Uno de los juguetes más prácticos y completos en esta primera etapa de desarrollo del bebé es el gimnasio-mantita. Indicado para bebés a partir del nacimiento es un primer paso para que tu hijo se familiarice con un espacio diferente a la cuna y los brazos de papá y mamá, quienes sin duda disfrutarán observando cómo su bebé se acomoda felizmente arropado por sus nuevos compañeros: el pingüino musical, el elefante con espejo y el león con aros de colores.
Poco a poco, la curiosidad de tu hijo demandará el descubrimiento de espacios nuevos y se sentirá atraído por los colores, los sonidos y las diferentes texturas de los objetos. Las mantitas-gimnasio incluyen siempre un espejo, que es fundamental para el desarrollo de una de las primeras habilidades del peque: el autorreconocimiento. Es imprescindible que se perciba a sí mismo, para poder situarse dentro de un entorno. El espejo le devuelve una imagen que pronto identificará como su propio rostro, y le verás llevarse las manos a la carita y gesticular mientras reconoce estos movimientos como suyos.
Los diferentes objetos que incluye el gimnasio-mantita le animan a explorar y le estimulan tanto visualmente como auditivamente, ya que emiten divertidos sonidos y melodías. Estos sonidos también le ayudan al niño a entender la relación causa-efecto, es decir, si agita el pingüino, suena, y se sentirá participe de esta aventura, buscando con su mirada la complicidad de sus progenitores, quienes probablemente le sonreirán y aplaudirán su hazaña.
Boca arriba o boca abajo: su primera gimnasia
Tanto si tu hijo es inquieto como tranquilo el gimnasio-mantita le aporta numerosos beneficios. A los niños inquietos, les permite explorar nuevos espacios, cambiar de actividad y de posición constantemente, mientras que a los niños tranquilos les estimula y les ayuda a despertar sus sentidos.
Solo tienes que disponer los diferentes elementos para que el bebé pueda interactuar con ellos tanto si está boca arriba como boca abajo, colgándolos en el aro o sujetándolos en la propia manta, así podrás cambiarle de posición y animarle a hacerlo por sí solo.
Recuerda que tu hijo irá cada vez aprendiendo más cosas por su cuenta, pero tu presencia es muy importante no solo para supervisar y cuidarle, también porque te apetece compartir sus juegos, estimularle y sobre todo, porque disfrutar de una actividad juntos os une aún más si cabe.
Si aún no tienes una mantita de este tipo, tal vez sea interesante plantearte lo que hice yo, sugerirla como posible regalo a una de las personas que no sabía que comprar a mi hijo y que insistió en que quería algo que pudiera disfrutar y no dejar olvidado en un rincón. Te garantizo que fue uno de los regalos más amortizado por todos.
Un detalle que algunos puede que no os parezca relevante, a mí sí y os lo digo por experiencia, es que la manta se puede lavar a máquina, ya sabemos cómo les gusta a nuestros hijos dejar huella en todo lo que tocan, incluidos nuestros corazones.