"Cuanto antes mejor". Ésta ha sido una máxima en muchas decisiones sobre cuándo ofrecerle a un niño una experiencia. Pero como todas las máximas tajantes, se tambalea cuando se aplica sin reflexionar.
La informática en la edad infantil hay que interpretarla como un hecho cultural, no como una necesidad educativa. Los ordenadores forman parte de nuestro mundo y de nuestra sociedad, por lo que es natural que los niños crezcan entre ellos, los reconozcan y formen parte de su entorno cercano.
Otra cosa es plantear que se introduzcan de lleno en las aulas de 2 a 5 años. En estas edades, los niños están modulando su pensamiento simbólico y necesitan objetos cercanos, cotidianos y comprensibles para que faciliten su tarea de estructurar su medio ambiente. Cuando utilizan un coche de juguete, comprenden rápidamente que las ruedas tienen que girar rápidamente para que el coche corra y que si un eje se traba con un hilo, deben liberarlo para que puedan seguir rodando.
La informática es mucho más dificil de concebir. Cuando aprietan un botón, generan una actividad en una imágen ubicada en una pantalla. Sus acciones generan reacciones de sonidos e imágenes (los dos sentidos que más información nos transmiten del entorno) con una variedad e intensidad que les atraen con mucha fuerza. El problema es que todas esas experiencias son difíciles de trasladar a la realidad.
Siguiendo con el ejemplo del coche. Cuando el niño experimenta con juguetes comprensibles, va preparando la evolución hacia ideas más complejas. Cuando le expliquen en el colegio física básica podrá entender con mayor facilidad el concepto de la fuerza de rozamiento y su implicación en el movimiento.
Con los ordenadores, la información que le llega al niño no le prepara para la vida funcional. Estas reflexiones son genéricas, ya que si hablamos de contenidos no apropiados, las posibilidades de perjudicar al niño en pleno desarrollo serán mucho mayores. Por otro lado, las empresas jugueteras y educativas, cada vez diseñan más contenidos adaptados para niños en los que pueden experimentar con roles diferentes (ser veterinario, médico, deportista) que estimulan su imaginación.
En conclusión, creo que hay que ser prudentes con la informática. No aislar artificialmente a los niños de un elemento cotidiano, pero tampoco recurrir al ordenador como sustituto de la experiencia natural con los objetos. Es un hecho que nuestros hijo dominarán la informática mucho mejor que nosotros, pero tampoco hay que acelerar este proceso forzándolo.
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