En Bebés y más hemos tocado en distintas ocasiones el tema del teletrabajo con niños: desde los ejemplos reales de madres mostrando cómo es trabajar desde casa al lado de sus hijos, hasta algunos consejos para intentar organizarnos un poco y llevarlo mejor.
Pero ahora, una ilustración ha revelado otra parte que no habíamos tocado: el esfuerzo que hacemos miles de padres y madres trabajando desde casa, por aparentar y sentir que todo está bajo control.
Personalmente, creo que además de todas las cosas que hemos perdido a causa de la cuarentena y el encierro, uno de los aspectos más difíciles ha sido el tener que adaptarnos a esa nueva realidad, en la que nos encontramos la mayoría del tiempo en casa mientras intentamos balancearlo todo.
Lo curioso de todo esto, es que aunque se habla mucho del tema en cuanto a consejos para teletrabajar con niños, poco se muestra de lo que se esconde detrás de las videollamadas y conferencias telefónicas: la vida real en una casa con niños pequeños.
Quizás por eso tuvo mucho impacto una ilustración publicada hace unas semanas en la revista The New Yorker, creada por la ilustradora Teresa Burns Parkhurst, en donde se puede ver a un padre trabajando en una pequeña esquina de casa, donde él se muestra sonriente y vestido para su videollamada de trabajo frente a un fondo ordenado, mientras que el resto de la casa es... un desastre.
El sitio en la mesa donde comió el bebé, la ropa colgada sobre las sillas, los aditamentos para ejercitarse abandonados en el suelo, la caja de los crayones en la mesa frente al espejo, el cesto de la ropa sucia hasta el tope, los juguetes por todos lados y como toque final, el perro comiendo las sobras de lo que el bebé tiró de la mesa.
Desde luego, no todas las casas están así ni tampoco todos los días nuestro hogar luce como zona de desastre, pero lo que la ilustración desea mostrar, es cómo hacemos todo lo posible por mostrar o aparentar que todo está normal, cuando en realidad la situación es más complicada de lo que muchos asumimos.
Además, también nos recuerda una situación que ya existía pero que se volvió aún mayor durante la cuarentena: las expectativas sociales hacia los padres, pues estando en pandemia se espera que sean altamente eficientes y productivos, cuando en casa tenemos un millón de responsabilidades.
Desde luego, seguro que muchos tenemos la capacidad de cumplir con las responsabilidades y exigencias de nuestros trabajos, pero esto no significa que no nos agotemos intentando hacerlo todo y sin duda resalta la complicada y estresante situación que han vivido muchas familias durante el confinamiento.
Ilustración | Teresa Burns Parkhurst
Vía | Working Mother
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