La Audiencia de Cantabria ha condenado a dos años y nueve meses de cárcel a un padre que pegó un puñetazo a su hijo de 5 años porque no le dejaba dormir.
La agresión tuvo lugar en su vivienda en el mes de abril del año pasado. El acusado vivía con su mujer y sus cuatro hijos menores.
Una noche uno de los niños, de 5 años, hizo un ruido y molestó a su padre que dormía. Éste se levantó y le golpeó en la cabeza alcanzándole el ojo izquierdo y la cara.
La madre del niño quiso llevarle al hospital pero cuando estaba en la escalera del edificio el acusado lo impidió cogiéndola por un brazo y golpeándola contra los peldaños de la escalera.
El niño sufrió un hematoma en la cara y un edema en la cabeza y en el ojo izquierdo, por lo que pasó dos días ingresado en un hospital. Los hechos fueron denunciados por la abuela del niño en lugar de por la madre, atemorizada por las amenazas constantes de su marido.
Como la imagen que os pongo y que ya utilicé en un post anterior, la violencia suele volver sobre uno mismo. A veces lo hace en forma de penalización, a veces en forma de rencor o incomprensión de los que la reciben y a veces incluso mediante la propia culpabilidad.
Por desgracia en ese dibujo echo a faltar una cuarta viñeta que mostraría que el boomerang vuelve de nuevo contra el niño haciendo mella en su persona. Algunos lo llamarán trauma, otros no se atreverán a decirlo y muchos dirán que son sandeces, que no pasa nada. Yo sí creo que, en mayor o menor medida, el pegar a los niños afecta a su personalidad.
La violencia es un modo de descargar la ira contenida. Hay maneras menos dañinas de controlar esos nervios y esa ira acumulada. Es labor de las personas adultas dar con ellas para evitar semejante descarga de crueldad.
Vía | El Diario Montañés En Bebés y más | Pegar a los niños les vuelve agresivos, Detienen a un abuelo por pegar en la calle a su nieto