No a todo el mundo le tiene que gustar ser padre: de parejas que tienen hijos y luego se arrepienten

No a todo el mundo le tiene que gustar ser padre: de parejas que tienen hijos y luego se arrepienten
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Dicen las estadísticas que cada vez hay más parejas que deciden no convertirse en padres: el 10% de las mujeres nacidas en 1955 no tuvo hijos, mientras que si miramos a las nacidas en 1965 nos vamos al 13-14%. Esta tendencia parece estar aumentando, siendo las causas principales la infertilidad (un porcentaje muy bajo de ellas), la inseguridad laboral y el deseo de, simplemente, llevar una vida de independencia económica y social sin tener que estar pendiente del cuidado y de la atención que uno o varios hijos requieren.

Así, nos encontramos con mujeres y hombres con hijos, porque quieren, mujeres y hombres sin hijos, porque no quieren, y un tercer grupo en el que encontraríamos a mujeres y hombres con hijos en que uno de los dos, o los dos, llegan a arrepentirse, algunos hasta el punto de hacerlo público, como ha sucedido estos días en Londres, donde una mujer ha explicado que siente que sus hijos han arruinado en cierto modo su matrimonio.

Todos los instintos pueden ser controlados

Con el fin de procrear y procrear, de perpetuar la especie como si esa fuera nuestra única misión en la vida, la naturaleza nos dotó de una serie de instintos que lo hicieran posible. En los animales se ve claramente, pero en nosotros no tanto porque nuestro raciocinio y las normas sociales son suficientes para controlar dichos instintos. Y todos son controlables, ya sea de manera voluntaria, ya sea de manera involuntaria, como consecuencia de vivencias pasadas.

¿Estoy hablando del instinto maternal, o del paternal, y del instinto de reproducción, si es que existen como instintos? Sí, de ellos hablo. Las mujeres (no todas) sí tienen épocas en las que desean ser madres, ven un bebé y sienten que lo necesitan, que quieren cuidarlo, que quieren sostenerlo en brazos. Si hasta mi mujer que tiene ya tres me dice a veces que le gustaría tener otro bebé, que el cuerpo se lo pide... los hombres, pues lo que digo, los hay que quieren ser padres, que les gustan los niños y que disfrutan muchísimo con ellos y les cuidan y tratan con mucho amor y cariño, pero de ahí a que el cuerpo les pida un bebé hay un trecho, claro.

Pero bueno, esto es algo de lo que podemos hablar en otro momento porque tampoco es el tema de hoy debatir sobre quién y quién no tiene instinto de tener hijos, sino dejar claro que ese instinto se puede controlar o bloquear, como todos los instintos, de manera voluntaria y también de manera involuntaria: una pareja puede decidir no tener hijos porque quieren dar prioridad a sus vidas, a su manera de vivir, a su trabajo, a sus relaciones interpersonales y una pareja puede decidir no tener hijos porque sienten que no serán capaces de cuidarlos o sienten que la vida tiene todavía mucho que ofrecerles como para dejar de recibirlo.

Hablo, en el segundo caso, de personas cuyas carencias podrían ser más o menos acusadas, y pueden no sentirse preparados. Tener un hijo es un acto que requiere de muchísima dedicación y que, en cierto modo, te anula (anula la vida que llevabas). Ya no puedes ser la misma persona disfrutando de los placeres de la vida, preocupada de recibir del exterior para seguir creciendo como persona o como cura para lamer tus heridas (la constante búsqueda de algo que sacie la sed de ser feliz, de completarte como persona porque te han hecho sentir incompleta). Eso se acaba porque de repente hay ahí una personita que necesita mucho más del exterior que tú y de repente cambia tu vida del recibir, al dar. Tienes que darle tu tiempo, tienes que darle tu cariño, tienes que colmar sus carencias y cubrir sus necesidades y claro, cuando estás acostumbrado a recibir, o cuando sigues esperando recibir algo, el dar puede ser muy duro.

