Los primeros meses en la crianza de un bebé son duros, a veces incluso muy duros. Porque los primeros días aún puedes ir haciendo, aún se podría decir que salís adelante, si el bebé va durmiendo entre tomas; pero enseguida "despierta la bestia" de su interior y poco a poco va secuestrando a la madre de manera que incluso cuando ella está en casa, la casa no avanza demasiado.
Cuando los papás no saben esto, cuando no son conscientes de cuánta vida puede absorber un bebé, pueden llegar por la tarde tras trabajar y decir aquello de "Cómo está todo, ¿no has hecho nada?". Pero no todos son así, y si no que se lo digan a esta mamá de la que hablamos hoy, que después de decirle a su marido que no sabía que comerían, porque la niña apenas le dejaba hacer nada, recibió una preciosa respuesta.
Eran ya las dos y media y ella le dijo "No comeremos hoy"
Su nombre es Fernanda y explicó esta historia hace unos días en un grupo de Facebook llamado OTs buenrolleros. Al verla, le pregunté si la podía publicar, porque me pareció una respuesta increíble y poco común hoy en día.
Accedió, y me contó que ese día su hija, que tiene once meses, estaba más demandante que de costumbre. Intentó ir avanzando con ella, pero apenas la dejaba. La casa estaba "hecha un asco", la niña iba del fular a la teta y de la teta al fular y, entre una cosa y otra, la hora de hacer la comida se fue alargando hasta que dieron ya las dos y media.
En ese momento su marido, César, le envió un mensaje de WhattsApp para saber qué tal iba la mañana, para saber qué hacía. Él finalizaba su jornada una hora después, a las 15:30, y al llegar a casa es cuando comería, como hace todos los días. Ella le envió una foto cuidando de la peque diciéndole "No me suelta".
A él le hizo mucha gracia y respondió con un breve pero sensato "¿Y?", al que ella replicó con un "No comeremos hoy", acompañado de unos emoticonos de risas, que era su manera de decirle que aún no había podido ni empezar a hacer algo de comida.
"¿Tienes algo que hacer que no sea ver crecer a tu hija?"
Y César le dijo lo que toda madre querría escuchar, que estuviera tranquila, que no pasaba nada, que no tenía nada mejor que hacer que ver crecer a su hija, la de los dos, y disfrutar de ello:
Y eso hizo ella. Relajarse en ese sentido, tumbarse con la niña y dedicar ese tiempo a jugar, porque "era lo único que quería, atención y jugar". De otro modo, ella podría haber intentado hacer la comida entre los quejidos y reclamos de su hija, quizás ni hubiera podido hacerlo todo, habría acabado estresada y molesta, y su hija no habría estado tan feliz con mamá.
Y es que cuando de niños se trata, cada día es una nueva sorpresa. No todos los días serán así, habrá muchos en que la casa podrá recogerse y la comida estará para cuando todos tengan que comer. Pero muchos otros serán como este día, uno de esos en que un niño, una niña, solo te está pidiendo un poco de mamá, de jugar, de aprender, de compartir, de amar.
Al final, todo pasa. Pero mientras tanto, hay que intentar relajarse un poco, respirar, y tratar de hacer que esos días que parecen agotadores, difíciles, negros..., lo sean un poco menos.
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