A menudo es frecuente que durante el embarazo el páncreas no produzca la insulina necesaria para el organismo, la consecuencia es que aumente la glucosa en la sangre y se produzca la diabetes. Una adecuada alimentación y un moderado ejercicio, ayudan en algunas ocasiones a tratarla.
Hasta un 10% de las embarazadas pasa por una diabetes gestacional, este trastorno se produce a causa de las grandes cantidades que se producen de la hormona lactógena placentaria, esto hace que aumente la necesidad de otra hormona, la insulina, esta última se encarga que se almacene el azúcar procedente de los alimentos para más adelante usarla.
En algunas embarazadas, su organismo no es capaz de producir la insulina que necesita, esto da lugar a que se incremente peligrosamente el nivel de glucosa en la sangre, por esta razón es muy importante realizar los controles que recomienda el especialista, tanto los hábitos dietéticos como la glucemia. Este tipo de diabetes puede ayudar a provocar partos prematuros, bebés excesivamente grandes e incluso en algunos casos graves, se pueden dar malformaciones en los bebés. Por estas razones hay que intentar mantener el azúcar a raya mediante una alimentación equilibrada y variada que además aporte las calorías necesarias. Junto a unos ejercicios físicos moderados, normalizarás los niveles de azúcar en la sangre, aunque si no se consigue regular, es cuando intervendrá el uso de la dosis de insulina inyectada que el endocrino recomendará.
Entre las semanas 24 y 28 de embarazo se realiza el test de O´Sullivan para saber si se es propensa a la diabetes, los médicos toman una muestra de sangre y la madre debe ingerir un líquido con 50 gramos de glucosa. Pasada una hora, vuelven a hacer una extracción de sangre para medir la glucosa. Dependiendo del resultado, si el nivel de azúcar supera lo normal, entonces diagnosticarán diabetes.
Los especialistas recomiendan una ingesta de alimentos repartida en seis tomas, de esta manera se evita que los niveles de azúcar sean excesivamente altos o bajos. Un desayuno nada más levantarse, un almuerzo a media mañana, la comida, una merienda, la cena y finalmente un suplemento antes de acostarse, como puede ser un vaso de leche. Según los especialistas, hay que evitar que pasen más de 9 horas desde la toma del suplemento antes de acostarse y el desayuno y espaciar las comidas unas 3 horas y media.
El ejercicio adecuado te lo indicará también el médico, ya que en función de tu situación te recomendará los más adecuados. Todos los esfuerzos son pocos cuando se trata del bienestar del niño y de la madre, por eso hay que procurar seguir las indicaciones del pediatra para que te sientas bien y tu hijo se sienta igualmente bien.
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