¿Sabéis esos bebés a los que pocos días después de nacer tienen que poner en lámparas de luz, con una protección en los ojos, para ayudarles a eliminar la bilirrubina? Son los bebés que tienen una ictericia acusada, que no están eliminando bien ese compuesto resultante de la destrucción de los glóbulos rojos, que se ponen amarillos y que necesitan un tratamiento durante varias horas, alejados de papá, de mamá, y dificultando así su alimentación y sus primeros cuidados.
Pues bien, esos tratamientos en las lámparas de los hospitales son totalmente efectivos, ayudan a convertir la bilirrubina en una forma soluble en agua, más fácil de eliminar, y tras todas las horas que están ahí (a veces es cuestión de días), la ictericia queda controlada. La ciencia podría quedarse ahí y no innovar más, pues el remedio ya es efectivo. Sin embargo, alguien debió de pensar que en esa situación el bebé podía echar de menos a sus padres y que sus padres podían echar de menos a su bebé e inventaron lo que veis en la foto de arriba: la solución para que los bebés puedan hacer fototerapia con papá y mamá.
¿El qué, una manta?
Si os fijáis en la foto se ve a un bebé en los brazos de su madre envuelto en una mantita de la que parece que sale luz. No, el invento no es la manta, eso es lo que envuelve al bebé. Lo que han conseguido es un sistema de fototerapia flexible que está en contacto con el cuerpo del bebé y que le permite estar haciendo tratamiento sin necesidad de estar aislado, ni solo.
El aparato en cuestión se llama Bilisoft, y consiste en una almohadilla luminosa conectada por un tubo al aparato que la hace funcionar. Gracias a ella los bebés pueden estar con mamá más tiempo, mamar a demanda, dormir en sus brazos, etc., en lo que es un gran avance en la instauración del vínculo entre madre e hijo, y entre padre e hijo, si es el papá el que coge en brazos a su bebé mientras realiza el tratamiento.
Como veis en esta imagen, la almohadilla recubre al bebé por su espalda, tórax y abdomen y luego se envuelve al bebé con una mantita para que no tenga frío y para que sea sólo el bebé el que reciba dicho tratamiento.
Yo lo habría agradecido mucho, como también mi hijo Aran, y su madre, cuando al tercer día de estar en la incubadora nos dijeron que tenía ictericia y que le tenían que hacer fototerapia. Durante los dos días que estuvo en tratamiento pudimos cogerle menos rato que en días anteriores, y cuando tienes un bebé prematuro que apenas llega a los 2 kilos de peso lo que quieres es precisamente lo contrario, tenerlo en tus brazos, en tu pecho, darle calor, cariño, caricias y explicarle que pronto va a crecer y os vais a poder ir a casa.
Ahora solo falta que este aparato empiece a llegar a los hospitales, para que los niños no tengan que ser separados de sus familias para recibir un tratamiento de tantas horas. ¿El problema? Que no está el horno para bollos y dudo mucho que los sistemas de salud inviertan dinero cuando ya tienen las lámparas de toda la vida, que también solucionan el problema, pese a que los bebés no puedan estar, entonces, en brazos de nadie.
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