Creo que para unos padres no hay una fecha más emotiva, nostálgica y emocionante que la del primer cumpleaños de su bebé. Muchas familias optan por celebrar el momento por todo lo alto, con globos, tartas, regalos y un sinfín de detalles que quedarán por siempre inmortalizados en fotos y vídeos. Pero otros, en cambio, prefieren celebraciones más discretas, en familia y adaptadas al bebé.
En cualquier caso, es imposible no dejar escapar alguna lágrima al percatarse de lo rápido que ha pasado el tiempo, y comprobar que aquel recién nacido que te enamoró por primera vez hace justo un año, es hoy un bebé inquieto, aventurero y sumamente especial.
Fiesta de primer cumpleaños, ¿sí o no?
Aunque el primer año marca un hito muy importante en el desarrollo del niño, lo cierto es que todavía es un bebé con unas necesidades muy concretas. Esto hace que muchos padres opten por no celebrar su primer cumpleaños, con el fin de evitar al niño el estrés de estar con mucha gente, los ruidos y la alteración de sus horarios y rutinas.
Para otros, en cambio, es una fecha tan importante que bien merece ser celebrada con todo lujo de detalles, pues no solo se cumple un año del nacimiento de su hijo, sino también de ellos como padres. No en vano, hay quien llega a bromear con el hecho de que esta primera fiesta de cumpleaños está en realidad más pensada para los padres que para el propio bebé.
Lo que está claro es que llegado este momento todos los padres compartimos el mismo sentimiento, y nos preguntamos cómo es posible que nuestro recién nacido haya crecido tan rápido, a pesar de que probablemente los primeros meses juntos transcurrieran entre una nebulosa de dudas, miedos y agotamiento.
Mi experiencia personal con tres hijos
Como madre de tres hijos entiendo perfectamente ambas posturas y he pasado por todas las situaciones arriba descritas, con sus respectivas ventajas e inconvenientes:
Primer hijo: una fiesta por todo lo alto
Con mi primer hijo decidimos hacer una fiesta por todo lo alto. Estábamos tan emocionados con el momento que dedicamos varios días a preparar su cumpleaños con todo lujo de detalles, e incluso optamos por celebrar dos fiestas dado el alto número de asistentes que habíamos previsto.
Así, celebramos una primera fiesta con toda nuestra familia, que si bien fue algo más modesta que la estaba por venir, no escatimamos en detalles: música acorde a la ocasión, globos por doquier, un sabroso catering con una llamativa tarta y muchos regalos.
La segunda fiesta fue más espectacular si cabe, pues reunimos a un amplio número de amigos que quisieron acompañarnos en nuestra inmensa felicidad. Se da la paradoja de que ninguno de ellos tenía hijos todavía, por lo que aunque la fiesta tenía un cierto tinte infantil con la decoración de guirnaldas y pancartas, lo cierto es que estaba pensada en su totalidad para el disfrute de los adultos.
A pesar del trabajo titánico que nos llevó preparar aquel despliegue festivo, obviamente mi hijo no lo recuerda, aunque le gusta ver las fotografías de aquel día y comprobar lo bien que lo pasamos celebrando su primer añito.
Segundo hijo: una fiesta familiar discreta
Con mi segunda hija decidimos prescindir de la fiesta con nuestros amigos y centrarnos exclusivamente en la celebración familiar. Además, y en contra de lo que hicimos en su momento con el mayor, dividimos la fiesta en dos días; uno por cada rama familiar (paterna y materna).
De este modo conseguimos dos celebraciones mucho más sencillas y reducidas, adaptándonos a las necesidades de mi hija y también a las mías, que por aquel entonces estaba embarazada de mi tercer hijo y no tenía el cuerpo para muchos ajetreos.
Tercer hijo: una celebración en la intimidad
Con mi tercer hijo decidimos alejarnos de todo tipo de fiestas y celebraciones y conmemorar su primer año en la más estricta intimidad. Así fue como optamos por pasar su día los cinco solos, disfrutando de un paseo, una tarde de parque y un trocito de tarta casera que yo misma preparé.
La celebración con los abuelos y tíos vino días después, aunque en ningún caso se asemejó al despliegue de detalles que se sucedieron con mis otros dos hijos. En aquella ocasión los adornos fueron reciclados de otras fiestas, y las pancartas y guirnaldas elaboradas por mis peques.
De la primera me quedo con la compañía de los amigos y la emoción de celebrar el primer año de nuestro bebé y de nosotros como padres. De la segunda destaco la ilusión con la que festejamos con la familia el primer añito de nuestra hija y la llegada próxima de otro bebé. Y de la tercera siempre recordaré la intimidad y la complicidad con la que los conmemoramos el primer año de mi hijo pequeño y del nacimiento de nuestra familia de cinco.
Dos detalles que no pueden faltar
Eso sí, hubo dos detalles que no faltaron en ninguna de las tres celebraciones, y que recomiendo a todos los padres que estén a las puertas de celebrar el primer añito de sus bebés:
- El primero, sacar muchas fotos y hacer vídeos (a ser posible con una cámara de calidad), pues nunca os cansareis de verlo y revivir el momento una y otra vez
- Y el segundo es preparar entre toda la familia un regalo personal, emotivo y único que vuestro hijo pueda guardar por siempre como recuerdo
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