No es un concepto nuevo. El 'antinatalismo' nació en el siglo XIX como una corriente que plantea que tener hijos biológicos no es ético, y parece que ahora vuelve a cobrar protagonismo entre los jóvenes que se oponen a traer más niños al mundo.
Entre las causas que señalan sus defensores: un mundo sobrepoblado donde falta agua y comida para muchas personas, donde estamos destruyendo el medio ambiente y donde no paramos de consumir más y más recursos. Pero hay mucho más detrás.
La idea: no traer niños al mundo
Hace poco más de un mes os informábamos de la crisis demográfica que está viviendo nuestro país: según los últimos datos del INE, en 2018 se registró el menor número de nacimientos desde que existen registros en 1941.
Y mientras la pérdida natural de población se dispara, sorprende encontrarse con el resurgimiento de una corriente, llamada antinatalismo, que precisamente aboga por no traer hijos al mundo.
Es cierto que aún no está muy generalizada, pero parece que está ganado fuerza (sobre todo entre los jóvenes) y pensamos que no debemos despreciarla y sí entenderla.
Y lo hacemos ahora, unos días después de que Raphael Samuel, un joven indio de 27 años, denunciara a sus padres "por traerlo al mundo sin su consentimiento".
Asegura en las redes sociales que es feliz y que tiene buena relación con sus padres, pero cree que le tuvieron por "su alegría y placer" sin saber si él quería nacer.
El antinatalismo: una ideología con historia
Aunque parezca que las ideas antinatalismo son nuevas, lo cierto es que ya estaban en la cabeza de pensadores como Homero, y fueron rescatadas en el siglo XIX por el filósofo Schopenhauer. Hoy, el máximo representante es David Benatar, profesor en la Universidad de Ciudad del Cabo, que defiende nacimientos cero para lograr que la Tierra esté en un nivel óptimo.
Estas y otras reflexiones se incluyen en su libro 'Better never to have been' (Mejor no haber existido nunca), que es algo así como el texto fundacional del movimiento en contra de la natalidad.
Motivos éticos, demográficos y sociales
La corriente nació motivada por razones demográficas (mucha población para pocos recursos), pero con el tiempo sus defensores (la mayoría jóvenes) han ido añadiendo motivos éticos, sociales y demográficos. Es decir, hablamos de argumentos medioambientales, evitar el dolor ajeno o que cada mujer decida lo que quiere hacer con su cuerpo, en lugar de que se lo impongan.
Pero además de la ética demográfica, los antinatalistas también defienden la ética individual, porque ¿quién está en condiciones de asegurar la buena vida de su hijo?
Estas podrían ser algunos de los motivos por los que esta corriente está ganando adeptos, que incluso recurren a esterilizarse para asegurarse de que no van a tener descendencia.
Pero hay más explicaciones para que la sociedad no tenga descendencia, como los problemas económicos que asfixian a gran parte de las mujeres: problemas de conciliación laboral y familiar, salarios bajos, precariedad en el trabajo...
De momento, la mayoría de la población mira con escepticismo a lo que significa el 'antinatalismo', que alguien nos diga si debemos o no reproducirnos, pero quizás sería conveniente no bajar la guardia del todo.
El propio Benatar reconoce que es muy improbable que la gente decida no reproducirse pero insiste en que al menos los padres deberían ser responsables y no tener más hijos de los que puedan criar.
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