Es posible que tu hijo vea porno en internet: cuando los niños tienen acceso a la pornografía sin filtros, sin contexto y sin control
“Mi hijo no lo hace/Mi hijo no lo hará”. Es posible que pienses esto, pero la realidad, las estadísticas, dicen otra cosa. Cada vez los adolescentes, tanto ellos como ellas, acceden a edades más tempranas a contenidos para adultos en la red, y cada vez más vamos conociendo el profundo alcance que este consumo sin filtros, sin contexto y sin control, tiene en sus vidas.
No mires para otro lado, te contamos qué efectos puede tener el consumo de pornografía en niños y adolescentes y qué puedes hacer para abordar este tema con tu hijo o hija.
Pornonativos con menos de diez años
Martha Zhein y Analía Iglesias, autoras de "Lo que esconde el agujero, el porno en tiempos obscenos" (Ed. Catarata), denominan pornonativos a aquellos niños y niñas y adolescentes que han llegado antes a la pornografía (online) que al desarrollo de su sexualidad.
Según un informe publicado en la International Journal of Developmental and Educational Psycologhy la edad de la primera exposición a material pornográfico en Internet es los 12,1 años. El informe de 2014 del Comité de Mujer e Igualdad del Parlamento de Reino Unido ofrece resultados similares: que el 24,6% vio por primera vez pornografía online a los 12 años.
Por su parte un estudio realizado por BitDefender (proveedor de software de ciberseguridad en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, España, Perú y Rumanía) indica que alrededor del 10% de los consumidores de porno online tiene menos de 10 años (a pesar de que estos portales pidan ser mayor de 18 años para acceder).
La citada investigación del Comité de igualdad del Parlamento del Reino Unido arroja más datos relevantes, como que de los jóvenes que vieron porno online antes de los 14, el 62% afirmó que haber llegado a estos contenidos por casualidad o porque se los mostró otra persona, frente al 22% que afirmó haber realizado búsquedas al respecto.
¿Cómo acceden nuestros niños y niñas a la pornografía?
Es importante que tengamos claro que el interés por el sexo y por la pornografía en la adolescencia no es algo exclusivo del siglo XXI, ha ocurrido siempre. La diferencia que ha surgido y que es clave en los efectos que pueden producirse por su consumo es el cómo y el cuándo acceden los chicos a estos contenidos.
De ver esporádicamente una foto con un desnudo en la portada de alguna revista del Kiosko o grabando a hurtadillas la peli de mayores del Plus (ya con una edad) a tenerlo muy a mano. Como señalan los expertos, el porno hoy en día es triple A: asequible, accesible y anónimo.
Una gran parte de los adolescentes accede a través de sus smartphones, pero ojo, como decía antes no siempre lo hacen de manera voluntaria, sino que se topan con estas escenas y contenidos por ejemplo a través de ventanas emergentes.
Y este acceso es el mismo para chicos que para chicas: ellas también lo ven, no pensemos que es algo exclusivo del género masculino.
Por si tenemos alguna duda vamos con más cifras que apuntan en la misma dirección; un estudio realizado por la Universidad de Middlesex de Londres señala que:
- El 28% de los niños de entre 11 y 12 años afirmaron haber visto escenas pornográficas, así como el 65% de los jóvenes entre 15 y 16 años.
- De los menores que afirmaron haber visto porno el 33% lo hizo a través del smarphone, el 24% en ordenador de mesa y el 38% en un portátil.
- El 60% afirmaba haber visto estas imágenes por primera vez en su casa.
- El 39% de las niñas y el 53% de los niños que participaron en la encuesta afirmaban ver la pornografía como una representación realista del sexo.
- Y un último dato para la reflexión: el 39% de los participantes de entre 13 y 14 años y el 20% de los de entre 11 y 12 años afirmaron querer emular las conductas que veían en la pantalla.
¿Qué efecto puede tener el consumo de pornografía online en adolescentes?
Problemas de autoimagen: ya comenzamos a observar casos de niñas que con 15 años que se someten a operaciones de cirugía estética para blanquear y “rediseñar” sus genitales. El porno gratuito que podemos encontrar en la red presenta una imagen canónica de cómo han de ser los genitales femeninos, los pechos... y establecen un patrón que está absolutamente alejado de la realidad.