Para entenderlo bien, suelo hablar de mochilas vitales. La mochila de vida. Todos tenemos nuestra mochila que se va llenando de experiencias y que se va completando a medida que nosotros maduramos como personas. Lo ideal es ser padre o madre cuando sentimos que la mochila ya está lo suficientemente llena como para poder cerrarla durante un tiempo y dedicarte a llenar la de tu bebé. Si aún la sentimos vacía, puede ser nuestro bebé quien la llene o puede que no sea él y que aún queramos seguir con la vida que llevábamos. Entonces hay un conflicto, porque es difícil estar pendiente de la mochila de tu bebé si además estás pendiente de la tuya. Esas son las carencias de las que hablo, las que vale la pena conocer para ser capaz de tomar una decisión correcta: "Ep, yo no me veo preparado para ser padre, todavía. Aún siento que tengo mucho por hacer: o esperaré por si algún día veo que sí es el momento, o quizás más adelante decida no tener hijos". Y está bien. Estará bien, porque no a todos nos tiene que gustar tener hijos.

Sentir que tus hijos están arruinando tu matrimonio

Hace dos días pudimos leer en el Daily Mail la historia de Kate Morris, una mujer, madre de dos hijos de 14 y 11 años, que quiso explicar que siente que el tener hijos ha condicionado en demasía su vida con su pareja, y que echa de menos, demasiado, la vida que ambos tenían cuando eran jóvenes. Una vida en la que viajaban, vivían aventuras, disfrutaban el uno del otro y saboreaban lo que cada nuevo día les ofrecía que dio un giro de 180º en el momento en que tuvieron a su hijo. A partir de ese momento se convirtieron en padres y nada más se supo de esa pareja, pues sus temas de conversación pasaron a ser acerca de su hijo, y eso cuando hablaban de algo, porque la mayoría de veces se limitaban a darse órdenes o explicar el uno al otro lo que faltaba por hacer.

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Kate Morris con su familia

Y contó que le gusta tener hijos y que lo da todo por ellos porque ambos tuvieron unas infancias muy duras, él huérfano desde los 8 años y ella en un internado desde los 11, y no quiere que sus hijos sientan esas carencias. Sin embargo, añade que ya está, que ellos ya han tenido sus dos hijos y que en cambio parece que siguen necesitándoles, que se han apoderado de sus vidas y que a veces se siente como si contara los días esperando a que crezcan y se hagan independientes. Como además no tiene ningún apoyo familiar en este sentido, siente que un poco de ayuda le habría venido bien para, de vez en cuando, algún día, poder dejar a los niños con alguien y ella y su marido hacer algo solos.

Nokid

Algo parecido desveló hace unos años Corinne Maier cuando describió en su libro "No Kid. 40 buenas razones para no tener hijos" por qué preferiría no haber tenido los dos hijos que tuvo:

Si no tuviera (hijos), ahora mismo estaría haciendo la vuelta al mundo con todo el dinero que he ganado con mis libros [...] estoy de arresto domiciliario, obligada a hacer comidas, a levantarme a las siete de la mañana cada día, a preguntar lecciones estupidísimas y a poner lavadoras para unos niños que me consideran su criada.

Y es una pena. Es una pena arrepentirte de tener hijos porque en realidad la culpa no es de ellos. Ellos no han cambiado. Ellos son como siempre han sido, dependientes en mayor o menor medida según la edad, y de diferente manera si ya son más mayores. Pero tampoco quiero decir con ello que la culpa es de los padres, y que para eso no haberlos tenido, porque tampoco se les puede culpar de sus sentimientos (si acaso, se les puede culpar de hacerlo público, de hacer saber al mundo entero que tus hijos te estorban, porque puede ser muy duro para un niño saber que tus padres se están haciendo conocidos por no quererte).

Si no los quieres, no los tengas

Claro, esto sería lo ideal, poder tomar decisiones con respecto a tu vida sin la presión social de tener que hacer lo que todo el mundo espera que hagas: estudia, sácate una carrera, encuentra un trabajo, una pareja, id a vivir juntos, tened hijos, formad una familia y a vivir.

