La revista "Archives of Disease in Childhood" publica un artículo interesantísimo del profesor Stewart Forsyth, pediatra escocés, que analiza a fondo la historia y el fracaso del Código de Sucedáneos de la Leche Materna.
La publicación del Código en 1981 se suponía que permitiría mejorar la alimentación de los niños y los bebés de todo el mundo, fomentando la lactancia materna y controlando las campañas abusivas o engañosas de los productores de leche artificial, que, en los años precedentes, había llegado a consegir que, en la mentalidad colectiva y las consultas médicas se impusiera como normal la leche artificial y se desconocieran las técnicas y ventajas del amamantamiento natural.
Desde entonces la aplicación de este Código que debía controlar los excesos de la publicidad directa e indirecta ha sido un fracaso y una continua fuente de conflictos, habiendo fallado en su objetivo de lograr que la leche artificial no compita con la mejor alimentación para bebés y niños.
Si la OMS ha advertido hace unos días de que se podrían salvar un millón y medio de vidas de niños menores de cinco años si se lograra que una cifra adecuada de ellos recibiera lactancia materna desde la primera hora de vida, leche materna en exclusiva durante seis meses y siguieran mamando hasta al menos los dos años recibiendo una nutrición complementaria adecuada es que algo está fallando y fallando muy seriamente. Y este fallo mata a un millón y medio de niños cada año.
En los países más desarrollados, pese a que no se permita publicitar leche de inicio abiertamente sigue habiendo una gran permisividad con la publicidad directa de leche de continuación, que prometen toda clase de beneficios no demostrables, con la publicidad indirecta por medio de regalos o campañas y con el uso de imágenes y mensajes demasiado prometedores. Se siguen constantando que se regalan muestras de leche en las consultas pediátricas .
Cada año se descubren muchas violaciones del Código por asociaciones como Baby Milk Action, que denuncia los fallos de etiquetado y promoción de estos productos. En su página se recogen campañas para alertar a los consumidores y conseguir que los productores se comporten conforme a lo firmado.
Realmente yo creo que la leche artificial es algo valiosísimo, que da la vida a los niños que no pueden ser amamantados, y que un mayor control sobre la publicidad, consejo, distribución y venta sería necesario para garantizarles la mejor nutrición posible.
Aunque el problema también influye en los países más desarrollados, pues la lactancia materna también aqui tiene un efecto protector respecto a muchas enfermedades, en los países menos favorecidos el problema es considerablemente más grave. El uso y abuso de la leche artificial y las violaciones de Código por parte de los productores y fabricantes tiene un efecto devastador.
Las emergencias, conflictos, falta de acceso a agua potable, higiene y recursos convierten el dar leche artificial a los niños en países menos favorecidos en una verdadera condena a la desnutrición y la enfermedad. La leche no puede darse normalmente con garantías de higiene y las madres terminan dependiendo rápidamente de ella una vez se introduce, lo que provoca una total dependencia del producto para la supervivencia del niño, cosa que no siempre es posible por falta de recursos. Además, cuanto más debilitado está el sistema de control en el país, más sencillo es saltarse el Código, regalar leche o publicitarla de manera que puede ser engañosa.
Las organizaciones de protección a la salud como la UNICEF y la OMS alertan cuando hay emergencias de lo importante que es no regalar leche de fórmula, pues se termina creando un mayor problema que el que se cree solucionar. Por eso se pidió máximo control de las partidas de leche en emergencias recientes como las de Gaza y Haití.
Se sabe que la leche materna es lo mejor para los bebés y empiezan a oirse voces que indicarían que quizá la leche artificial debería ser considerada un medicamento para aumentar el control sobre su publicidad y distribución, garantizando toda la ayuda necesaria a las madres para que puedan dar leche materna a sus hijos y para que, los niños que deban tomar leche artificial, lo hagan con mayores medidas de control y, sobre todo, no convirtiendo algo tan importante como su correcta nutrición en un asunto de mercadeo.
Desgraciadamente cada año nos hacemos eco de casos en los que la leche artificial comercializada no es adecuada, está contaminada o es deficiente en su calidad, casos que aunque escasos, pueden suponer un problema de salud grave para un lactante. Los más graves se saldaron con varios muertos en China recientemente pero la cuestión es que los casos siguen produciendose, aunque sean de menor peligrosidad, como ha sucedido en Argentina el otoño pasado.
La cuestión es que, además, con la aplicación del Código de Sucedáneos no solamente estamos hablando de aumentar las tasas de lactancia, sino también de proteger a los niños que toman leche artificial, asegurando que la información que reciben los padres y los sanitarios sea real y verdadera. Los mensajes publicitarios no pueden contener medias verdades o promesas pues se trata de una cuestión de salud vital para los lactanctes, no de una chocolatina. La alimentación de los bebés es algo sumamente serio y todos, tomen leche materna o artificial, tienen derecho a ser protegidos de la publicidad agresiva o engañosa.
En la opinión del doctor Forsyth se ha fracasado en el objetivo de lograr que el Código sea efectivamente respetado pese a que la OMS y UNICEF trabajaron para su redacción y están interesadas en su cumplimiento.
Los 11 artículos del Código suponen una recomendación que trata cuestiones de publicidad, disfribución, información y etiquetado, pero ha supuesto un fracaso rotundo y no ha servido para su objetivo, lograr la colaboración de los productores de leche artificial para mejorar la alimentación de los niños del mundo.
Cuando se aprobó el Código de Sucedáneos de la Leche Materna se esperaba que fuera una forma de llegar a acuerdos y de colaboración mutua entre los fabricantes de leche artificial y los organismos internacionales que velan por la salud de los niños en el mundo, la UNICEF y la OMS, pero no ha sido así. Además, como su cumplimiento no es una ley obligatoria sino una recomendación es muy complicado lograr que no se busquen triquiñuelas para sortearlo o desconocerlo.
La idea del profesor Forsyth es que el Código debe aplicarse pero sobre todo debe lograrse que los agentes implicados contribuyan de manera consciente, sin buscar excusas o interpretaciones laxas, a su cumplimiento pues, y no es algo sin importancia ni que deba pesar más que los intereses comerciales, la vida de millones de niños puede depender, en parte, de esto. Solamente de ese modo se podrá decir que el Código de Sucedáneos de la Leche Materna habrá dejado de ser un fracaso.
Via | Archive of Disease in Chilhood En Bebés y más | Código de Sucedáneos de la Leche Materna