Tu peque lleva un rato llorando y no sabes cómo calmarle. Parece inquieto, y con frecuencia se lleva las manos a la zona del pañal. Si es algo más mayor, quizá te diga que le duele, le pica o le escuece el pene. Le quitas la ropita interior, pensando que encontrás la zona algo enrojecida o con la clásica dermatitis del pañal, pero descubres con horror que la puntita de su pene está muy inflamada, roja, e incluso se aprecia una secreción purulenta.
Se trata de una balanitis, una inflamación del glande que se acompaña de mucho dolor, molestias al orinar, enrojecimiento del pene y, en ocasiones también de infección. Las causas de la balanitis son diversas, y el pediatra será quien determine el tratamiento. Te contamos cómo se produce la balanitis y qué hacer en estos casos.
Causas de la balanitis en niños
Según la Asociación Española de Pediatría, entre un dos y un cuatro por ciento de los niños sufre en algún momento un episodio de balanitis, siendo más frecuente entre los dos y los cinco años.
La principal causa de la balanitis es la sobreinfección de las secreciones acumuladas debajo del prepucio cuando existe fimosis. Es decir, como el prepucio no se puede retraer, se dificulta la correcta higiene y esto provoca que las gotitas de orina se queden acumuladas entre el glande y el prepucio. A veces no llega a ser fimosis, sino adherencias prepuciciales las causantes de la sobreinfección y de la inflamación.
En otras ocasiones, la balanitis se produce por el uso de ciertos jabones irritantes, baños de espuma o desinfectantes no aptos para la piel de los bebés y niños pequeños.
En niños diabéticos, con alteraciones del sistema inmune o que toman antibióticos, la causa más común de la balanitis es la infección por el hongo cándida.
Cómo se trata la balanitis
Es más que probable que la apariencia que adquiere el pene de nuestro peque en un proceso de balanitis nos asuste mucho, pero conviene saber que en la práctica totalidad de los casos la mejoría es rápida con tratamiento ambulatorio.
Como hemos comentado, la balanitis es muy dolorosa para el niño por lo que debemos ser extremadamente delicados con los cuidados que requiere:
Primero, debemos limpiar en profundidad la zona con suero fisiológico aplicado con una jerinja, que introduciremos en el espacio balanoprepucial. Con ello nos aseguraremos de que eliminamos todas las secreciones purulentas.
Si la balanitis no es infecciosa, es probable que el pediatra recomiende aplicar una pomada de cortisona, pero si hay infección, el tratamiento tópico será una pomada antibacteriana y en algunos casos antibiótico.
Si hay mucho dolor, el médico también podría indicar la toma de analgésicos.
Si el niño ya no utiliza pañal, debemos enseñarle a retraerse, él mismo, la piel del glande cuando vaya al baño a hacer pipí, de cara a evitar que las gotitas de orina puedan volver a quedar retenidas en la zona. No es necesario secar el pene con papel higiénico, pero si se hace, es importante asegurarse de que no queda ningún resto que pueda provocar una infección.
Y a la hora del baño, basta también con que el propio niño se separe muy suavemente la piel para limpiar la zona con agua. En ningún caso, debemos bajar la piel de forma brusca o hacerlo si esto le produce dolor o molestias.
Aún así, hay niños que tienen el prepucio tan cerrado por la fimosis o las adherencias, que la única solución posible sería la quirúrgica; especialmente si los episodios de balanitis se repiten con frecuencia.
¿Se puede prevenir?
Al leer esta información y ver que la fimosis y las adherencias prepuciales están detrás de la mayoría de balanitis, quizá muchos padres piensen que para evitar este problema lo más aconsejable sea bajar la piel del pene de su bebé. Pero esta práctica está totalmente desaconsejada, pues los menores de 12 meses tienen el prepucio y el glande adheridos desde el nacimiento
Según el artículo "Manejo conservador del prepucio", de JM Garat, el porcentaje de niños a los que se les puede retraer el prepucio al nacimiento es de un 4%. Al año de vida, al 50% de los niños. A los 2 años, el 75%. A los 3 años, el 90%. A los 4 años, el 91% y a los 5 años el 92%.
Es decir, en la mayoría de los casos, la fimosis va resolviéndose de manera espontánea conforme el niño va creciendo, especialmente cuando deja atrás el pañal y él mismo comienza a tocarse, a estirarse o a retraerse la piel.
Pero si las adherencias no van desapareciendo con el paso del tiempo, o el niño sufre con frecuencia episodios de balanitis, molestias al orinar o infecciones de orina, tal y como hemos comentado podría ser necesaria la intervención quirúrgica.
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