Si no lo haces así empiezan las presiones: "que cuándo vas a trabajar, que ya toca", "que cuándo te vas a echar novio/a, que ya tienes una edad", "que cuándo vas a tener hijos, que se te pasa el arroz". Y si dices que no vas a tener hijos aún hay quien dice "¿Cómo? ¿Por qué no? ¡Si son lo más bonito del mundo!", y te tachan de egoísta.

Hace unos años me encontré con una conocida. Yo iba con mi primer hijo en el cochecito. Hacía tiempo que no nos veíamos y ella es mayor que yo, así que se sorprendió un poco al verme con un niño, me dio la enhorabuena y claro, el tema parece que se centró un poco en eso cuando me explicó que ella no tenía ninguno y que había decidido con su pareja no tener. Yo le dije que "Bueno, si los dos lo sentís así...", porque aunque a mí me pareció una historia triste, lo importante no era lo que yo pensara, sino lo que ella pensara, y en cierto modo me sentí mal porque insistió un poco en las razones para no tener hijos, como justificándose. Muy probablemente yo era la enésima persona a la que sentía que tenía que explicar su decisión y ni yo era nadie para juzgarla, ni nadie en realidad era nadie para hacerlo, pero seguro que muchos lo hicieron.

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Y pensé entonces en cuántas parejas han tenido hijos sin estar realmente convencidos de ello, simplemente por presión, en cuántas mujeres tenían pensada una vida que se truncó porque tuvieron un bebé que no buscaban en realidad, en cuántos hombres tienen hijos simplemente porque sus mujeres quieren, y a ellos ni les va ni le viene (no tengo los datos, pero creo que esta última es la situación más frecuente).

Y ahí es donde quiero llegar, que no a todo el mundo le tiene que gustar ser padre o ser madre y ante una situación así, vale la pena ser honesto, sincero con uno mismo y tomar la decisión más pertinente. Quizás valga la pena no tener hijos si su llegada va a suponer un problema para todos.

¿Y esto no vendrá todo de un problema social mayor?

Probablemente, porque que cada vez haya más hombres y mujeres que preferirían no tener hijos es algo que no nos incumbe (cada cual que haga lo que prefiera) pero cuyos motivos sí podemos tratar de entender. ¿Por qué sucede? Bien, yo no soy antropólogo, solo una persona que se fija un poco en las cosas, que medita sobre ellas y que a veces llega a conclusiones acertadas y otras veces mete la pata hasta el fondo. Quizás lo que viene a continuación sea una de esas veces en que acierto, pero quizás sea una de esas veces que no (así que si alguien tiene una teoría mejor, que me la explique, que a mí me encanta tratar de entender este extraño mundo en el que vivimos).

Creo que sí. Creo firmemente que todo responde a un problema social mayor, a un funcionamiento global tan errático, tan capitalista, tan individualista, tan egoísta, que tiene efectos secundarios devastadores.

Esto da para muchas horas de conversación y muchas líneas, así que me será complicado sintetizarlo, pero lo voy a intentar: hemos creado, o han creado para nosotros, un mundo en el que el éxito de las personas ya no se mide por la calidad humana, sino por lo productivo que puedes llegar a ser o, mejor dicho, por el dinero que puedes llegar a conseguir, o llegar a mover. Se admira a los que más tienen y no a los que más valen. Se admira al que asciende en su trabajo. Se admira a los hombres en las altas esferas y el trabajo en casa, el cuidado de los niños, ha quedado relegado al olvido, denigrado, sin importancia, hasta tal punto que se delega en terceras personas.

En esa lucha feroz por el éxito, se ha integrado a la mujer en el sistema capitalista masculino de manera que ahora no solo los hombres compiten entre sí, sino también con las mujeres para ascender, conseguir notoriedad, independencia económica, éxito, y mientras tanto, las cosas que más nos llenan son un coche cada vez más lujoso o potente, una casa cada vez más grande y un viaje cada vez más lejano. Ese es el ocio de hoy en día, así se disfruta: conociendo sitios lejanos, llevando ropa cara, teniendo decenas de zapatos, el móvil más caro, el coche más bonito, siendo independiente, etc. ¿Las cosas cotidianas? Han quedado casi en el olvido porque es lo de siempre, lo que todo el mundo puede tener, y eso, claro, no te hace especial ni diferente.

