosa con seguridad.

¿Cómo se induce el parto?

Bebé recién nacido sobre su mamá

Según la SEGO se puede optar por:

MÉTODOS FARMACOLOGICOS:

Con oxitocina sintética. Puede usarse para inducir el parto (nunca sola) pero también para la estimulación y mantenimiento de la dinámica uterina durante el trabajo del parto.

Prostaglandinas. Ayudan a ablandar, borrar y dilatar el cuello del útero.

MÉTODOS MECANICOS:

  • Amniotomia o rotura artificial de la bolsa amniótica. Se suele realizar junto con la administración de oxitocina. No se recomienda esta práctica en solitario para acelerar el parto por su invasividad y riesgo de infecciones.

Riesgos de la inducción

Aunque la inducción por regla general es segura, puede implicar algunos riesgos, que varían de acuerdo con el método utilizado y las características particulares de la mujer.

Así por ejemplo un estudio del Centro Médico de la Universidad de Rochester concluía que el parto inducido electivo supone un mayor riesgo para embarazadas primerizas. Pero hay más.

En lo que sí están de acuerdo todos los organismos oficiales es que la mujer debe estar bien informaba en todo momento para que decida si quiere o no esperar a que el parto se produzca de forma natural cuando todos los exámenes médicos confirman que el bebé está bien.

O si por el contrario quiere seguir los protocolos hospitalarios que aconsejan finalizar el embarazo en la semana 41 de gestación.

Y dejarse aconsejar por los profesionales en caso de que perciban algún peligro para la madre o el bebé. Ellos son los expertos.

Fotos | iStock

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