Los padres damos vueltas y vueltas pensando que mejor método educativo podemos ofrecer a nuestros hijos. A veces, sin embargo, olvidamos que nos niños ya traen de serie mecanismos perfectamente testados por la evolución del ser humano que son las tres bases del aprendizaje de tu hijo: el error, el juego y la imitación de modelos. Comencemos hablando del error.
El error
El error es quizá la más importante de todas estas bases del aprendizaje y en la que nos solemos equivocar nosotros más comúnmente, con buena intención, pero limitando las posibilidades del niño de aprender por el mismo.
El ser humano está diseñado para aprender por ensayo y error. Haciendo algo varias veces hasta poder controlarlo. Asumiendo los límites naturales, aplicando la experiencia y sacando conclusiones.
Algunos aprendizajes solo pueden darse de forma autónoma, y movidos por el impulso natural de explorar y conocer. Los padres somos garantes de la seguridad del niño, no quienes tenemos que hacer todo por ellos o quienes debamos estar corrigiendo continuamente o marcando objetivos a veces no adecuados a su proceso normal de desarrollo.
De hecho, los adultos seguimos aprendiendo mucho más de la experiencia y la experimentación personal que de lo que otros nos digan o marquen. La palabra "mal" debería desterrarse del lenguaje educativo, a veces porque negativiza al niño transmitiéndole que no es capaz, mata su curiosidad, y otras, quizá incluso peores, marcando objetivos previos a lo que podría ser un camino personal sorprendente y creativo.
Dejemos que los niños lo intenten y se equivoquen (siempre, claro, velando por su seguridad pero nada más). Lo que aprendes de tus errores lo aprendes para siempre.
Vista la importancia que tiene el permitirle al niño cometer errores, veremos mañana otra de las tres bases del aprendizaje infantil, el juego.
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