En los últimos años, el pediatra se ha convertido en una figura fundamental para detectar situaciones complejas en menores, tales como maltrato infantil, acoso escolar, altas capacidades intelectuales o ciertas patologías psiquiátricas.
Su cercanía, confianza y el conocimiento del niño y su familia convierten a los pediatras en los profesionales idóneos para diagnosticar precozmente este tipo de situaciones, orientar a las familias y establecer el tratamiento adecuado.
Principales trastornos psiquiátricos infantiles
La atención en las consultas de Pediatría de Atención Primaria es cada día más compleja debido a la gran diversidad de escenarios y patologías que deben tratar los pediatras en los centros de salud.
Según la Doctora Sánchez Mascaraque, psiquiatra del Hospital Niños Jesús y el Centro de Salud Jaime Vera de Coslada (ambos en Madrid), la hiperactividad (TDAH), la ansiedad y la depresión serían las principales patologías psiquiátricas durante la infancia. En la adolescencia sumaríamos, además, los trastornos de la conducta alimentaria.
Hiperactividad
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) está siendo cada vez más diagnosticado entre la población infantil. Según la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) ese estima que lo padecen entre un 2% y un 5% de los niños, aunque no siempre es fácil de diagnosticar.
Entre los síntomas que provoca este trastorno está el bajo rendimiento escolar en relación a las capacidades del niño, el carácter impulsivo e hiperactivo, y la falta de atención y concentración en las tareas.
Ansiedad
La ansiedad es un trastorno que se vincula con frecuencia a la depresión y al estrés, y si bien se trata de una emoción normal ante la percepción de un peligro o amenaza, cuando se vuelve especialmente intesa o crónica puede llegar a afectar el día a día del niño.
En el caso de los bebés o niños de corta edad, la ansiedad puede darse en forma de angustia por separación, que es el sentimiento que desarrolla el menor cuando su figura de apego desaparece de su vista, o de miedos habituales como los provocados por la presencia de extraños, la oscuridad o los monstruos.
A medida que van creciendo, ciertas situaciones o cambios de rutina también pueden generarles ansiedad pero cuando los síntomas que provocan interfieren en su desarrollo o en las relaciones con el entorno, es probable que el niño necesite ayuda profesional.
Depresión
Por desgracia, los niños no están exlcuidos de padecer depresión, un tipo de trastorno mental cuyas cifras aumentan de forma alarmante según los últimos datos de la OMS.
Algunos cambios y desafíos en la vida diaria, así como las experiencias traumáticas pueden llevar a los niños a sumergirse en un estado depresivo, cuyos síntomas más visibles serían la tristeza, la pérdida de interés por las actividades cotidianas, la irritabilidad y los cambios en el apetito o el sueño.
Trastornos alimentarios
Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, vienen afectando desde hace tiempo a los adolescentes españoles, sobre todo a las chicas, aunque también se están dando casos de niñas con este tipo de problema que aún no han llegado a la pubertad.
Los desórdenes alimentarios constituyen problemas de salud con importantes repercusiones en el desarrollo biológico, psicológico, social y familiar de los niños y adolescentes que los padecen.
La importancia de la detección precoz
Los pediatras y personal de enfermería de atención primaria trabajan con los niños y sus familias desde que nacen, y este grado de conocimiento y confianza que llegan a alcanzar con los pacientes, les convierten en las personas idóneas para detectar, en sus primeras fases, problemas de salud mental en niños y adolescentes.
Y es que diagnosticar de forma precoz cualquiera de estos trastornos es fundamental para poner el tratamiento adecuado e impedir que evolucionen a problemas más graves. En algunos casos el tratamiento pasaría por el empleo de psicofármacos (por ejemplo, para tratar el TDAH), antidepresivos y neurolépticos.
Pero es importante que el tratamiento farmacológico esté siempre acompañado de intervenciones psicosociales, que según la doctora Mascaraque son no solo fundamentales, "sino incluso más efectivas que las intervenciones psicofarmacológicas".
El papel del pediatra en la prevención
Además de diagnosticar, los pediatras son un excelente apoyo y fuente informativa de confianza para las familias. No en vano, gran parte de las consultas que reciben se basan en dudas sobre aspectos relacionados con la crianza, el sueño, la educación o el desarrollo de conductas.
Por eso es importante cultivar con nuestro pediatra y enfermera una buena relación desde el inicio, basada en la confianza mutua y el respeto. Y es que el trabajo conjunto entre padres y pediatras es fundamental tanto para prevenir, como para dar la voz de alarma ante cualquier trastorno piscológico.