Dentro de nuestro Curso de Maternidad y Paternidad vamos hoy a hablar de la autoestima y de la forma de fomentar el que nuestro hijos la desarrollen, y también, sobre como no destruirla o dificultarla. Y, más concretamente, en este tema abordaré este concepto y como poner la primera piedra para construir la autoestima de nuestros hijos.
No se si vosotros consideráis que tenéis una buena autoestima o si, en algún momento, os dominan pensamiento negativos sobre vosotros mismos. Posiblemente todos pasamos momentos en los que pensamos que no somos capaces y que siempre nos equivocamos sin remisión, pero, con un trabajo personal podemos reconducir la situación y mejorar nuestra autoestima.
Pero si hablamos de nuestros hijos esta cuestión es especialmente importante. Van a encontrar en la vida situaciones, seguro, que debilitarán su imagen personal y que pueden inculcarles indefensión aprendida.
El entorno que destruye la autoestima
Y si bien es cierto que comentarios que los desvaloricen, etiquetas, castigos por sus errores o presiones del entorno, existen y no siempre podremos evitar esos ambientes destructivos o dolorosos. ¿Qué podemos hacer para ayudarles?
Existe quien piensa que, para hacer más fuertes a los niños, lo mejor es ser muy críticos con ellos, despegarlos de nosotros y dejarles arreglárselas por ellos mismos. Presionarlos, castigarlos, compararlos y negarles un cariño "excesivo" no creo que fomente la autoestima, más bien va a socavarla y a obligarles, como mucho, a hacerse una coraza para que nadie los dañe.
Todo lo contrario es lo que os aconsejo, precisamente es en el hogar donde se cimenta la autoestima personal más sana y duradera, la que no hay que lograr luego con dolor, sino la que nos acompañará desde niños.
El concepto de autoestima
La autoestima es tener una imagen positiva de uno mismo. Eso no quiere decir que estemos hablando de narcisimo, prepotencia o incapacidad para comprender los errores o respetar los límites de los demás. Lo que es una autoestima sana es otra cosa.
Una persona con una buena autoestima se conoce, se entiende, sabe que puede superarse y se ama. Sabe que comete errores y que los errores son una oportunidad para aprender y hacer las cosas mejor. Sabe que los demás tienen derechos iguales a los propios y hace lo posible para que también los demás sean felices y estén equilibrados.
Una persona con una buena autoestima no ataca, colabora. No se rinde ni se autocastiga, se supera y se perdona, pero también enfrenta las consecuencias de sus actos de forma responsable, intentando resolver el daño que haya causado. Y ese es el tipo de autoestima que os invito a ayudar a que vuestros hijos desarrollen.
Por supuesto, no creo que exponer a los niños al maltrato, el acoso escolar o una autoridad ilógica y represiva les beneficie en nada. ¿Es que acaso nosotros creemos que relacionarnos con maltratadores, acosadores laborales o una autoridad ilógica y represiva nos ayude en algo?
El ser humano es enormemente resilente y puede superar las peores situaciones, saliendo reforzado de ellas, pero eso no quiere decir que esas situaciones sean deseables.
Por tanto mi primer consejo es proteger a los niños del maltrato sea cual sea su vehículo o forma de expresión. Buscar para ellos relaciones y ambientes sanos, respetuosos y creativos donde se trabaje precisamente su autoestima, donde no se usen castigos ni etiquetas y donde no se construya su personalidad mediante el control dirigista. Y esto se aplica tanto a la familia, los grupos de amigos o la escuela.
Poniendo límites por los niños
Nosotros, como padres, tenemos la responsabilidad última sobre nuestros hijos y somos el ejemplo del que ellos van a aprender como se ponen los límites a los demás. Es a veces complicado el poner límites a los demás, pues, posiblemente, nosotros mismos tenemos problemas para hacerlo de forma empática, proactiva y respetuosa. Aprendamos a hacerlo pero no dejemos que por miedo, convenciones o comodidad se trate a nuestros hijos de forma castigadora.
Nuestros hijos no son malos, no comen mal, no son caprichosos ni están enviciados con la teta, no son demasiado mayores para que los consolemos si lloran y nadie tiene derecho a hacerles rabiar, burlarse de ellos o castigarlos. Y eso, como lo anterior, se refiere a la familia, los amigos o la escuela. Tenemos que defender sus derechos, sin agresividad, pero con firmeza.
Al mostrar a nuestros hijos que sabemos poner límites a cualquiera que les dañe (o que nos dañe a nosotros) estaremos poniendo la primera piedra de su autoestima cuando son pequeños y dependen de nosotros. Hay más cosas que debemos hacer para fomentar su autoestima y las veremos en el próximo tema.
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