Homeopatía para bebés: por qué no funciona incluso cuando “a mi hijo le funciona” (II)

Homeopatía para bebés: por qué no funciona incluso cuando “a mi hijo le funciona” (II)
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HOY SE HABLA DE

Tras una entrada en la que explicamos los principios de la homeopatía para saber qué es y qué no es ayer iniciamos el tema de la homeopatía y el efecto placebo, que es lo mismo que decir que no hace nada, mostrando los estudios científicos relacionados.

Hoy, siguiendo con este tema, vamos a hablar un poco más del efecto placebo y de bebés y niños, porque aunque parezca mentira, ellos también “sufren” el efecto placebo. Por eso debemos decir que la homeopatía no funciona incluso cuando la gente explica que “a mi hijo le funciona”.

La homeopatía podría funcionar más allá del placebo

Algunos estudios sugieren que la homeopatía funciona más allá del placebo y en algunos casos es cierto que se produce esta diferencia. La explicación no es otra que la atención recibida por parte del homeópata.

Dice la teoría que un buen homeópata debe conocer a la persona, sus costumbres, sus necesidades, su manera de ver la vida, de vivir la salud y vivir la enfermedad, etc. Vamos, que antes de dar un remedio tiene que conocer a la persona en diversos ámbitos de la vida, cosa que equivale a hablar poco y escuchar mucho.

Acostumbrados como estamos a que los médicos nos escuchen 30 segundos, nos diagnostiquen en dos minutos y nos receten algo en los 3 minutos que quedan de consulta, ir a la consulta de un homeópata debe ser una gozada. Te pregunta cosas de tu vida, te escucha, te habla tranquilamente, te transmite paz y buenas vibraciones y encima, al final, te da algo que prepara especialmente para ti.

Es normal entonces que dicho remedio actúe mejor que un placebo entregado en mano sin atención ni escucha activa de los padecimientos y problemas de cada persona.

Pero los niños también mejoran

Muchas madres explican que sus hijos han mejorado desde que están tomando homeopatía. Puede ser, no digo que no, pero esa mejoría no puede deberse a la homeopatía (porque no hace nada, repito), como puede verse en esta revisión sistemática de estudios relacionados en la que se analizaron 91 estudios con homeopatía en niños de 0 a 19 años, cuya conclusión dice que “La evidencia de los estudios clínicos rigurosos relacionados con el tratamiento o la prevención de enfermedades en la infancia y la adolescencia con homeopatía no es lo suficientemente convincente como para recomendarla en ningún supuesto”.

El efecto placebo existe también en los niños, aunque parezca mentira. Sabiendo que el efecto placebo se basa en la autosugestión de una persona, que cree que con algo que está tomando se va a curar, los niños parecen ser capaces también de sugestionarse pensando que se van a curar.

Creo que todos como padres hemos curado heridas y dolores con agua, soplando o incluso cantando una canción o recitando un “cura, sana, cura, sana, si no te curas hoy te curarás mañana”. No les hacemos nada, es absurdo, pero los niños “se curan”.

Con esto quiero decir que sí, son sugestionables como los adultos y no sólo eso, sino que ellos lo son más que los adultos (a mí el “cura, sana” no me cura nada). Por eso a veces les decimos “bebe un poco de agua y te encontrarás mejor” y se lo creen o “tómate este jarabe que te encontrarás mejor”, siendo quizás cierto si es jarabe de verdad y encontrándose mejor igualmente si es homeopatía.

Este efecto es tan conocido en los niños que hasta se han inventado unas pastillas falsas para niños, cuyo nombre es Obecalp (Placebo al revés), que no son más que caramelitos de fresa, muy útiles cuando dicen que están malitos o les duele algo y les queremos curar con nada.

Por otra parte las enfermedades agudas, tarde o temprano, sufren lo que se conoce como regresión a la media, que es lo que sucede cuando algo está en un lugar casi extremo. Estadísticamente, cuando algo va muy mal, muy mal, lo más probable es que poco a poco vaya a mejor, porque a peor es difícil que vaya. De igual modo, cuando algo va muy bien, muy bien, lo más lógico es que en algún momento la cosa vaya a peor, porque a mejor es difícil que vaya.

Por eso se suele decir que “después de la tormenta llega la calma” o que “no llueve eternamente”. Cuando un niño o un adulto está enfermo y se encuentra mal (hablo de enfermedades leves) lo más lógico es que vaya a mejor, ya tome homeopatía, ya tome medicina convencional. Esto sucede casi siempre porque la mayoría de enfermedades de los niños son más o menos banales… vamos, que con poca cosa o con nada, se curan (como la gripe o los resfriados, que si tomas homeopatía se curan en una semana y si no tomas nada se curan en 7 días).

Concluyendo

No hay estudio científico serio que demuestre que la homeopatía funciona y la lógica dice que lo más absurdo del asunto es que se lleguen a hacer estudios al respecto. Si la homeopatía no es más que un soluto diluido hasta la saciedad, quedando sólo agua, ¿qué sentido tiene hacer estudios sabiendo que los resultados serán negativos?

La homeopatía no hace ningún bien más allá del placebo y si se toma como medicamento alternativo, sumado al de verdad, pues tampoco hace ningún mal. Ahora bien, si unos padres deciden tratar a su hijo sólo con homeopatía el riesgo es mayor. Será un riesgo bajo si se trata de dolencias leves, pero muy alto si las enfermedades son más graves o si son crónicas.

Por favor, si te importa la salud de tus hijos, nunca les des homeopatía. Si además te importa tu bolsillo, no compres homeopatía, que es más cara que la medicina convencional y también responde a los intereses económicos de unos laboratorios que, además de ganar mucho dinero, venden algo que no hace nada (hasta yo podría empezar a producir medicamentos homeopáticos: son seguros, no tienen efectos secundarios – bueno, ni primarios -, el gasto de producción es mínimo y los beneficios increíbles).

Foto | Fotomontaje realizado con fotos de Torsten Mangner y distillated en Flickr
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