La higiene de un bebé o un niño pequeño se ha de considerar de distinto modo al de una persona adulta por varias causas, la piel del bebé es mucho más sensible a determinadas infecciones microbianas y es muy delicada ante la acción de jabones o detergentes demasiado fuertes, que pueden llegar a secar la piel del bebé. En el mercado tenemos una serie de productos adecuados para el aseo del bebé pero siempre debemos cerciorarnos a través de la consulta a un dermatólogo.
En un recién nacido es aconsejable evitar cualquier sustancia sintética de alto poder espumoso, lo ideal es lavarle con un jabón que tenga un pH de 4 a 4,5, a diferencia de lo que se pueda creer, un jabón neutro o alcalino puede hacer sufrir la piel.
Hoy en día tenemos la posibilidad elegir entre multitud de jabones muy suaves, que son específicos y adecuados para la piel de los bebés, que además, están aprobados por los científicos. Las ventajas que presentan estos jabones son varias, se disuelven rápidamente con el agua, hacen muy poca espuma y son adecuados tanto para la piel como para el cabello del bebé.
Después de enjuagar al pequeño con agua, es recomendable y necesario proteger su piel con una crema hidratante también destinada a él, ya que así evitaremos que su piel pueda resecarse. En un adulto algunos productos no traspasan la piel, en cambio la piel de los bebés puede absorber estos productos. Sustancias como el ácido bórico son potencialmente peligrosas y tóxicas sobre el sistema nervioso central del bebé. Cualquier crema, polvos u otras soluciones pueden contener algunas de estas sustancias tóxicas por tanto, es conveniente consultar al pediatra, él te aconsejara sobre ellas y la necesidad de utilizarlas o no.
Utiliza siempre cremas hidratantes y aceites, estos productos permiten mantener la humedad y evitar el roce directo con la piel. Recuerda que los polvos de talco no son convenientes y mucho menos utilizados habitualmente, pues éstos resecan extremadamente la piel del bebé. Básicamente, los polvos de talco son minúsculos cristales que con el roce continuo provoca la rotura y la irritabilidad de la piel, en consecuencia se sufre una baja defensa dermatológica.
Cualquier duda siempre será resuelta por el especialista o el dermatólogo y siempre es mejor consultar que no tomar una iniciativa por nuestra cuenta con desconocimiento.
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