Muy a menudo (puede que incluso más de lo que cabría esperar) escuchamos por la calle algunas expresiones que los padres dicen a sus hijos, tales como “eres muy malo”, “estás todo el día llorando” o “eres muy caprichosa”.
Muy probablemente no se digan con ánimo de ofenderles ni nada por el estilo, pero el repetirlos en varias ocasiones a lo largo de la vida del niño puede hacer que éste acabe llevando a cabo lo que se conoce con el nombre de profecía autocumplida.
Hablaremos hoy de este curioso fenómeno que afecta tanto a padres como a hijos, pero que puede jugar un papel muy importante en el desarrollo del pequeño.
¿Qué es la profecía autocumplida?
Al referirnos al término profecía autocumplida en nuestros hijos, hablamos de confirmar las expectativas que tenemos de cara a él. Es decir: si afirmamos (o afirman) que nuestro hijo es un maleducado, el niño acabará creyendo que ese es su caracter y, ante el resto de personas que le rodean, deberá comportarse de esa forma.
Esto se da en nuestro día a día multitud de veces, a pesar de que nuestro hijo sólo desobedezca en alguna situación concreta o sólo llorase en un par de ocasiones determinadas. Y lo que logramos con ello es que nuestro hijo cambie su forma de ser de tal modo que confirme lo que decimos de él.
¿Cómo influye en nuestros hijos?
Debemos partir de la base de que la profecía autocumplida, por sí misma, no es ni buena ni mala; ésto vendrá determinado por cómo reaccionen los padres ante las conductas de sus hijos.
Si pensamos que nuestro hijo está todo el día gritando y armando jaleo, pues él dirá que tenemos razón (“creo que lo que me dicen porque son mis papás”); si el resto del mundo dice que no puedo estar tranquilo ni cinco minutos, pues será verdad (“si todo el mundo me lo dice, tendré que creérmelo…”).
Visto por el lado contrario, si pensamos que nuestro hijo es muy educado y responsable, y la gente que convive con él también se lo dice a diario, ¿qué pensais que creerá este niño y cómo reaccionará ante el mundo?
Debemos tener mucho cuidado con esto ya que puede repercutir, de una forma positiva o de una forma negativa, en cómo va a reaccionar en su vida y cómo se va a desarrollar. No debemos olvidar que lo que pensamos de nuestros hijos podrá volverse realidad.
¿Cuál es el papel de los padres?
Nadie pone en duda que los padres han de ser ejemplo de conductas. Pero también es importante saber que, si nosotros vemos de forma positiva a nuestros peques, será más fácil que ellos piensen lo mismo sobre ellos.
Esto significa que si vemos a nuestro hijo como el más bueno de todos los niños, es importante hacérselo saber, ya que el que se lo digamos le hará disfrutar de nuestra compañía (y tamibén de ellos mismos) y tendrá efectos muy positivos en su autoestima.
Conclusión
Es bien sabido que la autoestima de los niños comienza a desarrollarse durante la infancia, y nosotros como padres, debemos contribuir a que se desarrolle de la forma más adecuada posible.
Si damos por supuesto que las cosas que hace bien no se le deben reforzar y, sin embargo, las que hace mal estamos todo el día indicándoselas, estamos cometiendo un grave error, ya que le estamos devolviendo una imagen que puede no ser real.
Hay que buscar un equilibrio entre ambas partes, y evitar etiquetar a los niños porque lo que decimos de nuestros hijos se puede volver realidad, tanto para bien como para mal.
Foto | tatoruso en Flickr
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