La ayuda de los padres en el desarrollo del lenguaje del niño es tan importante que no puede sustituirse con nada, ni siquiera con el mejor juguete que nos podamos encontrar. En esta ayuda, la atención y estimulación del lenguaje del niño ocupa un lugar muy especial, ya que si no están presentes, su lenguaje no podrá desarrollarse de la forma adecuada y podrían producirse problemas en su adquisición.
El niño, desde que nace, recibe información del mundo que le rodea por muchos medios: sonidos, luz, textura de la ropa, de la piel... Podemos decir que, durante los cinco primeros años de vida, nuestros hijos son como una esponja que lo absorbe todo.
Si bien es cierto que el niño puede entretenerse él solo con un estímulo del entorno, para hablar necesita un interlocutor que lo escuche y hable con él. Y aquí es donde pueden intervenir los padres y ayudar a sus hijos a desarrollar el lenguaje; es durante la interacción conjunta donde más logros habrá.
Mientras jugamos con ellos, es muy importante que el niño tome la iniciativa. Para ello hay que saber observar, aguardar o dar tiempo para que el niño se exprese. De este modo nos estaremos informando de sus preferencias, y tendremos más oportunidades de sacar más lenguaje que si le intentamos imponer algo nosotros que no le llame la atención.
Por ejemplo, si nosotros queremos leerle el cuento de Caperucita Roja y él está mirando el de Bob Esponja, vamos a tener más oportunidades de generar lenguaje y crear situaciones comunicativas con su libro que con el nuestro, porque el que lo tenga entre sus manos nos está diciendo algo: "me interesa más este libro que el tuyo, y le voy a hacer más caso que al tuyo".
Es muy importante colocarse al mismo nivel que el niño, buscando y ayudándole a mantener el contacto visual, demostrando que le escuchamos mirándole cara a cara siempre que intente comunicarnos algo.
Siguiendo con el ejemplo de antes, ahora que ambos estamos sumergidos en el fondo del mar con la esponja amarilla y sus amigos, es mejor que si el niño está sentado en el suelo, nosotros nos pongamos también en el suelo; junto a él y con los ojos más o menos a la misma altura. Ambos estaremos así en igualdad de condiciones y no habrá sentimientos de superioridad o inferioridad (si estamos más altos que él, le obligamos a mirar hacia arriba, y eso siempre impone...)
Mantener una cara y una voz muy expresivas son muy atractivas para el niño, así como una adecuada melodía de voz mientras interactuamos con nuestro hijo; no es lo mismo contarle la última travesura de su personaje favorito con los ojos como platos, exagerando las muecas y con una voz divertida, que decírselo como si estuvieramos hablando del tiempo.
Comentar lo que el niño está haciendo o mirando. Todo lo que nos señale, comente, muestre... no indica que le llama la atención, y podremos aprovechar para comentarlo en voz alta.
Sin la cooperación y ayuda de los padres no se puede pensar en una correcta y adecuada evolución del lenguaje. Mucha gente piensa que es cuestión de tiempo y se pregunta quién dispone del tiempo necesasario para eso, sobre todo en la actualidad.
En realidad, no se trata tanto de tiempo sino de actitud. Hay familias con muchos hijos donde siempre se presentan ocasiones de estar a solas con uno de ellos, por ejemplo, cuando se le lleva a acostarlo o cuando se va al médico con uno de ellos. Esos momentos deben ser aprovechados para dialogar con el niño y así entender que los padres pueden ayudar a estimular el lenguaje del niño.
Foto | eyeliam en Flickr En Bebés y más | Como comunicarnos mejor con el bebé