Y en esa diferenciación, en esa búsqueda del éxito, en esa evolución del modo de vivir muchos se han distanciado tanto que se han quedado en ese constante estado de "mochila medio vacía", y lejos del calor humano de una familia o de unos amigos que, de hacer falta, te ayudarían con tus hijos, pero que tampoco están porque ellos probablemente estén también tratando de llenar sus mochilas. Nos hemos quedado sin familia que nos ayude a cuidar de nuestros hijos porque ahora los hijos son de sus padres y esto ya no es como en esas épocas en que los niños se pasaban el día en la calle y al final se educaban solos o los educaban entre todos: los mayores, los primos, sus tíos, las abuelas. Los niños iban a todas partes y su entorno era tan inmenso como era su red familiar. Ahora apenas hay red, muchas veces, porque nos alejamos de nuestros padres para iniciar nuestra propia vida y el entorno de los niños es su colegio y el de las actividades a las que los apuntamos y los llevamos. Somos, al final, esclavos de su tiempo y de sus agendas, y esto no todos los padres lo digieren bien. ¿La culpa? De todos un poco. De permitir que el capitalismo haya conseguido que sea el trabajo lo que honre a una persona y no su calidad humana, y de creer que las mujeres han sido por fin liberadas después de una gran lucha, por haber conseguido entrar en el mercado laboral, ese que, por haber sido creado por y para los hombres, no tiene compasión alguna y no sabe de conciliación familiar. Ese que hace sufrir a los niños, que se quedan sin padres, ese que hace sufrir a las madres, que aunque han sido "liberadas" resulta que ahora tienen el doble de trabajo, el de casa y el de fuera y ese que hace sufrir a los padres (a algunos), que quieren estar en casa también, pero no pueden.

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Y todo gira de una manera y a una velocidad que es normal que haya efectos colaterales: personas que lo pasan fatal porque tienen sus mochilas casi llenas y preferirían cuidar de sus hijos y personas que lo pasan fatal porque tienen sus mochilas casi vacías, preferirían dedicar más tiempo a sus trabajos y a tratar de llenarlas, pero no pueden porque tienen hijos.

¿Cómo lo solucionamos?

No sé si hay manera, pero lo de tratar de lamernos las heridas y lo de atender a nuestra mochila vital para llenarla cuanto antes es una buena solución. Así podremos cerrarla y dedicarnos a ayudar a nuestros hijos a llenar las suyas, con tiempo, cariño, diálogo, juegos, etc. Si les excluimos de nuestras vidas porque seguimos preocupados (en demasía) por seguir recibiendo, no haremos sino traspasar nuestras carencias, porque ellos se sentirán del mismo modo, faltos de amor, faltos de referente, faltos de alguien que les acompañe en el camino y les haga sentir queridos y plenos. Y si no se sienten así (que es como no nos sentimos nosotros en nuestra infancia tampoco), si todo ello les perjudica de algún modo en su autoestima y en su seguridad, crecerán con esa sensación constante de que siempre falta algo con lo que serán felices. Y cuando lo consigan se darán cuenta de que no era eso, de que es otra cosa. Y al conseguirla verán que aún no son felices, que necesitan algo más. Y entrarán en ese círculo de la búsqueda constante de una felicidad que nunca llegará, porque el problema no está en el exterior, sino en ellos mismos, en esa mochila medio vacía que lo estará siempre, a menos que cambien su manera de ver la vida o que encuentren qué es lo que de verdad necesitan para ser felices. Solo entonces podrán, si lo desean, tener hijos y romper con esa cadena, con esa transmisión de infelicidad que llevamos tanto tiempo contagiando a nuestros hijos, generación tras generación y cuyos efectos se magnifican cada vez más, al hacerse la pelota cada vez más grande, mayor la oferta de ocio instantáneo, menor la paciencia y la espera, mayores las posibilidades de lograr una pseudo-felicidad transitoria y de desconectarnos, cada vez más, de nuestra esencia, de nuestra humanidad, de nuestra manera de ser empática, comunicativa y solidaria.

