Es importante y muy beneficioso para los niños fomentar su autonomía desde que son pequeños, así como la toma de sus propias decisiones. Con ello contribuimos al desarrollo de su personalidad, así como a la creación de una autoestima sana.
Evidentemente, hay ciertas cosas que los niños no pueden elegir. Es el caso de las normas innegociables que ponemos los adultos y que hemos de enseñarles a respetar. Sin embargo, existen otras muchas decisiones cotidianas que es bueno que los niños tomen por sí mismos.
Estas decisiones no entrañan ningún riesgo y les ayudan a expresar sus gustos, a desarrollar su sentido de pertenencia y a crecer sintiéndose confiados y respetados. Además, errar en este tipo de decisiones también les ayuda a aprender y a seguir creciendo como personas.
¿Por qué es beneficioso que los niños tomen algunas decisiones?
Es muy beneficioso para los niños participar en su día a día y no ser meros espectadores de su vida. Cuando un niño se siente capaz de hacer las cosas por sí mismo y de tomar pequeñas decisiones crece más feliz, seguro y confiado.
Sin embargo, no siempre fomentamos el espíritu crítico de los niños, máxime cuando se trata de niños pequeños.
Bien sea por un tema de sobreprotección, por no creerlos capaces o por pensar que debemos ser los adultos quienes guiemos todos los aspectos de su vida mientas estén bajo nuestro cuidado, muchos padres temen dejar en manos de sus hijos la toma de ciertas decisiones, aún sabiendo que en el caso de equivocarse no va a traer ninguna consecuencia.
Como decíamos al inicio, hay ciertas normas innegociables que los padres debemos poner y los niños deben acatar. Nos referimos a normas que tienen que ver con su seguridad y la de los demás, así como otras decisiones que no pueden tomar por falta de capacidad e inmadurez.
Tal sería el caso de decisiones que afecten a su nutrición, a su correcto descanso, ir o no ir al colegio, su seguridad en carretera o decisiones que perjudiquen de algún modo a los demás, por poner solo algunos ejemplos.
En cambio, nuestro día a día está lleno de pequeñas decisiones cotidianas que los niños pueden tomar, y que los padres hemos de animales a hacerlo. Porque fomentar desde pequeños su capacidad de decisión los convertirá en personas seguras de sí mismos, sin complejos, sin miedo a equivocarse y con una autoestima fuerte.
Qué decisiones pueden tomar los niños según su edad
Ahora bien, aunque se trate de decisiones cotidianas, no podemos "soltar" a los niños y pedirles que de pronto comiencen a tomar decisiones sin ninguna guía ni acompañamiento, pues como es lógico, se sentirán perdidos y apabullados ante las infinitas opciones que se les presentan.
En ese sentido, es de gran ayuda limitarles el abanico de posibilidades para que elijan la opción que más les gusta, hacerles preguntas abiertas para que lleguen a una conclusión por sí mismos (por ejemplo: "si es invierno y hace frío, ¿qué chaqueta crees que es la más recomendable para salir a la calle"?), y sobre todo permitir que se equivoquen, pues el error es la mejor forma de aprender.
También resulta muy enriquecedor antes de tomar una decisión hacer un ejercicio de reflexión en familia, y preguntarnos: ¿qué opciones tenemos? ¿Qué es lo peor que puede pasar si nuestro hijo se equivoca en su decisión? ¿Cómo afecta la decisión del niño al resto de personas?
Haciéndonos estas preguntas nos daremos cuenta de que salvo esas normas innegociables que mencionábamos más arriba, los niños pueden comenzar a decidir desde muy pequeños un gran número de cosas.
Dicho esto, a continuación os proponemos algunas de las decisiones cotidianas que los niños pueden tomar según la edad que tengan.
Hasta los tres años
Podemos pensar que un niño de dos o tres años es muy pequeño para decidir, pero ya desde esta edad los padres podemos fomentar esta parcela de su desarrollo animándole a tomar pequeñas decisiones del día a día, como por ejemplo elegir qué camiseta quiere ponerse - dentro de las dos o tres opciones que le ofrezcamos-, qué peinado quiere llevar, qué tipo de mochila o bolsita le gusta para ir a la escuela, o qué cuento quiere que le leamos por la noche.
De los tres a los seis años
En la etapa preescolar muchos niños ya empiezan a ser más conscientes de lo que les gusta y lo que no, y quieren hacer casi todo solos. Es momento de abrir el abanico de opciones con respecto a su imagen física o a sus gustos y permitirles elegir entre un mayor número de posibilidades.
También pueden decidir sobre otros aspectos relacionados con su alimentación, cómo por ejemplo el tipo de almuerzo que desean llevar al cole (dentro de las opciones saludables que nosotros le presentemos), qué plato especial les gustaría que les preparáramos de forma ocasional, o el sabor de su tarta de cumpleaños.
A partir de los seis años
A partir de los seis años se produce un importante avance en el desarrollo del niño, tanto físico como social y emocional. Por ello, las decisiones que los niños pueden tomar son cada vez mayores. He aquí algunas:
- Ir de compras con nosotros y elegir su propia ropa, siempre atendiendo una serie de consejos y recomendaciones para una experiencia positiva y enriquecedora. También podrían elegir qué corte de pelo les gusta llevar o qué modelo de gafas comprar si es que las necesitan.
- A la hora de colaborar en las tareas domésticas, permite que el niño elija aquella actividad en la que se sienta más cómodo, más le guste y más valor crea que puede aportar. Esto le hará ganar confianza y seguridad para aceptar cada vez más responsabilidades.
- Siempre que sea posible por logística familiar y economía, deja que tu hijo elija las actividades extraescolares que desea hacer. Así podrá explorar sus gustos, fomentar sus habilidades e ir forjando poco a poco su propio criterio.
- A la hora de planificar el tiempo de ocio en familia, permite que el niño decida aspectos como qué película ver, qué juego de mesa escoger, qué clase de fiesta cumpleaños le gustaría tener o dónde le gustaría ir de vacaciones, siempre dentro de nuestras posibilidades.
- En lo que respecta a los deberes escolares, si el niño se muestra reacio a hacerlos, en lugar de obligarle permite qué decida cómo y cuándo afrontar su tarea. En este sentido, la toma de pequeñas decisiones como hacer los deberes de forma fraccionada o hacerlos después de merendar, en lugar de antes, podrían solucionar el problema y evitar conflictos.
Adolescencia
Si a lo largo de la infancia hemos acompañado a nuestros hijos de forma respetuosa en la toma de sus propias decisiones, alentándoles, guiándoles y ayudándoles a aprender de sus errores, al llegar a la adolescencia se sentirán seguros y confiados para seguir decidiendo sobre su vida, aunque lógicamente, a mayor edad las decisiones también serán mayores.
Así, deberán tomar ciertas decisiones que requieran de negociación, compromiso y un análisis detallado de las ventajas e inconvenientes.
En definitiva, permitir que nuestros hijos participen activamente en su propia vida y puedan decidir sobre aquello que les afecta impacta positivamente en ellos, beneficiándoles a lo largo de su infancia y adolescencia, y después en la etapa adulta.
Eso sí, como padres responsables es importante estar siempre a su lado para guiarles en el proceso y respetar sus decisiones, siempre que no sean negligentes ni les perjudiquen a ellos mismos o a los demás. En este sentido, es fundamental no imponer nuestro criterio ni sermonear tras un error, sino ayudarle a aprender de sus actos y seguir avanzando.