Los bebés y los niños, hasta que cumplen una edad cercana a los 4 a 6 años, tienen una capacidad pasmosa para coger todo virus que haya en el ambiente. Los padres lo tenemos muy claro porque, desde el momento en que tienes un bebé, te ves acudiendo a la farmacia tantas veces y para tantas cosas diferentes, que tiendes a sentirte como los abuelillos, que tienen pequeñas farmacias en casa.
Hay ocasiones en que es tan desesperante (y cuando tienes más de uno, que se van contagiando, ni te cuento), que los padres llegan a pensar qué podrían hacer para lograr que sus sistemas inmunitarios espabilaran un poco y no se pusieran tan enfermos. Prueban jarabes, vitaminas y cosas raras y algunos hasta se plantean la posibilidad de apuntarles a la escuela infantil para que se inmunicen antes de todas las enfermedades y así no las pasen luego. Ahora bien, ¿esto es así? ¿Sucede de verdad?
Hace unos años se decía que sí
No puedo decir el número, porque no lo recuerdo, pero hace unos años los pediatras (no sé si todos, pero al menos sí los que yo conocía), decían algo así como que los niños, en su infancia, tienen que coger unos 100 virus (me lo invento) antes de pasar la barrera tras la cual ya no se ponen tan malitos.
Decían eso y entonces explicaban, tranquilizando a las madres, que cada vez que se ponían malos el contador bajaba un número y que en consecuencia estaban más cerca de empezar a estar casi siempre sanos.
Siguiendo estas premisas, muchos padres (y los pediatras) llegaban a considerar beneficioso que los niños pequeños fueran a la escuela infantil porque así el contador empezaba a bajar enseguida, y cuanto antes bajaba, antes llegaría ese momento en el que los padres se olvidarían de tanto medicamento y tanto médico. Total, si no pasaba las enfermedades de pequeño las pasarían de mayores igualmente, se decía.
Sin embargo, como podréis imaginar, esto ya no está vigente. No funciona así. No hay un contador de enfermedades y ahora os explico por qué.
No todos los virus y bacterias se comportan del mismo modo
No puede ser cierto porque las bacterias y los virus no se comportan todos del mismo modo. Hay virus, como el de la varicela o el sarampión, que los coges una vez y ya no se repiten. Nunca más. Pero hay otros virus que sí, que se repiten tantas veces como pueden o que son cambiantes, como los del resfriado o la gripe, que cada año son diferentes.
De igual modo, a las bacterias les da igual que ya les hayas ganado en alguna ocasión. Si pueden repiten y repiten. Si no preguntad a las mujeres con tendencia a hacer infecciones de orina, cuántas veces han tenido infección por Escherichia Coli.
El sistema inmunitario de los niños no funciona como el de los adultos
Y no sólo es una cuestión de que hay virus y bacterias que repiten cuanto quieren, es que el sistema inmunitario de los niños y el de los adultos funcionan diferente.
Cuando un patógeno entra en el organismo de una persona su sistema inmunitario se pone en marcha. Los linfocitos T se ponen a trabajar para vencer al virus o bacteria y como resultado deja en el cuerpo los llamados linfocitos T de memoria, unas células que viven meses y años por nuestro organismo, preparadas por si en el futuro volviéramos a sufrir una infección por el mismo patógeno. Es el mecanismo que utilizan las vacunas, que tratan de crear linfocitos de memoria mediante la exposición a patógenos atenuados que no provocan la infección, para que en caso de que el patógeno de verdad llegue al cuerpo, exista una defensa.
Pues bien, los bebés, los niños pequeños, tienen un sistema inmunitario muy inmaduro, tanto, que la respuesta del cuerpo a una infección es muy pobre a nivel de memoria. Es decir, cuando un patógeno afecta a un niño pequeño, su sistema inmunitario entra en acción para combatir la enfermedad, pero no es capaz de dejar linfocitos de memoria suficientes para próximas ocasiones. Por eso las vacunas tienen una respuesta limitada y por eso hay que repetir las dosis en varias ocasiones.
Apuntar al niño antes solo hará que empiece a enfermar antes
Así que apuntar a un niño a la escuela infantil pronto solo hará que empiece a coger enfermedades antes. Cogerá los virus que corran por ahí (diarreas, bronquitis, resfriados, otitis, etc.), y los volverá a coger en meses y años sucesivos porque su sistema inmunitario será aún muy inmaduro.
Es posible que luego, a los 3-4 años, estando en el cole, se ponga un poco menos enfermo que un niño de 3-4 años que haya estado en casa siempre y no haya cogido apenas enfermedades, por no estar casi en contacto con otros niños, pero en el contador final, el que acuda antes a un lugar lleno de niños sumará más infecciones, fármacos y días en casa malito que el otro.
Así que no, si la idea era apuntar al niño a la escuela infantil para que se inmunice antes, como si estar con los demás niños fuera una vacuna, la idea no es del todo buena. Hace unos días una mamá me lo preguntó porque en casa no tenían muy claro qué hacer y tuve que decirle la verdad: no, lo que conseguirás es que empiece a ponerse malo antes, y que probablemente coja más cosas. Si esperas un año, su sistema inmunitario será más maduro y las enfermedades, que vendrán igual, se curarán antes, serán menos graves y le habrás ahorrado un año de virus y bacterias. Obviamente, no digo que haya que tener al niño en una burbuja, puede y debe jugar con otros niños, pero no hace falta que sea en una escuela infantil y con la intención de prevenir nada.
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