En nuestras manos está, pero no pinta nada bien. ¿Mientras tanto? Lo dicho: que cada persona haga lo que sienta que tiene que hacer. Nadie tendría que tener hijos si siente que será infeliz con ellos.

Fotos | iStock
En Bebés y más | Hace falta una tribu para educar a un niño y yo sólo soy un padre, "¿Dónde está mi tribu?": una pequeña joya sobre la crianza en la actualidad, ¿Por qué es tan duro esto de tener hijos?

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    • interesante

      tener un hijo (o varios) es algo muy importante que se tendria que estar muy segur@ y muy concienciad@ para tenerlo/s,ya que es para toda la vida;puedo llegar a comprender que haya personas(yo incluida) que en un momento dado la situacion te supere,sea por cansancio o por el motivo que cada cual tenga,pero de ahi a arrepentirse de tener hijos es algo que personalmente no me entra en la cabeza..

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    • Avatar de sunti76 Respondiendo a sunti76
      interesante

      Pues yo oí a mujeres ya mayores (te hablo de mujeres de 55-65 y más años) que si pudieran dar marcha atrás, no tendrían hijos.

      Y a algunas más jóvenes (con hijos adolescentes), también.

      Pero, repito..., las cosas hay que verlas en perspectiva. No sé cuántos años tienen tus hijos pero supongo que serán pequeños. Tú espérate a que tengan 25 o 30 años y luego vuelves a contestar la pregunta: "te arrepientes de haber tenido hijos?"

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    • Avatar de cieloazul22 Respondiendo a cieloazul22
      interesante

      Yo es que creo que el planteamiento en sí es erróneo. Quiero decir, es cierto que hay muchas familias que lo hacen lo mejor que pueden y, por lo que sea, algo se tuerce y hace que los hijos se conviertan en una verdadera cruz. Y oye, si hay días en los que pensamos "pero cómo me casé con este?" O "cómo no estudié aquello?", por lo que si alguna vez nos preguntamos en qué estábamos pensando al tener hijos, pues aceptemos ese momento de debilidad y sigamos adelante. Sin embargo, a todos aquellos que dicen que se arrepienten de verdad yo les haría la pregunta que he hecho antes: qué te pensabas que era la paternidad? Porque aunque tiene cosas muy positivas y te puede llenar mucho, tiene otras digamos, más sacrificadas. Con un hijo ya no puedes volver a dormir igual, se te trastocan todas tus rutinas, tienes que renunciar a tu preciosa casa de anuncio, ya no puedes volver pedo a casa y pasar el domingo de resaca, al ir de viaje tienes que planificar cómo lo vas a hacer para que el niño se lo pase bien, luego tienes que ayudarle con los deberes, cuidar que tenga buenas amistades, soportar su rebeldía adolescente, velar porque tome una buena dirección académica y laboral... Y aunque ya esté independizado y con su vida, seguirás atento a sí es feliz solo o con su pareja, a sí le va bien con sus hijos... Y así hasta el día de la muerte. Te cambia la vida de una manera tan radical que creo que mucha gente, por la razón que sea, no era completamente consciente, subestimó la envergadura de ese cambio o simplemente se niega a renunciar a según qué (o en mujeres más mayores probablemente no tuvieron demasiada opción). Es muy importante, antes de tener hijos, hacerse unas cuantas preguntas, porque no es justo que después paguemos esa infelicidad con ellos. O es que acaso un hijo no se da cuenta de cuando es querido o no? Un saludo!

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    • Avatar de thebitch Respondiendo a thebitch
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      Ui, perdón por el rollo...

    • Avatar de thebitch Respondiendo a thebitch

      Pues efectivamente. Mucha gente se queda en el embarazo y el parto..., o como mucho en los primeros años de crianza, pero no ven que un hijo lo es para toda la vida, con los desvelos y las preocupaciones que eso supone, sobre todo si eres una persona responsable.
      A este respecto me decía una tía de mi padre hace poco (ella tuvo dos hijas):
      "No he vuelto a vivir tranquila desde que tuve a mis hijas. Y ya tienen más de 30 años, pero yo no vivo tranquila; la mayor tiene problemas en el trabajo, la pequeña en la pareja..., y no, no soy feliz. Si pudiera dar marcha atrás..."
      Y no lo dice por las hijas, que son buena gente y muy agradables..., lo dice por ese pesar y esa preocupación que lleva siempre con ella.

