Uno de los gestos más intrigantes y preciosos a la vez de toda madre y padre reciente es el de acercar la mano a la barriga del bebé o el oído a la nariz mientras se pregunta: ¿Respira?
La causa de esta conducta es (creo) el miedo que tenemos todos los padres de que el fantasma de la muerte súbita llegue a nuestros hogares y por ello es perfectamente lógico y normal que en aquellos momentos en que nuestro bebé duerme plácidamente, sin moverse, sin quejarse y sin hacer ruido, nos preguntemos si todo va bien.
Confieso que lo he hecho alguna vez con mis hijos, básicamente de noche. Por el día nunca ha habido necesidad, pues directamente han dormido siempre en nuestros brazos, pero de noche, cuando Morfeo nos traslada a todos a mundos paralelos, nuestro nivel de alerta (y sobretodo el de los hombres) se reduce drásticamente y me he visto en la situación de despertar sin razón aparente y alargar la mano al abdomen de mi hijo para ver que todo va bien.
¿Es innato?
Desconozco si, en caso de que no existiera el síndrome de la muerte súbita del lactante, los padres haríamos dicho test para ver si respiran. Lo cierto es que me encantaría saberlo, porque si la respuesta fuera afirmativa diría mucho de los instintos paternos y maternos de protección de nuestras crías y me haría sentir orgulloso (que últimamente cuesta un poco) del ser humano.
¿Hasta cuándo lo hacemos?
Este gesto, esta necesidad de sentir la seguridad de que nuestro bebé está bien, se va diluyendo a medida que crece y adquirimos la confianza de que aquel recién nacido pequeño y tremendamente frágil empieza a ser una personita fuerte.
La mayor parte de muertes súbitas (cerca del 90%) se producen antes de los seis meses, por lo que a partir de ese momento, probablemente, la mayoría de padres empiezan a sentir que su bebé estará con ellos al amanecer.
¿Hasta qué edad comprobásteis si el bebé respiraba?
Foto | Flickr (peasap)
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