Los pies son la base que sustentan nuestro cuerpo, por ello, desde bien pequeñitos debemos cuidar el calzado que se utiliza, pues un calzado inadecuado puede acarrear futuros problemas de espalda, entre otras cosas.
Los niños crecen muy rápido, y en cuanto te descuidas, un zapato que le iba grande, ahora le puede quedar justo. Es conveniente revisar el calzado de nuestro hijo a regularmente, pues ellos no saben avisarnos cuando sus zapatos les están pequeños. Además, los huesos de sus pies son tan flexibles que se adaptan al tamaño del calzado que se ha quedado corto, y esto puede obstaculizar el crecimiento del pie.
Debemos prestar atención a ciertos aspectos para saber si nuestro pequeño se siente a gusto con su calzado. Lo principal es fijarse como camina, si lo hace balanceándose o lo hace descoordinado, puede ser que el calzado le apriete demasiado. Si al quitarle los zapatos observas que los pies presentan rojeces o que las uñas aparecen curvadas hacia arriba o descamadas, es necesario cambiar de zapatos.
Entre el dedo gordo del pie y la puntera del zapato, debe quedar un espacio inferior al ancho de tu dedo, el calzado debe sujetar, pero nunca apretar.
Una buena recomendación es, permitir a nuestro hijo caminar descalzo de vez en cuando por casa, esto hace que la musculatura intrínseca del pie tenga un mejor desarrollo y haya un soporte dinámico durante la marcha. Hay estudios que afirman que existe menor incidencia de pies planos en niños que caminan descalzos. Además el pie se oxigena mejor y se combate el mal olor.
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