    • Hay veces que los hijos pueden ser exasperantes y aparezcan sentimientos desagradables. Pero arrepentirte porque ya no puedes viajar a la selva cuando a ti te apetece o tienes que hacer la comida de tus hijos... Qué se pensaban que era la paternidad?

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    • Avatar de thebitch Respondiendo a thebitch

      Ahí está la cuestión: nadie se los dijo realmente! Todo lo que oyeron de otras personas con hijos es lo hermoso y maravilloso que es tenerlos... muy pocos o ninguno te habla de la parte fea.
      Si vas a comprar un electrodoméstico y nadie te dijo que fallaría muy rápido o que gastaba mucha electricidad... ¿es tu culpa por comprarlo? Por suerte los padres se sueltan cada vez más y comparten hasta las malas experiencias, por lo que uno puede informarse mejor hasta por internet si quiere.
      No, nadie te dice, no sabes qué esperar, y uno está en su derecho de arrepentirse lo supiera o no.

    • Comentario moderado
    • Parejas que se arrepienten de haber tenido hijos hay ciento y la madre.
      Pero no preguntéis si se arrepienten o no a padres de niños pequeños, preguntádselo a mujeres y hombres ya maduros que tienen hijos creciditos.
      Las cosas hay que verlas en perspectiva.

      Hace ya un tiempo que leí que una encuesta realizada por un psicólogo en USA entre parejas que tenían hijos ya mayores, arrojó la increíble cifra de que más del 70% de los padres se arrepentían de haberlo sido y que si pudieran dar marcha atrás no volverían a tener hijos. Y un importante científico suizo (no recuerdo ahora el nombre) afirmaba que una de las claves para tener una vida tranquila y sin stress es no tener hijos. Y ojo porque este señor ya pasa de 70 años, así que se supone que ya sabe de qué va la vida.

      Ahí va una cita de un importante psicólogo americano:

      Según el psicólogo de Harvard Daniel Gilbert, los niños realmente no dan la felicidad (aunque sí el matrimonio): “Una vez que la gente tiene crios, hay una recesión de la felicidad”. Y bromea: “El único síntoma del nido vacío es una sonrisa incesante”.
      http://www.terceracultura.net/tc/?p=6023

    • Y una cosa que se me pasó apuntar.

      Casi la mitad de los adolescentes españoles (el 49% para ser exactos) MALTRATA física o verbalmente a sus padres. El 40% de los adolescentes agrede verbalmente a sus progenitores y el 9% lo hace a nivel físico.

      http://www.antena3.com/noticias/sociedad/duplican-siete-anos-denuncias-padres-maltratados-sus-hijos_2015041600270.html

      Evidentemente esos padres son profundamente infelices. La mayoría si pudiera dar marcha atrás, no tendría hijos.

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    • Avatar de cieloazul22 Respondiendo a cieloazul22
      interesante

      Jolín, pues vaya estadísticas... aquí habría que saber qué es primero, si el huevo o la gallina. Es decir, si todos esos adolescentes que agreden verbalmente a sus padres lo hacen porque de alguna manera se han sentido siempre agredidos por sus padres: padres autoritarios, padres excesivamente permisivos, padres que no han atendido como debieran a sus hijos, etc.

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    • interesante

      Pues hay de todo, aunque la mayor parte de los casos no es por falta de atención o de cariño sino muchas veces por una dejación de funciones o por un exceso de mimo. Y lo paradójico es que básicamente los padres por querer evitarle todo tipo de sufrimiento en la vida a sus hijos, les permiten todo con tal de no "traumatizarlos" y el resultado a la vista está.
      La realidad de cientos de miles de padres españoles (y de muchos otros países europeos) es atroz, gritos, insultos, agresiones verbales, vejaciones por parte de sus hijos...

