Como la gran mayoría de familias y niños de España el pasado día 5, víspera de la noche en que los Reyes Magos entregan regalos a todos los niños del mundo (dice la leyenda), fuimos a ver pasar por las calles a Melchor, Gaspar y Baltasar y a sus pajes, y de paso a coger algunos de los cientos de caramelos que tiraban.
Mi familia y yo nos situamos en tercera o cuarta fila (los vimos pasar dos veces porque en la primera Aran se quedó dormido) para estar más seguros, para no quedar aprisionados entre la gente y para verlos de no demasiado cerca y pude ver delante mío a varios adultos y niños haciendo auténticas locuras con el único fin de coger algunos caramelos más.
Como siempre, piensas un poco en lo insensata que es la gente pero tampoco es que le diera demasiadas vueltas porque cada año ves a gente adulta perdiendo la cabeza, pero recordé todo lo visto después cuando, al llegar a casa y encender el ordenador vi a gente comentando que acababa de morir un niño de seis años atropellado por una carroza de los Reyes Magos.
Seis años es la edad que tiene mi hijo Jon, el mayor, y entre él y yo hicimos lo posible por coger los caramelos que caían en nuestro radio de acción (digamos un par de metros cuadrados), pero ambos teníamos claro que, ni los podíamos coger todos (no íbamos a pelearnos con nadie por un caramelo), ni íbamos a poner en riesgo nuestra integridad por conseguir cuatro caramelos rotos de más.
Vi gente acercándose a las carrozas continuamente con la bolsa en la mano, a sus hijos corriendo delante de la primera fila de gente para conseguir más caramelos que los adultos más cuerdos (los que mantienen su posición) y llegué a pensar que "no pasan más cosas porque Dios no quiere", como se dice habitualmente.
El problema es que Dios ni quiere ni deja de querer y a veces sí pasan cosas. En Málaga las carrozas se habían detenido un momento y el niño quiso aprovechar la situación para coger unos cuantos caramelos más de debajo de la carroza. Al arrancar de nuevo, la carroza le atropelló.
Aunque el personal de emergencias acudió lo antes posible al lugar, no hubo nada que pudieran hacer por su vida, demostrándose así que, o bien falta seguridad en estos eventos, ya sea con un recorrido vallado o con personal rodeando las carrozas para que nadie se acerca, o bien los adultos tenemos que tener claro que la seguridad de los niños en las cabalgatas de Reyes es responsabilidad nuestra.
Vía y Foto | Diario de Navarra En Bebés y más | Siempre corriendo, saltando, explorando: cómo evitar accidentes bucales en los niños, Evitar accidentes en niños mayores de dos años, Cuaderno educativo para prevenir accidentes en la familia