En España se registran más de 150.000 consultas al pediatra al año como consecuencia de patologías relacionadas con el sistema respiratorio. De esta gran cantidad de consultas, unos 30.000 niños requieren hospitalización y es que, los episodios de sibilancia, preocupa a los pediatras, pues su difícil diagnóstico puede confundirse con enfermedades muy graves como la fibrosis quística.
Las sibilancias, denominadas habitualmente “pitos”, son una de las causas más frecuentes de consulta pediátrica. Se trata de un silbido agudo producido por la obstrucción de los conductos respiratorios que se genera por el paso del aire al respirar. Estos “pitos” preocupan mucho a los padres, pues sugiere algún tipo de dificultad respiratoria.
El 50% de los niños menores de tres años, tendrán algún episodio de sibilancia, y un 30% tendrá varios, incluso algunos a los 6-7 años. Los niños que a los tres años dejan de sufrir episodios de sibilancias, serían las sibilancias transitorias, indican que se han podido producir porque el niño cuando nace tiene una función pulmonar alterada, generalmente por el consumo de tabaco de la madre durante el embarazo. Con los años, y si se combina con el tabaquismo, esta persona tiene más posibilidades de desarrollar una enfermedad pulmonar crónica.
El 60% de los niños que sufren sibilancia dejan de sufrir esta patología, pero la mitad del 40% restante, continuarán padeciendo sibilancias atópicas acompañadas de alergia, dermatitis o inflamación bronquial que requerirá un tratamiento crónico. Según el doctor José Ramón Villa del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, estos niños, que nacen con una función pulmonar normal, pueden padecer asma antes de los 6 años.
Los padres son muy reacios a administrar medicación por tiempo prolongado a sus pequeños, por eso, en cuanto desaparecen los síntomas lo suspenden. Mantener un tratamiento adecuado los primeros años de vida es lo mejor para su salud y posible curación.
Los especialistas cuentan con el libro “Sibilancias en el lactante”, patrocinado por el laboratorio MSD, una herramienta ideal para su diagnóstico.
Si observas que tu bebé tiene “pitos”, no dudes en consultar cuanto antes con el pediatra, como siempre, un diagnóstico precoz puede evitar males mayores.