Según estudios, casi el 50% de los padres de niños pequeños afirma que sus hijos son muy selectivos a la hora de comer, lo que hace que las comidas familiares acaben convirtiéndose en un foco de tensión y preocupación para todos.
Aunque como padres es lógico preocuparse ante la inapetencia reiterada de nuestros hijos, hay que evitar a toda costa caer en el error de convertir la comida en un momento traumático para el niño mediante acciones o frases que pueden marcarle profundamente. Hoy hacemos un repaso de las mismas, y te explicamos cómo pueden afectarle.
Maniobras de distracción
Son muchos los padres que recurren a maniobras de distracción para conseguir que sus hijos coman. De este modo, mediante canciones, bailes, cuentos, juegos o dibujos animados consiguen que el niño se quede absorto y distraído mientras come de forma mecánica.
Pero aunque la distracción pueda parecernos una maniobra inocente, no deja de ser una forma de engañar y coaccionar al niño para que coma la comida y cantidad que nosotros queremos, sin tener en cuenta sus gustos y necesidades.
Así pues, frases como "¡Abre la boca, que viene el avión!" o "¡Venga, un poquito más!" -mientras le engatusamos con alguna sutil maniobra de despiste - deben evitarse.
Chantaje emocional
Chantajear es extorsionar o presionar a alguien para que haga algo que nosotros queremos, en este caso, comer. Los castigos y amenazas también son una forma de chantaje, aunque en este punto vamos a enfocarnos en las frases que implican chantaje emocional para conseguir que el niño coma.
El chantaje emocional puede causar mucho daño al niño y afectar a su autoestima, pues no solo acaba actuando por miedo y en contra de su voluntad, sino que en los casos en los que a pesar del chantaje el niño no quiere comer, puede sentirse tremendamente culpable por las consecuencias derivadas de sus actos.
A continuación, hacemos un repaso de algunas de las frases que implican chantaje emocional a la hora de la comida:
Aquellas que responsabilizan al niño de su salud: "Si no comes vas a quedarte pequeñito", "no vas a crecer correctamente", "te vas a poner malito", "te vamos a tener que llevar al médico"...
Aquellas que reprochan al niño su actitud poniendo como ejemplo a la gente que pasa hambre: "deberías agradecer tener comida, que hay otros niños que se mueren de hambre", "¡con el hambre que hay en el mundo, y tú desperdiciando así la comida!, "¡cuántos niños darían lo que fuera por poder comer lo que tienes en el plato!...
Aquellas en las que responsabilizamos al niño de lo que sentimos los adultos:: "Me pongo muy triste si no comes", "la abuelita se va a disgustar cuando se entere de que no has comido lo que te ha preparado", "mamá/papá se va a enfadar cuando se entere"...
Aquellas en las que la hacemos creer que estamos poniendo a prueba su amor por nosotros, o directamente le amenazamos con retirarle nuestro cariño: "Si me quieres, tienes que comerte todo", "Mamá/papá solo quiere a los niños que comen", "si no comes todo no te voy a querer"...
Amenazas, sobornos, gritos y castigos
Todos conocemos las consecuencias negativas del castigo y los gritos en la educación de los hijos, y por ello debemos desterrarlos siempre.
En cuanto a las amenazas encubiertas, hay algunas que son muy claras y otras más sutiles, pero todas ellas tienen como finalidad conseguir que el niño haga lo que nosotros queremos (que se coma todo lo que hay en el plato), ya sea por miedo a las consecuencias o para obtener un beneficio o privilegio.
Algunas de las frases que ejemplificarían estos supuestos son:
- "Si quieres que vayamos al parque, tienes que comerte todo"
- "Si te comes todo, podrás elegir la película que quieras que veamos esta tarde"
- "No hay tele hasta que comas lo que tienes en el plato"
- "O comes todo, o los Reyes Magos no te traerán regalos"
- "¡No te levantas de ahí hasta que te comas todo!",
- "¡Me tienes harto/harta con la comida!"
- "Si no quieres pasarte la tarde castigado, ¡come!"
- "Si no comes no hay videoconsola, tú decides"...
Premiar con regalos o planes
En el extremo opuesto a los castigos, pero también con consecuencias negativas en la educación del niño, se encuentran los premios; un método conductista que obliga al niño a hacer algo para obtener un privilegio a cambio.
Son muchos los padres que recurren a los premios al ver que funcionan a la hora de que sus hijos coman, pero no son conscientes de que en estos casos los niños acaban comiendo por el mero hecho de conseguir lo que les hemos prometido, sin aprender ni disfrutar del momento de la comida.
Premios y castigos con comida
Una variable de los castigos y premios materiales son los premios y castigos con comida. Pero los alimentos no deberían usarse jamás para este fin, pues haciéndolo el niño acabará asociando de manera inconsciente que hay alimentos buenos (aquellos con los que premiamos) y alimentos malos y desagradables que requieren de un sacrificio (aquellos con los que castigamos).
Además, como por lo general se tiende a premiar con alimentos poco saludables (dulces, procesados, comida basura...), contribuimos a fomentar la obesidad, mientras que ponemos en mal lugar otros alimentos que no deberían faltar en la dieta del niño.
Algunos ejemplos asociados a este tipo de situaciones serían:
- "Si comes, podrás tomar chocolate después",
- "Si comes todo lo que hay el plato, te daré el postre que te gusta",
- "Si no comes, te quedarás sin postre"
- "O te comes todo, o esta noche te pondré acelgas para cenar"
- "Si no comes la verdura, te pondré doble ración"
Comparaciones, insultos y etiquetas
Y ya por último queremos repasar aquellas frases que a veces decimos sin pensar y que ridiculizan al niño, merman notablemente su autoestima, le etiquetan, hieren su confianza y le humillan. Algunas de ellas pueden parecernos 'inocentes', pero lo cierto es que llevan aparejada una fuerte carga emocional que puede afectar a nuestros hijos.
- "Le voy a contar a tu profesor que comes como un bebé, para que te baje de curso"
- "Me da asco verte comer como si fueras un pajarito"
- ¡Es un horror el momento de la comida contigo!"
- "Ya podrías aprender de tu hermano, que siendo más pequeño que tú come mucho mejor" (jamás deberíamos comparar a nuestro hijo con otros niños)
- "Eres un tiquismiquis", "un remilgado", "un mal comedor"...
Por eso es importante ser conscientes de nuestros errores a la hora de enfrentarnos a un niño con inapetencia, respetarle, entenderle y poner en práctica consejos positivos y respetuosos que hagan de la comida un momento agradable y de aprendizaje en familia.
Fotos | iStock
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