      Y repito, muchas veces no fue por falta de atención, sino por un exceso de permisividad creyendo que así les iban a ahorrar sufrimientos en la vida. Y es que el error parte de creer que se puede vivir sin sufrir.
      Todo empieza por ahí.

    • Las personas que se arrepienten de haber tenido hijos deberían de haber sido destinados a no tenerlos. Los hijos no son un capricho, no son 'porque tocan', los hijos deben ser fruto del deseo más profundo de tenerlos y educarlos para se adultos de bien. Debe ser una decisión bien meditada, de saber que los hijos son tus hijos para toda la vida y ante toda circunstancia y por supuesto se debe querer ser padre hasta los últimos días de tu vida. Siempre todo debe ir en consecuencia. Hay quien desea vivir la vida sin preocupaciones y tiene descendencia porque toca, otros porque se han despistado en una noche loca, o porque creen que necesitan una familia para progresar en su éxito laboral y personal.
      Las familias no son las de los anuncios, hay de todo tipo, cada una con sus variantes. En general, las familias deben ser un núcleo de felicidad o como poco, de amor y comprensión, de respeto y de libertad.
      Por otra parte hay quien nunca es feliz con lo que tiene. Los que son inconformistas y siempre buscan ir más allá nunca serán felices por más cosas que tengan o sueños cumplidos marquen en su lista.

      Nosotros decidimos ser padres con 26 y 30 años, demasiado jóvenes para algunos, para nosotros la edad ideal. No teníamos piso en propiedad, no teníamos trabajo estable, pero teníamos un deseo muy grande, vitalidad -que mayormente lo da la juventud- y muchas ganas de traer una persona a ste mundo al que enseñarle a vivir y las cosas buenas que te da la vida, el amo ry la familia.

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    • Avatar de sereducadora Respondiendo a sereducadora

      Es que de eso va la cosa: nadie les avisó, era un tabú decir algo en contra de ser padres. Por suerte cada vez más gente comparte sus pensamientos así los demás sabemos lo que nos espera

    • Yo creo q el problema está en q nos gusta mucho opinar sobre las vidas de los demás y juzgar continuamente. Da igual lo q hagas q siempre habrá alguien q te dé su opinión sin pedírsela y q no le parezca bien algo q hagas...si tienes 1 hijo q xq sólo tienes 1, si tienes 3 ya parece q van siendo demasiados y si decides tener 7 es q estás loca. Si educas de esta manera, si lo haces de la otra, si deberías tener pareja con tal edad..y así continuamente.
      Debería dejar de importarnos tanto lo q opinen los demás y vivir nuestra vida como queramos, siempre y cuando no hagamos daño a nadie con nuestras acciones.

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    • Comentario moderado
    • Muchas veces es insoportable leer artículos de “periodistas” que ni idea de lo que escriben. Este es el caso. Para abordar un tema, y editorializar, al menos se requiere un metalenguaje mínimo (conocimiento poco) capaz, al menos, de decir “algo” que trascienda un cerebro básico en la ccoina de cualquier casa. Este es el ejemplo. Es un tema increiblemente interesante, para abordarlo desde cualquier perspectiva (psicológica, social, antropológica y hasta fisiológica!), pero ninguna...Puro parloteo, escrito encima sin vuelo, y poca, muy poca info, de lo que supone parentalidad. Basura literaria y consejos de vecina que lee, y encima repite! a Paulo Cohelo. Tristísima tu nota.

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    • Avatar de melina1 Respondiendo a melina1
      interesante

      Paulo Cohelo? No lo he leído en mi vida, así que supongo que eso hace que la entrada sea aún más triste...

    • Avatar de melina1 Respondiendo a melina1

      Pues no lo leas y listo....huele un poco a...¿envidia?

    • Avatar de melina1 Respondiendo a melina1

      Perdón, ¿nos muestra por favor su título de Licenciada en Comunicación por favor? De otra forma sólo es la opinión de otra vecina que lee.
      (Por cierto qué tendrá de malo que la vecina lo lea, a saber)

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