Los resultados del Informe Pisa sobre España han sido, como se esperaba, peores que nunca. Quedamos en un puesto general muy abajo, el 29 de 44 en el total de los países que han realizado la prueba y 23 de los 28 de la OCDE. Esto, por mucho que la manera de realizar la prueba, los contenidos evaluados y la manera de evaluación sean dicutibles, ofrece un panorama cada vez más desolador. Pero, ¿qué pasará en el futuro?
Los resultados del Informe PISA
Llama la atención que nuestros alumnos, o mejor dicho, nuestro sistema, ofrece datos significativamente bajos en aspectos que parecen fundamentales para el futuro de los jóvenes: la resolución de problemas prácticos, la incapacidad de manejar nuevas tecnologías sencillas y la falta de impulso para que los alumnos más dotados alcancen su potencial.
¿Se os ocurre algo peor para el futuro en materia educativa que perder a los más talentosos y condenar al analfabetismo práctico y tecnológico a la población? Yo añadiría a esto los problemas de comprensión lectora y la imposibilidad de desarrollar el pensamiento crítico.
Causas del fracaso español
Y atención a lo que señaló no hace mucho Andreas Schleicher, director de PISA. Los problemas más serios del alumnado español no dependen de la capacidad económica, ni de la clase social, ni del lugar de origen, sino que son comunes. Y la razón parece muy clara: el sistema educativo español valora la reproducción acrítica y memorística de contenidos y conocimientos y no en su aplicación práctica y real.
La realidad es que además de no tener buenos resultados en Ciencias, Lengua o Matemáticas, lo que más preocupa es la incapacidad manifiesta de resolver problemas prácticos como comprar un billete de transporte público, calcular el recorrido que lleve el menor tiempo en un viaje o manejar e interpretar las instrucciones de un aparato electrónico de uso cotidiano. ¿Asombroso? Pues claro que no.
El gobierno señala que la LOMCE va a dar respuesta estas carencias pero mi opinión es que no va a servir para nada, pues precisamente impulsa a que los alumnos se preparen para exámenes tipo reválida y reduce la autonomía del maestro, limitando el tiempo de asignaturas que fomentan la flexibilidad de pensamiento (Música, Arte o Filosofía), y sobre todo, la capacidad de ofrecer enseñanza personalizada y de calidad se ve reducida por los recortes en disponibiliad de tiempo para la programación o el aumento de las ratios.
Otros problemas serios del Sistema Educativo español son de sobra conocidos: altísimo número de repetidores, mala comprensión lectora, altas cifras de fracaso escolar y una en ascenso deprimente atención a la diversidad educativa y a las necesidades de aprendizaje especiales. ¿Cómo le damos la vuelta a esto?
Dar menos valor a los resultados de los exámenes sean cuales sean
Primero, y aunque parezca una perogrullada, dejándole de dar tanto valor a PISA. No por PISA, sino por el uso de estos baremos para calcular la calidad educativa y su uso político. No hay gobierno que no achaque los problema a la gestión del anterior, cuando la realidad es que las sucesivas reformas y leyes educativas españolas son un desastre pedagógico y de implementación real. La obsesión por los exámenes y las evaluaciones es una de las cuestiones en la que falla la escuela que conocemos, que no es, ni la única opción, ni quizá la mejor.
Y además, los resultados de exámenes, de una vez, deberíamos dejar de valorarlos como determinantes de la calidad de la enseñanza. Aprender no es saber sacar buenas notas en un examen tipo o de la memorización de libros de texto, sino desarrollar competencias para una vida libre e independiente. Y eso lo llevamos muy mal.
Más dinero y mejor gastado
Segundo, y vamos al grano, gastando dinero. Si, el dinero es la clave de la solución. Tenemos que invertir en Educación porque es la mejor inversión posible en desarrollo, competencias y hasta, si me lo permitís, competitividad real.
Necesitamos invertir en mejoras de la conciliación para evitar la separación temprana, más profesores mejor valorados y con más tiempo no lectivo, mejores cursos de reciclaje y formación, más libertad de elección de los padres, centros que no parezcan cárceles con patios de cemento, más salidas a museos, exposiciones, centros empresariales, prácticas, laboratorios, más personalización del aprendizaje, más diversificación, optimización de la atención al alumno de altas capacidades, proyectos de investigación en pedagogía y desarrollo de aprendizajes cooperativos y flexibles.
Si invertimos menos la calidad empeora pues el dinero sirve también para mejorar la formación del profesorado y la organización. Se necesita dinero para que los alumnos puedan aprender de forma más personalizada y flexible. Se necesita dinero para disminuir las ratios y que los niños reciban una atención educativa adecuada a sus intereses, competencias y pasiones.
Es indispensable la inversión para aumentar las actividades prácticas, vivenciales y experimentales. Se necesita dinero para mejorar los centros y permitir que el uso de las nuevas tecnologías y las herramientas que no sean libros de texto puedan ser accesibles de verdad.
La felicidad
¿Cómo que la felicidad? Pues si, la felicidad de los niños es parte indispensable de la mejora educativa. Las modernas investigaciones neurológicas y pedagógicas inciden en eso, una persona bajo situaciones de estrés, miedo o sufrimiento tiene peores capacidades cognitivas y aprende menos y peor. Por tanto, la felicidad de los niños es una prioridad, de hecho, la mayor que debería tener el sistema educativo y la sociedad.
En España cada vez hay más familias en situación de pobreza o bajo enorme presión, niños con mala nutrición, padres agobiadísimos por no tener trabajo y otros, los que trabajan, con jornadas que les impiden pasar tiempo con sus hijos y compartir con ellos experiencias y juegos.
Por otro lado, penalizar el error, machachar con horas y horas de clase y deberes sin dejar tiempo para el juego o las actividaes electivas, castigarles y etiquetarles como forma de supuesta educación daña sus emociones y no contribuye a que sean niños seguros, felices y activos. Así que preocupémonos de que los niños puedan ser felices y crecer sanos y seguros, el nivel educativo también mejorará.
Termino con el Informe PISA. Mañana, más medidas concretas para mejorar los resultados del sistema educativo y promover una educación para el futuro y no para los resultados de un examen.
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