El contacto piel con piel con el recién nacido en los primeros momentos de vida es muy beneficioso para tanto a corto como a largo plazo. Ese contacto precoz entre la madre y el bebé que acaba de nacer, en un ambiente tranquilo, reconociéndose, es uno de los momentos más intensos que puede vivir una madre.
Cómo practicar piel con piel con el recién nacido
No tiene mucha ciencia. Lo importante es que el bebé esté en contacto con el pecho desnudo de su madre, por lo que hay que colocarlo con la barriga pegadita a tu pecho. Preferentemente, el bebé tiene que estar sin ropa, con pañal, y podemos cubrir su espalda con una mantita para que no tome frío.
Tendrás que sujetar al bebé con una mano juntando sus talones, adoptando la posición que tenía dentro del útero, y colocando la otra mano en su espalda.
Junto con el olfato, el tacto es uno de los sentidos más desarrollados en el bebé al momento de nacer, por lo que estar cerquita tuyo, sintiendo tu calor corporal y recibiendo tus caricias es el mejor lugar donde puede estar.
Tanto si el bebé es prematuro como si ha nacido a término, esta práctica refuerza el vínculo afectivo entre ambos.
Por qué es lo mejor para el recién nacido
El piel con piel, o Método Canguro, surgió hace años en hospitales que no contaban con incubadoras disponibles para todos los bebés prematuros, y los resultados de esta práctica superaron muy ampliamente las expectativas de los médicos en la recuperación de los pequeños.
A día de hoy sus beneficios son indiscutibles, y siempre se recomienda poner en contacto piel con piel al recién nacido con su madre en el momento de nacer y siempre que se pueda. Entre sus grandes ventajas, podemos encontrar:
- Mejora sus constantes vitales: el ritmo cardíaco y el ritmo respiratorio del bebé se vuelve más estable.
- Ayuda a regular su temperatura corporal: en las primeras horas de vida, el recién nacido aún no tiene ajustados los mecanismos de termoregulación.
- Mejor adaptación al medio: tras salir del útero materno, el pecho de mamá es el lugar más parecido a donde ha permanecido los últimos nueve meses.
- Le ayuda a calmarse: el pecho de mamá le aporta tranquilidad y seguridad, reduciendo el estrés del nacimiento. El piel con piel está relacionado con una menor duración del llanto del bebé, en comparación con los recién nacidos que no tuvieron el contacto piel a piel con sus madres.
- Mejora la tolerancia al dolor: estudios recientes demuestran que reduce la respuesta cerebral de los recién nacidos al dolor, recomendando que las primeras pruebas médicas como el test de Apgar en el momento del parto, así como más tarde la prueba del talón o durante la vacunación, se coloque al bebé piel con piel.
- Favorece la lactancia materna: la cercanía al pecho, favorece que el bebé se sienta atraído al pecho por el olor y se enganche espontáneamente.
- Beneficios a largo plazo: la confianza y el amor que se le transmite al bebé al practicar el piel con piel es una experiencia que influirá en el desarrollo de su inteligencia emocional y en su forma de establecer relaciones sociales con otras personas.
También es lo mejor para la madre. El contacto piel con piel con su bebé recién nacido activa en el cerebro la producción de endorfinas, que aumentan la sensación de bienestar, y de oxitocina, conocida como la hormona del amor, relacionada con la afectividad y el vínculo.
Que no os separen
La primera hora de vida es sagrada para la madre y el bebé. Favorece el contacto precoz entre ambos, contribuyendo a establecer un vínculo afectivo que queda grabado profundamente en su cerebro.
Pero después del nacimiento, el contacto piel con piel sigue siendo muy importante, por lo que hay que favorecer su práctica siempre que se pueda, aunque el bebé ya no sea tan pequeño. Y por supuesto, es una práctica que también se recomienda que realice el padre. Recordemos que los brazos y la protección que le brindan los cuidadores es una necesidad básica de los bebés, tanto como comer o dormir.
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