Problemas a la hora de tener relaciones en la vida real: ante el porno somos objetos pasivos, recibimos información y estimulación sin tener que poner nada de nuestra parte, pero cuando tenemos en frente a otro ser humano la cosa cambia. Algunos de estos jóvenes pueden llegar a presentar dificultades a la hora de establecer interacciones con posibles parejas sexuales, tener bloqueos...
Habituación y por tanto una necesidad cada vez mayor de estimulación: cuando nos presentan un estímulo de manera continuada vamos poco a poco habituándonos a él, con lo que se va reduciendo la efectividad del mismo o las sensaciones que nos produce. Algunos adolescentes que han consumido pornografía de manera descontrolada pueden llegar a necesitar gran estimulación para poder tener deseo sexual precisamente por esta habituación.
Problemas de erección: si el modelo que ven es el de un hombre que tiene erecciones eternas (e instantáneas) y que para “hacerlo bien” ha de ser con coito y duradero... la presión con la que se aproximan al sexo es enorme, lo que produce ansiedad y la ansiedad deriva en eso: problemas de erección.
Normalizar e interiorizar un modelo sexual machista, coitocentrista, en el que la mujer es objeto de placer, en el que es frecuente que haya conductas violentas hacia la mujer o que la aproximación al sexo sea agresiva hacia ella, que ha de adoptar un rol pasivo o receptor. Y ojo, que este modelo lo integran ellos y ellas: ellas "asumen" que así es como se espera que se comporten, ellas asumen que así han de comportarse los chicos...
Un adelanto en la edad de inicio de determinadas prácticas sexuales como el sexo anal.
La creación de un imaginario en el que determinadas prácticas forman parte del sexo “casual o estándar”, cuando en realidad responden a motivos relacionados con la propia industria del porno (eyaculaciones a la vista, etc.)
Adoptar un rol sumiso, complaciente, por parte de las chicas: “tengo que hacerlo y tengo que hacerlo así”.
¿Qué podemos hacer los padres?
Hay tres grandes frentes para abordar este tema y ayudar a que nuestros hijos crezcan con una sexualidad sana:
El primero y fundamental es proporcionarles una educación afectivo-sexual de calidad y desde el primer instante de sus vidas. Sí, lo que oyes: desde bebés ya estamos transmitiéndoles mensajes acerca de su cuerpo, de niños les llegan ideas acerca de qué se puede y qué no, de si está bien o mal... Así que más nos vale prestarle atención, ponerle primor y, por supuesto, no esperar a que llegue la adolescencia, porque entonces será tarde. Insisto: por si nos quedaba alguna duda de la necesidad de proporcionarles una adecuada educación afectivo-sexual desde los primeros años aquí tenemos una razón (y de peso) más.
En paralelo, pero también importante, estar pendiente a qué contenidos accede nuestro hijo desde su smartphone, ordenador o tablet. Establecer normas en casa (explicadas, siempre) al respecto. Es importante que controlemos los contenidos a los que tienen acceso los niños, de la misma manera que intentamos controlar que no vean escenas especialmente violentas debemos asegurarnos de que no están viendo pornografía en una edad en la que no tienen capacidad para procesarlo y entenderlo. Intentar poner barreras para el acceso no es fácil, es posible que en casa lo tengamos todo controlado pero... ¿y sus amigos? Pero no desesperes, confía.
Crear (más bien haber creado) un contexto de confianza con nuestro hijo para que se sienta capaz de contarnos qué ve y qué no, qué sensaciones le produce... Hablar con nuestros hijos es clave para aportar ese contexto que necesitan para ubicar esas imágenes que, queramos o no, es posible que lleguen a sus ojos.
Entonces, ¿la pornografía es negativa? En absoluto, es un recurso más para satisfacción de muchas personas, el problema surge cuando esas personas no son adultos experimentados sino adolescentes, cuando se normaliza lo que ven en la pantalla, cuando creen que ese es el sexo que hay que tener, cuando aprenden de él un modelo sexual que hace flaco favor a las mujeres...
Nosotros somos los adultos, somos los que debemos garantizar su salud sexual, y eso pasa, como decía, por hablar, por informar y por acompañar. No le des la espalda al tema, aunque te de corte, aunque te parezca que no es tan importante: lo es, y mucho.
Fotos | iStockphoto, Pixabay y Pexels
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