Nunca hemos sido en casa de ir cargando con demasiados bultos. Recuerdo el primer viaje largo, de más de 100 km, que hicimos con nuestro hijo pequeño, debería tener unos seis meses o así, bajé las maletas y bolsas al garaje y me pasé un cuarto de hora mirando las maletas, mirando el coche, mirando maletas, mirando coche, así todo el tiempo, en un intento de encontrar la clave maestra para introducir un volumen de trastos que duplicaba al del maletero.
Nuestro primer viaje fue toda una experiencia que nos sirvió de escarmiento, como seguro os habrá pasado a algunos de vosotros, no llegamos a utilizar el 80% de los "por si acaso" que nos llevamos. En los siguientes viajes, decidimos reducir drásticamente lo que nos íbamos a llevar y aún así me tiraba veinte minutos para colocarlo todo y la mitad de la ropa volvía sin siquiera haber salido de la maleta.
Llegan las vacaciones y como todos los años empezamos a hacer listas y más listas sobre todo lo que hay que llevarse, sobre todo si es la primera vez que vamos con nuestro hijo a la playa. Organizándonos en vacaciones: Qué objetos podemos evitar llevar de viaje
Antes de ser padre recuerdo las escenas de las familias llegando a la playa, las reconocías porque en un momento veías caminar a un montículo de toallas coronado por sombrilla que era orbitado por un número indeterminado de pequeños seres. Una vez llegaba a unos cuatro o cinco metros de la orilla, nuestro objeto se desmontaba cual LEGO y de él comenzaban a salir toallas, cestos, neveras, sillas, esterillas y demás aperos playeros que eran colocados sobre una superficie directamente proporcional al número de miembros de la familia.
Juguetes
No sirve de nada que les llevemos la mayoría de sus juguetes por si les diera por querer jugar con uno u otro y no tuvieran justo el que quieren en ese momento. Si son mayores les podemos dejar elegir que dos o tres juguetes se quieren llevar de vacaciones, con los más pequeños los seleccionaremos nosotros mismos, pero con una pequeña bolsa es suficiente, la playa y la arena pueden mantenerles entretenidos mucho tiempo sin necesidad de extras.
No tiene demasiado sentido llevar a la playa juguetes electrónicos, del tipo vehículos por radio control, si no están preparados para la arena y el salitre. Un coche de fórmula 1 teledirigido puede ser muy divertido en casa, pero en una playa no va a funcionar, se llenará de arena y puede incluso estropearse, y de todas formas, ¿has visto a alguien con algo así en la playa? Los helicópteros, cuadricópteros y demás "ópteros", que tan de moda están ultimamente, en una playa abarrotada solo nos van a traer problemas.
Si vamos a playas donde el viento es fuerte, como las de Tarifa y similares, a parte de llevar cortavientos y sobre todo si tenemos un bebé, debemos evitar juguetes voluminosos que tengan poco peso, o con grandes superficies, a no ser que queramos recorrernos la playa detrás de cubo de espuma de nuestro hijo (tampoco vais a ser los primeros ni los últimos que les pase). Un truco si tenéis que llevar este tipo de objetos porque sean los preferidos de vuestro hijo, es atarlos al asa de algún bolso o al palo de la sombrilla, así también evitáis que vuestro hijo se lo lance al vecino, un par de veces devolviendo el juguete es admisible, pasarse la tarde recuperando los juguetes de nuestro vecino cansa a cualquiera.
Cubos, palas, pelotas y aperos característicos de las playas de este país. ¿Qué es un niño sin su cubo y su pala o sin su molde de muralla? Dos consejos: si tu hijo no le gusta jugar en la arena del parque, algo que le pasaba a los míos, lo más probable es tampoco juegue en la arena de la playa y el castillo lo hagas tú para tu uso y disfrute. Y de aquí se deriva el segundo consejo: no tiene mucho sentido llevarse el Kit de playa completo en un viaje de 500Km teniendo en cuenta que seguro encontraremos el mismo kit en un todo a 100 en la playa por dos duros.
Las colchonetas y flotadores
El sol y el agua de mar son una combinación explosiva para este tipo de objetos, sobre todo si no son de buena calidad y si no hemos tenido cuidado con ellos es posible que se nos hayan estropeado de un año para otro.
Si no queremos tener un disgusto a pie de playa lo mejor es que comprobemos la integridad de ellas antes de salir de casa, no sea que tengamos que hacer una parada extra.
Por cierto, llevar una colchoneta a la playa en un día de viento es la mejor forma de terminar la mañana de mala leche. Por otro lado es muy divertido para los más pequeños ir tumbados encima de la colchoneta mientras tiramos de ella, de esa forma evitaremos que se quemen e iremos a un paso bastante más ligero, y haremos unos minutos de pierna que nunca viene mal.
Las sillas, carros y demás vehículos de transporte de infantes
Mi consejo es que utilicéis cualquier otro método de transporte que no lleve ruedas. O tenéis un carro de combate para bebés (lo digo por las orugas) o mejor no intentar meter uno de ellos por la playa y mucho menos si es una silla de paseo, por mucho que os hayan dicho que el carro está preparado para ir por la arena y que incluso tenga una posición especial, créanme, lo único que está preparado para ir por la arena es un camello, el resto de animales (humanos o no) hemos nacido para ir sobre suelo firme.
Otro consejo a todos aquellos que no vais a seguir mi consejo y llevaréis el carro o la silla a playa, aunque en el fondo de mi corazón espero que no se os ocurra llevar más de uno. Nunca, nunca, empujéis una silla por la arena de la playa, jamás. Lo único que vais a conseguir es que vuestro hijo salga volando hacia delante y se tire el resto de la tarde mascando arena (y hay formas mejores y más sanas de que vuestro hijo coma minerales). Si tenéis que desplazaros hacedlo tirando del carro.
Si, se lo que estáis pensando. Muchos padres hemos terminado las vacaciones que parecemos un chino salido del rodaje de 55 días en Pekin.
Foto| Thinkstock, wikipedia
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