Los errores que cometen los niños pueden ser su gran oportunidad de aprender, si sabemos actuar de forma respetuosa y positiva

Los errores que cometen los niños pueden ser su gran oportunidad de aprender, si sabemos actuar de forma respetuosa y positiva
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A pesar de que los adultos cometemos errores con frecuencia, muchas veces nos cuesta aceptar que también los cometan los niños. Pero ellos, que precisamente están aprendiendo a desarrollar habilidades para enfrentarse a la vida e interiorizar las normas sociales, son quienes más necesitan de nuestro apoyo en esos momentos.

Puede que el error que tu hijo haya cometido te enfade o te entristezca, pero vamos a contarte por qué no deberías perder los nervios ante estas situaciones y cómo podemos "dar la vuelta a la tortilla" para convertir el error en una gran oportunidad de seguir aprendiendo.

Lo que le ocurre al niño cuando criticamos su error

errores

Son muchas las razones que nos llevan a cometer errores en la vida, y en el caso de los niños, probablemente pese la falta de habilidades sociales y de conocimientos a la hora de resolver un problema.

Ante un error cometido por un niño, los padres no siempre actuamos correctamente, pues en muchas ocasiones tendemos a remarcárselo continuamente, nos quedamos anclados en lo que ha pasado y en las consecuencias que ese error ha tenido, y somos incapaces de dirigirnos a nuestros hijos con una actitud positiva.

Nuestra mirada, nuestros gestos o incluso lo que podemos llegar a decir movidos por el enfado ("me has defraudado", "ya no te quiero", "no me esperaba esto de ti", "¡¿pero cómo se puede ser tan torpe?!"...), dañan terriblemente la autoestima del niño, le desmotivan, y le avergüenzan.

También puede ocurrir que el niño llegue a sentirse tan humillado por nosotros a causa del error cometido, que se ponga a la defensiva, se niegue a hablar o nos mienta, creándose al final un clima hostil, dañino y desalentador.

Y ahora pensemos, ¿quién de nosotros sería capaz de buscar una solución a las consecuencias de su error si se sintiera criticado, juzgado, señalado y humillado?

Pongamos un ejemplo muy sencillo: cometemos un error en nuestro trabajo, y nuestro jefe actúa de la misma forma que hemos mencionado. Nos critica, nos etiqueta, nos humilla y remarca continuamente lo que hemos hecho mal (a pesar de nuestra buena trayectoria laboral).

¿Creéis que esta actitud nos empoderaría, elevaría nuestra autoestima y nos despertaría las ganas de aprender de lo ocurrido? O, por el contrario, ¿nos sentiríamos terriblemente insatisfechos con nuestro trabajo, con ganas de salir huyendo, enfadados o incluso rencorosos por su actitud?

Ver el error como una oportunidad de aprendizaje

los errores

Pero si analizamos el error como algo propio de la inexperiencia, podemos encontrar en él una oportunidad maravillosa de aprender y de adquirir los conocimientos y habilidades que nos faltan para seguir progresando en la vida.

Por ello, lo primero que debemos hacer ante un error cometido por nuestro hijo es animarle a reconocerlo, a pedir perdón y a perdonarse a sí mismo, para después enfocarnos en encontrar una solución. Recordemos que si la autoestima de nuestro hijo se ve afectada por nuestros comentarios, o si se sintiera fustigado por lo que ha ocurrido, será difícil que adopte una actitud positiva para enfrentarse a los hechos.

En este sentido, y tal y como acabamos de mencionar más arriba, nuestra postura con ellos es fundamental. Si estamos nerviosos, irascibles o enfadados por lo ocurrido, lo mejor es esperar a estar calmados para dirigirnos a nuestro hijo y evitar caer en gritos y comentarios hirientes. También es imprescindible que en nuestro día a día demos ejemplo reconociendo nuestras equivocaciones y pidiendo perdón por ellas.

Una vez que el niño se haya hecho responsable de lo ocurrido, - sin culpas ni vergüenzas, y acompañándole de manera positiva - es el momento de hacerle entender las consecuencias de sus actos y encontrar una solución respetuosa para todos y adecuada a la situación.

Porque el hecho de no remarcar el error ni humillar al niño por ello, no significa que nuestro hijo no deba responsabilizarse de lo ocurrido, ni intentar reparar los daños que haya podido causar.

Pongamos un ejemplo práctico...

aprender de los errores

Un día, la profesora de nuestro hijo nos dice que el niño se ha peleado e insultado a un compañero de clase. Como padres, nos sentimos avergonzados y muy enfadados por lo ocurrido, y puede que incluso comencemos a pensar en el castigo que su actitud se merece.

Para empezar, decidimos esperar a que sea el niño quien nos explique lo ocurrido, así que no desvelamos lo que su tutora nos ha adelantado. Pero el tiempo pasa, y nuestro hijo no nos cuenta nada, por lo que nuestro enfado va en aumento y finalmente acabamos preguntándole en tono acusatorio, "¿no tendrás algo que contarme?".

El niño interpretará ese momento como una encerrona que le hemos preparado, pues no solo sabíamos lo ocurrido desde hacía un rato, sino que nuestra pregunta denota enfado y acusación. Es decir, probablemente se sienta intimidado y juzgado sin haber tenido oportunidad de expresar lo sucedido.

Ante esta situación, lo más probable es que se acabe cayendo en enfados, disgustos, gritos, luchas de poder... En definitiva, nos estaremos alejando de lo realmente importante, que es encontrar una solución a lo ocurrido y dejar de enfocarnos en el error del pasado.

La situación cambiaría radicalmente si ante lo sucedido hablamos con nuestro hijo desde el respeto, el amor y la calma; dejando a un lado nuestro tono acusatorio y disponiéndonos a escucharle de manera activa y sin juicios.

Mediante preguntas abiertas (¿qué te ha llevado a actuar así?, ¿cómo te sentirías tú si un compañero te pegara e insultara?, ¿cómo crees que se podría haber solucionado vuestro desencuentro sin recurrir a la violencia física ni verbal?, ¿que está en tu mano hacer para que ambos os sintáis mejor ahora?"....) el niño se dará cuenta cuenta de que lo que ha hecho no es correcto y que su actitud ha tenido consecuencias (su amigo se siente dolido y él también, y estar enfadados no aporta ningún beneficio). Esto le llevará a buscar una solución, al tiempo que le sirve de aprendizaje para enfrentarse en un futuro a situaciones similares.

Trabajar junto a nuestro hijo en encontrar soluciones de manera respetuosa, nos aleja de la humillación y la vergüenza, ayuda al niño a ganar confianza y autoestima, y le prepara para afrontar las diferentes situaciones que se irá encontrando en la vida. Solo es cuestión de cambiar la forma en la que miramos ese error, viéndolo como una oportunidad de aprender y mejorar, en lugar de como algo que se deba ocultar o criticar.

Fotos | iStock

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