Cuando un hijo está en camino, cualquier preparativo te parecerá poco. Todo tiene que ser perfecto para la llegada del recién nacido: carro, ropa, cuna, cambiador, balancín, trona... y mil y una cosas más que te dejarán con la cuenta corriente tiritando, pero contento de que a tu bebé no le va a faltar de nada.
Claro que, luego, la realidad es tan tozuda como siempre, y con el tiempo descubres que tu bebé necesita muy poco para ser feliz, y que si pudieras volver atrás en el tiempo, habría un sinfín de cosas que habrías dejado en la tienda: esto es todo lo que le comprarás y apenas utilizarás.
Ropa, mucha ropa
Haz un ejercicio: ve al armario del bebé y cuenta el número de "conjuntos" que tiene. Yo lo hice una vez y llegué a contar más de 60 entre vestidos y otras combinaciones. Y eso solo para el verano. ¡Casi podía no poner una lavadora en dos meses! Obviamente, se quedaron cosas por estrenar, y eso da mucha rabia.
Desde entonces somos muy cuidadosos con la cantidad de ropa que le compramos -y aun así muchas veces nos pasamos- porque al final te pasa como con tu propia ropa, que tienes mucha pero te pones casi siempre la misma. Solo que la tuya no se te queda pequeña en unas semanas y siempre tienes el consuelo de que "ya te lo pondrás algún día".
Un carro que solo usarás seis meses, con suerte
Siempre pensé que gastarse mucho dinero en un carro para el bebé es algo innecesario, pero llegado el momento, lo hicimos. Todo para descubrir que nuestra bebé le tenía "alergia" y prefería ir porteada, y para redondear la jugada, al cumplir seis meses, decidimos comprar uno ultra-plegable y compacto que no ocupara todo el maletero.
Obviamente, este no es el caso de todo el mundo, pero llegado el momento, mi recomendación es invertir menos dinero o, si no, hacerlo en un modelo realmente compacto y plegable que pueda durar más de seis meses (porque vas a querer recuperar tu maletero, te lo aseguro).
Un aparador con bañera cambiador
Creo que lo habremos usado dos veces, porque al final es más cómodo cambiarle allí donde pasáis más tiempo (en el salón, por ejemplo), y bañarle donde está el agua y el desagüe (es decir, el baño) con una bañera portátil o una palangana, que tener que andar llenando y vaciando una mini-bañera y que te salpique todo el suelo de su habitación. Porque no hay nada que les guste más a los bebés que salpicar.
Si pudiera, lo cambiaría por un aparador a secas, sin bañera ni cambiador, que es más barato y caben más cosas. Eso sí, hace juego con la cuna y queda precioso.
Peluches, demasiados peluches
En mi casa hay tantos peluches que podría montar un zoo de peluches. Además de osos de todos los tamaños y colores -¿quién estableció que los osos eran cariñosos?- tenemos un elefante, un búho, un perro, varios unicornios, un conejo, una vaca, varios polluelos... sin contar personajes de dibujos y similares.
La cara que se nos quedó a mi pareja y a mi cuando la pediatra nos dijo que en la cuna ni se nos ocurriera meter un peluche fue para hacernos una foto. Al final, están todos metidos en una caja y de vez en cuando vamos cambiando los dos o tres que tiene en su zona de juegos.
Juguetes que hacen mucho ruido
Y hablando de juegos: mi hija tiene tantos juguetes en su parque que a duras penas cabe ella. Una mesa de actividades, dos correpasillos y mil artilugios diferentes en los que meter formas de colores ocupan los más de dos metros cuadrados de parque. Y al final, tiene uno o dos favoritos con los que juega hasta que le acaban las pilas y decides que por tu salud mental no se las vas a cambiar.
Porque esa es otra, cuando a tu pequeño le da por ir encendiendo todos los juguetes que hacen ruido de una, te entra así como una migraña instantánea que hace que te plantees ir por el camino "old school" y solo comprarle juguetes de madera.
Mil gadgets culinarios
Desde un simple calienta biberones hasta una especie de Thermomix especial para bebés, pasando por un esterilizador que parece sacado de un laboratorio. Cacharros y más cacharros que se te acumulan encima de la encimera de la cocina, y que en nuestro caso hemos usado más bien poco.
El calienta biberones nunca me ha parecido más preciso que un clásico baño maría, y la Baby Cook o similar está muy bien, pero al final descubres que es más práctico hacer lotes más grandes en una olla. Y en cuanto al esterilizador, que sí es cómodo, con uno pequeño de microondas puedes organizarte perfectamente.
Balancines y hamacas
No hay nada que ocupe más espacio que un balancín, especialmente si es de estos modernos motorizados que cuestan un ojo de la cara. Por suerte, nosotros optamos por uno más modesto a pilas, que iba muy bien (y le duraban un montón) pero que habremos usado en contadas ocasiones.
Es de esas cosas que, si tienes suerte y a tu bebé le encanta y se pasa horas en él, es la mejor compra de la historia. Pero si no, es un mamotreto que tienes en el salón recordándote cada día el pastizal que te has gastado para nada.
Aunque también hay muchas cosas que sí utilizarás
No en todo metemos la pata los padres. A veces compras algo y aciertas de pleno: a tu bebé le encanta, a vosotros os hace la vida más sencilla y todos sois felices y coméis perdices.
El problema es que en cada casa este es un objeto diferente, y de eso vive toda una industria. En nuestro caso, la mejor decisión de compra fue un carro ultra-plegable y ultra-ligero. También una silla de coche a contramarcha hasta los cuatro años, un porteador o una trona convertible que, con diferentes accesorios, se puede usar desde el nacimiento hasta que vaya a la universidad.
Al final se trata de intentar dominar nuestro impulso incontrolable de querer lo mejor para nuestro bebé, cuando lo que realmente necesita para ser feliz es nuestro amor. Porque para él una caja de zapatos puede ser el mejor juguete del mundo si estás a su lado.
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